Uno de los aspectos que más está condicionando al Deportivo Alavés en las primeras jornadas de la temporada es su falta de mordiente en ataque. Durante estas semanas, con especial hincapié a los dos últimos partidos, el conjunto babazorro ha mostrado dificultades para generar profundidad y movimiento en los últimos metros, lo que se ha traducido en menos ocasiones claras de las deseadas.

El equipo no suele tener problemas para iniciar el juego desde atrás. Incluso en situaciones de apuro sabe recurrir al balón largo. Tanto Antonio Blanco como Pablo Ibáñez están ofreciendo una gran seguridad en la distribución y lo mismo se espera de Denis Suárez, Carles Aleñá, Jon Guridi y otros. Solo ante el Sevilla se vio sufrir al Glorioso en este sentido, dada la superioridad física de los hispalenses.

La verdadera traba surge cuando los de Eduardo Coudet alcanzan la zona de tres cuartos. Es ahí donde el plan ofensivo pierde claridad, siente la escasez de ideas y se funde a negro. Y, aunque esto ya se había podido apreciar contra rivales como el Real Betis o el Atlético, es frente al Getafe y el Mallorca cuando más ha relucido la carencia. En el Coliseum y Son Moix, el Alavés debió haberse llevado los tres puntos.

Pero, sin gol, es difícil ganar. De poco vale controlar la posición y encerrar al otro equipo en su área si el portero rival no se siente amenazado. Y más inquietante todavía es este tema si, además, las pocas ocasiones claras que se generan terminan en nada. Fallar se paga muy caro cuando se cuenta con una media por partido de goles esperados (xG) menor a uno. Con 0,81, solo hay tres clubes con un dato peor.

Y el problema, en realidad, no es la efectividad de cara a gol, atendiendo a esa misma estadística. El Alavés lleva seis tantos con un xG de 5,7. Es decir, ha marcado los que, según los números, merece. Eso es lo que debe mejorar: hasta ahora, la única vía que le ha dado éxito en ese sentido a los babazorros es el balón parado y los penaltis. Ninguna de las dianas conseguidas ha sido mediante jugada corrida.

Sobreponerse o no a este obstáculo es lo que va a marcar las aspiraciones del Glorioso esta temporada. Un reto, pues la solución no es sencilla. Probar más desde media-larga distancia sería una; pero, para ello, hay que contar con perfiles capaces de ello. Otra, más factible, es que la medular sea más profunda, al igual que los laterales. Y, sobre todo, que los centros no sean tan imprecisos como hasta ahora.

En esa difícil tarea, se espera mucho más de Carles Aleñá, Jon Guridi, Carlos Vicente o Calebe, entre otros. También de Lucas Boyé, cuyas aptitudes son bastante más de habilitador que de ariete. En las últimas jornadas, el único atacante capaz de poner en apuros a las zagas rivales ha sido Abde Rebbach, aun poco acertado de cara a puerta. Hace falta brindar más balones en el área a Toni Martínez y Mariano.

EN LA LÍNEA HABITUAL

Ahora bien, siendo cierto que el Alavés sufre escasez de tantos a favor, cabe decir que es su dominio de los partidos lo que hace que tal carencia sea más notoria, pues la sensación de superioridad contrasta con la falta de gol. Solo hay que repasar lo ocurrido en temporadas anteriores, mirando solo a la máxima categoría, para comprobar que esta tendencia es bastante habitual en el Paseo de Cervantes.

La gran excepción es el pasado curso, cuando, a estas alturas, el Glorioso de Luis García Plaza ya había marcado once goles. En el anterior, el de regreso a la élite, se llevaban los mismos que ahora, y eso que se venció por 4-3 al Sevilla en la segunda jornada. Antes del descenso, los albiazules cosecharon cuatro (2021-22), cinco (20-21), cuatro (19-20), diez (18-19), tres (17-18) y ocho (16-17) para la séptima fecha del campeonato.