- Jon Armentia analiza unos tiempos recientes de "mucho trabajo" en los que su departamento ha tenido que volcarse sobre todo en la atención a las personas mayores, a la exclusión social y también a los menores más vulnerables desde el ámbito socioeducativo. El concejal socialista avanza también a DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA varios proyectos de futuro en manos de su área como la ampliación del parque de comedores sociales o la reorganización de los recursos para personas sin hogar, cuyos usuarios han sido especialmente golpeados por la crisis sanitaria.

La pandemia ha situado en una situación de necesidad a un número creciente de vecinos. Hay más familias en riesgo de pobreza, han crecido las peticiones de RGI y ayudas municipales€ Y además se va a tener que dar respuesta a todo esto con menos recursos económicos. ¿Los recortes van a ser inevitables?

-Afortunadamente, en la reestructuración de recursos que se ha dado, en Políticas Sociales no se ha producido ningún tipo de retención económica. Es más, tenemos dos millones de euros más para AES y ayudas municipales y, con eso, vamos a poder paliar de forma importante los déficit que se hayan podido producir. Este equipo de gobierno ha conseguido que los pilares básicos, el económico, el del comercio y el turismo, y especialmente el del bienestar social, sean los menos afectados por esta crisis.

Otra cosa es lo que pueda suceder más adelante...

-Bueno, sí. Todo el mundo reconoce que van a ser unos años malos, en los que vamos a tener que gestionar bien y pelear mucho para seguir con los mismos niveles de bienestar social. No cabe duda de que la pandemia ha afectado a muchos colectivos y los más damnificados son los más vulnerables. En eso estamos.

Justo antes del confinamiento abrió el comedor social de Los Arquillos y entonces ya hablaban del grave problema que había para responder a la demanda de menús que llegaba desde los servicios sociales. En la situación actual, ¿este recurso corre el riesgo de quedarse corto?

-Tenemos un proyecto que va a hacia un modelo de comedores sociales pequeños, de 30 o 40 plazas y distribuidos por la ciudad. Uno de ellos será Arquillos, que ya está en marcha, y a éste se sumarán otros dos en nuevas localizaciones que estamos estudiando. Crearemos así una red con 90 o 100 plazas en total. Intentaremos implementarlos de aquí a final de año, de forma paulatina. Y sin menospreciar otras ayudas o convenios como puede ser con el comedor de Desamparados. Éste es uno de los proyectos más grandes que tenemos ahora. En estos recursos no sólo se da de comer, sino que se atiende y se ayuda a los usuarios. Lo entendemos como un complemento a las personas más vulnerables, que tienen que comer y probablemente no tienen nada más.

La pandemia ha hecho aflorar hasta 377 nuevos casos de vulnerabilidad, sobre todo entre personas mayores. ¿Qué lectura hace?

-Primero, que hemos tenido un seguimiento muy cercano a las 12.000 personas a cargo de las mismas trabajadoras sociales encargadas de los centros socioculaturales de mayores (CSCM) y los centros de día. Principalmente telefónico y en algunos casos presencial. Y esto nos han permitido ser más minuciosos, porque hemos elaborado diferentes listados, las hemos ido llamando por grupos y han aflorado muchas necesidades. De acompañamiento, de comida, de medicación... Personas que no podían salir de casa y que hemos ido a por ellas. Gracias a este trabajo hemos capturado a esas 377 personas a las que hemos podido ayudar. Una vez que vayamos recuperando la actividad normal en estos centros, estas personas ya estarán en nuestro radar.

Ya que lo menciona, ¿cuándo van a recuperar la normalidad, entre comillas, los CSCM?

-Son centros en los que hay mucha gente, muchas actividades y a los que va personal de riesgo. Por eso, hemos empezado reabriendo las peluquerías, la podología, algún taller suelto externo... Y vamos a ir viendo cómo se va comportando. No podemos arriesgarnos de ninguna forma a tener un brote, así que vamos a ir abriéndolos paulatinamente, manteniendo continuamente la distancia social y las mascarillas. Hemos abierto también los comedores poco a poco y estamos ya diseñando el resto del proceso. Yo comprendo que la gente está deseosa de que pongamos los centros en funcionamiento pero no puede ser todavía al 100%, eso desde luego.

¿Maneja algún plazo temporal?

-No tenemos fecha todavía, pero será en las próximas semanas. Probablemente en julio.

Han anunciado ya otras medidas para dar respuesta al colectivo de mayores como un mayor impulso a las viviendas comunitarias. ¿Cuál va a ser el orden de prioridades?

-Nuestro modelo de viviendas comunitarias y apartamentos tutelados se ha demostrado que es muy bueno. Además, en estas semanas hemos tenido muy pocos casos de contagio y ningún fallecimiento. Y vamos a seguir avanzando en él. Vamos a hacer más viviendas comunitarias en Correría para el año que viene, justo enfrente de la antigua residencia Aurora que ya se reconvirtió -donde ahora hay apartamentos tutelados-. Estamos haciendo el proyecto y pensando en presupuestos para que salga adelante. Y estamos pensando para más adelante, pero en esta legislatura, convertir también en viviendas comunitarias las plantas cuarta y quinta del CIAM San Prudencio.

La pandemia ha puesto en cuestión el modelo de grandes residencias. Precisamente en el CIAM San Prudencio se han contabilizado 14 fallecimientos por covid-19. ¿Todo esto se podría haber evitado o mitigado?

-El modelo de grandes residencias, con muchas personas, facilita el contagio y en muchos casos también que los cuidados no sean los adecuados. Por eso estamos yendo hacia ese modelo de viviendas comunitarias. Aquí hemos sumado sólo dos casos en 237 plazas. En el CIAM San Prudencio hemos tenido 14 fallecimientos de 121 residentes y el último fue en abril. Siempre hay posibilidades de mejorar y hay que reconocer que algunas cosas se podían haber hecho más rápido. Y comprendemos que haya críticas o gente que esté a disgusto con lo que hemos hecho. Pero hemos trabajado al 100% y seguimos haciéndolo para dar la mejor atención.

Han prometido un impulso al Servicio de ayuda a domicilio (SAD), un recurso que también acostumbra a estar en el punto de mira.

-Las horas del SAD municipal han ido creciendo paulatinamente. De hecho, se han duplicado en los últimos tres años. Por tanto, esto no se corresponde con lo que se dice de que recortamos el servicio. La mejora del SAD va a ser continua y lo vamos a reforzar porque es un pilar fundamental. Pero también es importante decir que tenemos que revisar su funcionamiento. Estamos elaborando un estudio cualitativo y cuantitativo, que es fruto de una enmienda con Elkarrekin, y a finales de octubre tendremos un mapa de lo que estamos haciendo y cómo lo estamos haciendo. A partir de ahí intentaremos tomar determinaciones. Pero no para recortar recursos, porque vamos a tener los mismos o incluso se aumentarán. Durante esta crisis, hemos sumado 89 casos más en todas las modalidades del SAD.

La atención a las personas en situación de exclusión ha sido también criticada por parte de la oposición o colectivos como Auzoan Bizi. ¿La gestión podría haber sido mejor?

-Entendemos que la situación de estas personas no es fácil, igual que antes de la pandemia. Desde que se decretó el confinamiento se montaron de la mano de Cruz Roja los dispositivos de Pío Baroja y Lakua para atender a las personas sin techo que teníamos fuera, que por cierto eran 23. A éstas las hemos recogido, las hemos seguido y las hemos acompañado. Y hemos llegado a tener casi a 60 personas. En Lakua se trabajan muchos más aspectos como la convivencia, la higiene, la medicación... no es sólo un sitio en el que dormir. Y se está diseñando un itinerario personal futuro para todas ellas. En ningún momento se las deja solas: Ni antes, ni durante, ni después. A mí me duele mucho, me apena y me enfada que haya grupos o colectivos políticos que, en una clara visión partidista, se aprovechen de esta situación afeando la labor que se está realizando e incluso mintiendo. Porque se ha dicho que las personas allí alojadas no disponen de servicio de lavandería ni de comida caliente. Comprendemos que esto no es lo ideal, que no puede ser una estructura a futuro, pero sí que es un paso intermedio para que cada persona se vaya recuperando poco a poco.

Algo más de 50 personas siguen alojadas en Lakua, cuyo cierre sitúan entre este junio y el próximo julio. ¿Los plazos no son muy ajustados?

-La idea es cerrarlo en julio, pero lo vamos a mantener hasta que tengamos la seguridad de que cada persona tenga su itinerario y el recurso preciso para cada momento.

Han anunciado también un nuevo proyecto para el Dispositivo de atención invernal (DAI), que empezará a funcionar como centro de noche y de día. ¿Qué se puede avanzar?

-Estamos trabajando en un estudio más global para reorganizar el ámbito de la inclusión. Estamos cuestionando cómo tenemos todos nuestros recursos: Tanto el DAI, como el Aterpe, Estrada o Casa Abierta. La idea es darles una vuelta para empezar a dar una asistencia continua, en la que podamos ofertar a cada persona los recursos más acordes a sus necesidades. Esto empieza por pensar que el DAI no es un dispositivo acorde a día de hoy, sino que debe estar imbricado dentro de otro mayor, en el que tiene que haber una atención integral. Sus usuarios no tienen que pasar frío por la noche, pero tampoco por la mañana ni por la tarde. Y esto nos obliga a repensar todos estos espacios para que trabajen en red.

¿El DAI saldrá del CMAS ya este próximo invierno?

-Sí, es lo que está previsto. El DAI tiene que salir del CMAS porque no es su sitio. Y con esa idea de buscar un nuevo espacio para el DAI, lo vamos a reformar todo. Necesitamos un sitio amplio, relativamente céntrico y que tenga buenas comunicaciones. Esto nos va a permitir también tener más espacio en el CMAS.

Cambiando de ámbito, ¿ha sido difícil acompañar a los menores más vulnerables en esta época?

-Hemos seguido haciendo un seguimiento socioeducativo tras el cierre de los centros tras el confinamiento y hemos estado en contacto con todos ellos, haciendo clases por Internet, acompañamientos telemáticos... Y vamos a seguir apostando por medidas para paliar la pobreza infantil, que es uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos.

¿La brecha entre los menores en una mejor situación socioeconómica y los más vulnerables se ha agrandado con la pandemia?

-Sobre todo hemos notado una brecha digital. Hay personas que no tienen acceso a la informática como para poder trabajar en casa y les hemos facilitado material en colaboración con el Gobierno Vasco. Y también se han resentido las brechas educacional y asistencial, pero hemos intentado paliarlas. Digo intentar, porque algunos núcleos familiares son muy cerrados. Por eso, las intervenciones más importantes y urgentes han sido con la infancia.

Volviendo a la difícil situación económica que va a dejar esta crisis, ¿los convenios con los colectivos del tercer sector peligran o, al menos, peligran en su integridad?

-No. Los convenios y los contratos no se van a ver minorizados de forma general. Hemos sacado la convocatoria de subvenciones, se están firmando los convenios y se van a desarrollar de acuerdo a las asociaciones. Se ha instituido una forma más flexible de hablar con ellas, para que nos presenten los informes de actuaciones durante el tiempo de covid. Los miraremos uno a uno, como corresponde, pero no hay una minorización ni una retención de ningún convenio.

"Con los menores, sobre todo hemos detectado una brecha digital y se han resentido también las brechas educacional y asistencial"

"Con la idea de buscar un nuevo espacio para el DAI, vamos a reorganizar todo el ámbito de la inclusión social"

"No podemos arriesgarnos de ninguna forma a tener un brote, así que vamos a ir abriendo los CSCM paulatinamente"