vitoria - Doctor en Sociología y profesor titular en el campus de Leioa de la UPV/EHU desde 1996, Imanol Zubero (Alonsotegi, 1961) ha tenido también una relación muy estrecha en distintas etapas de su vida con la capital alavesa, donde conoce de cerca su escuela de Trabajo Social, trabajó puntualmente con el exalcalde José Ángel Cuerda y ha colaborado de forma asidua con el movimiento asociativo local. Autor y coautor de decenas de publicaciones y también vinculado ocasionalmente a la política -llegó a ser senador por Bizkaia por el PSE-EE, entre 2008 y 2011-, a Zubero se le presenta ahora el reto de diseccionar un ámbito por el que el Ayuntamiento de Gasteiz “ha apostado” históricamente y ha mostrado sensibilidad, que cuenta con múltiples foros al alcance de la ciudadanía, pero que al mismo tiempo siempre tendrá margen para mejorar. El doctor y su equipo trabajan en la actualidad en un informe que verá la luz el próximo enero y que, al margen de servir como “estado de la cuestión”, contendrá también propuestas de modificación.

¿Cómo afronta el reto de dirigir este nuevo Observatorio?

-Bueno, lo de la dirección del Observatorio de Participación me suena muy estructural o institucional. Es como si se constituyera una especie de institución con un puesto de dirección, en este caso a mi cargo, pero la cosa ahora mismo es distinta. En este momento, el Observatorio es un proyecto de evaluación de todos los trabajos y todas las instancias de participación ciudadana que tiene en activo el Ayuntamiento de Vitoria. Quiero decir que no es una estructura ni tiene una sede, sino un proyecto en el que soy director en la medida en que el contrato se ha hecho con el grupo de investigación que yo coordino en la universidad. Lo que estamos haciendo ahora mismo es una primera aproximación muy humilde y muy poco costosa a todo lo que se ha hecho hasta ahora en el ámbito de la participación ciudadana en Vitoria, que es lo primero que hay que hacer.

¿Y cuáles son las primeras conclusiones que han sacado?

-El Ayuntamiento de Vitoria se ha caracterizado históricamente, incluso desde los tiempos de Cuerda, por preocuparse mucho por la relación con la ciudadanía y por la participación ciudadana. Ahí está por ejemplo la red de centros cívicos que se ha ido creando históricamente en la ciudad. Pero es verdad que a veces las administraciones públicas o las universidades hacemos muchas cosas y no siempre tenemos la capacidad o el tiempo para hacer una revisión periódica de cómo van esas cosas. Son iniciativas que se ponen con la mejor de las intenciones, pero conviene evaluar qué es lo que funciona, qué se ha hecho bien o que se ha podido hacer mal, y poder aprender un poco de lo que se ha hecho. Y eso es en lo que estamos ahora y lo que pretendemos hacer de aquí al mes de enero, que es el plazo que nos hemos dado. Hacer un informe que sería una especie de estado de la cuestión de la participación ciudadana institucional en Vitoria.

Es de suponer que tendrán sobre la mesa un volumen de información ingente.

-Sí. Durante estos años de iniciativas de participación ciudadana, se ha generado muchísima información. Hay actas de reuniones, de comisiones, de plenos, de reuniones vecinales... Lo primero que estamos haciendo es recogerla y sistematizarla, y de ahí saldrá un primer informe sobre lo que se ha hecho y lo que hay. En segundo lugar, estamos asistiendo ya a reuniones de participación que se están produciendo ahora, para aterrizar en ellas, más allá de los papeles a los que hasta ahora hemos tenido acceso. Por ejemplo, hace dos semanas estuvimos en una reunión en la que se habló sobre tasas e impuestos municipales y esta semana ha habido una reunión del Consejo Social y de varios auzogunes en las que hemos participado para ver su funcionamiento en la práctica. Estamos preparando también una herramienta de recogida de información un poco más específica y técnica para evaluar la participación de las personas y las organizaciones en estos foros.

‘A priori’ parece que en la ciudad hay mecanismos de participación ciudadana suficientes, ¿pero cumplen su función adecuadamente?

-Tampoco vamos a adelantarnos, porque acabamos de aterrizar, pero lo que sí vemos, y eso hay que ponerlo en valor, es que hay una apuesta muy sostenida a lo largo del tiempo y que se ha mantenido siempre, a pesar de los cambios en los distintos partidos que han gobernado y cogobernado el Ayuntamiento, por fomentar y mejorar la participación ciudadana en las tareas municipales. Y esto es importante. Se ve que hay una serie de estructuras que igual han ido cambiando de denominación o de competencias, pero que siguen conformando un núcleo muy firme. Otra cosa que valoramos mucho es que hay un equipo técnico de participación en el Ayuntamiento muy de aplaudir, que está tratando de entrar en el corazón más duro de la institución municipal, como puede ser el ejemplo que ponía de la reunión sobre tasas e impuestos. Una tercera cuestión que me parece interesante es la iniciativa misma de buscar una evaluación externa, al margen de las evaluaciones que dan los vecinos a las reuniones, que suelen ser muy positivas. Es importante dejarse mirar desde fuera, porque la tentación de la complacencia la tenemos todos. Y hay que decir que nos están ofreciendo todas las facilidades para acceder a la información, tanto el personal técnico como los representantes políticos, y hacer esta evaluación.

¿De este primer análisis saldrá ya alguna propuesta de mejora?

-Sí, el objetivo es ofrecer junto al informe algunas propuestas de modificación, porque ya estamos detectando algunas, y también de mejora. Sabiendo, y esto es muy importante, que sólo estamos analizando la participación ciudadana impulsada desde el Ayuntamiento, porque esto no agota toda la participación ciudadana que hay en Vitoria, ni mucho menos. En enero habrá que tener en cuenta, si se puede e interesa, además de continuar en su caso con este trabajo de seguimiento, si se puede aterrizar en la participación no institucional, la social, la que va más allá de las estructuras municipales.

La ciudadanía suele tener la sensación de que su opinión apenas se tiene en cuenta una vez cada cuatro años, cuando hay cita electoral. ¿Comparte esta opinión o le parece un poco tremendista?

-El tema de la participación ciudadana es muy complejo por varias razones. La primera de todas es que la propia ciudadanía no quiere estar todos los días levantándose de la cama pensando en que tiene que ir a tomar no sé qué decisión. Movilizar permanentemente a la ciudadanía es muy difícil y no sé ni siquiera si es posible, porque las personas tenemos vida y muchas cosas que hacer. Pero al mismo tiempo, aunque decimos que no nos hacen caso, no siempre aprovechamos todas las oportunidades que nos dan para participar. Me parece muy razonable, porque hay que tener compromiso, ganas y muchas problemáticas que te afecten directamente para, por ejemplo, ir a una reunión un sábado por la mañana o un jueves de 18.00 a 21.00 horas. A veces nos quejamos más de lo que luego participamos, pero la obligación de una institución que quiera acercarse más a la ciudadanía debe ser levantar la persiana de estos órganos todos los días. Luego irá más o menos gente, pero nadie que quiera participar puede quedarse sin que su voz, su queja o su propuesta sea escuchada.

En cualquier caso, ¿se nos debería escuchar más de lo que se hace?

-Sí, estamos un poco en eso. Seguramente nunca habrá una democracia absolutamente asamblearia y participativa, porque en sociedades tan complejas eso no es posible. Pero sí es verdad que entre una democracia que únicamente sea representativa, en la que sólo se vota y se elige a unos representantes cada cuatro años, y otra en la que todo dependa de la participación directa de las personas, hay un campo de juego muy grande. Se pueden generar muchas dinámicas y estructuras para que todas las personas podamos participar en las decisiones que se toman. Sobre todo en el ámbito local, donde hay muchas posibilidades.

Lo cierto es que, dos años después de la aprobación del reglamento de consultas en Vitoria, todavía no se ha realizado ninguna y tampoco parece que vaya a realizarse de aquí a que termine la legislatura.

-La apertura de consultas es una novedad en nuestro ámbito, así como en otros lugares es muy habitual. El principal ejemplo en Europa es Suiza, donde es muy habitual hacer consultas ciudadanas. Por ejemplo, en la última que hicieron hace unos meses, preguntaron si sólo los bancos públicos podían emitir moneda. Preguntan por todo: Desde la legalización de la marihuana hasta sobre otorgar la nacionalidad a los inmigrantes. También en Estados Unidos hay mucha tradición de hacer consultas locales. Sin embargo, en Europa la democracia ha sido siempre muy representativa. Se elige a los representantes y se supone que ellos se encargan de todo. Estamos aprendiendo, y creo que el ámbito local es el más favorable para que este tipo de consultas se realicen. Ya existe esa posibilidad en Vitoria, y una de las cosas que habrá que valorar es por qué no se ha realizado todavía ninguna. Pero una vez que se tiene la herramienta, si está es para utilizarla. Habrá que ver en qué circunstancias y a demanda de quiénes. Pero creo que nos va a costar un poco entrar en esa cultura de la consulta por la tradición política que tenemos.

Dentro de ese ámbito más local, ¿hay algún espejo en el que Vitoria podría mirarse?-Los espejos a veces son complicados. Hay muchos ayuntamientos que han tenido una práctica interesante de la participación, como puede ser el caso de Barcelona. Pero quizá el que más ha brillado en España por intentar buscar la participación directa, muy basada en las redes y las consultas digitales, ha sido el de Jun (Granada). Su alcalde ha sido un militante de la democracia digital y lo sigue siendo históricamente. Buenas prácticas en el conjunto del Estado tenemos bastantes a las que se puede mirar, sin desmerecer lo que se ha hecho hasta ahora en Vitoria, que siempre aparece en los principales elencos. En esta cuestión, casi lo menos complicado a día de hoy es implementar espacios, prácticas o dinámicas de participación, técnicamente hablando. Quizá lo más complicado es que tanto la ciudadanía como la institución comiencen a pedalear juntos, de forma sincronizada, como si estuviesen sobre la misma bicicleta. Convendría que la institución no plantee horizontes de participación que igual van más allá de lo que la ciudadanía pide o necesita y que la ciudadanía también sea consciente de cuáles son los ritmos de las instituciones, que no siempre son los mismos que los suyos.

¿Y en qué punto nos encontramos ahora mismo?

-A día de hoy existen ya un montón de foros en la ciudad. Habrá que ver cuáles son más o menos aprovechados por la ciudadanía y también qué demandas de la ciudadanía todavía no están reflejadas en estos procesos. Por ahora, nos encontramos con unas instituciones que dan una pedalada y dejan mucho espacio para la participación, y una ciudadanía que todavía empieza a pedalear al mismo ritmo.

Parece un reto complicado.

-De aquí al mes de enero nos toca lo más fácil, pero todo va a ser más complicado a partir de entonces, cuando el Ayuntamiento y la propia ciudadanía deberán dar un impulso a lo que ya existe.