El Alavés, abonado a la angustia
Al igual que en las temporadas 2017-18, 2019-20 y 2020-21, el equipo albiazul ha sellado la permanencia tras caminar en el alambre en varios momentos y cambiar de entrenador
Sufrió, tal vez más de la cuenta, pero lo consiguió. El Deportivo Alavés cumplirá la próxima temporada veinte cursos en la máxima categoría del fútbol español. Era claro que su objetivo al inicio de campeonato era el de continuar en la élite un año más, pero tal y como fue el arranque del ejercicio se esperaba un poco más de tranquilidad por parte de la parroquia albiazul. Más si cabe después de cómo se había certificado el mismo reto un año antes con Luis García Plaza. Cierto que los cambios en el plantel de un verano a otro fueron notables, pero igualmente muchas de las caras nuevas que llegaron hace diez meses no han estado al nivel que se les presuponía.
Relacionadas
Valladolid 0-1 Alavés: ¡otro año más en Primera!
Y otros de los que continuaban del ejercicio anterior no han rayado a la misma altura. Con todo, el bando albiazul empezó a perder consistencia, lo que derivó en un cambio de entrenador a comienzos del pasado mes de diciembre. Todo el crédito que García Plaza se había granjeado con el ascenso y la sobresaliente campaña pasada se fue por el sumidero en tres meses y medio. Otra película que se había dado en el pasado y que de igual forma había dado con varios técnicos en su casa antes de tiempo.
Permanencias que se certificaron a falta de una o dos jornadas y que son inherentes a la propia historia del Deportivo Alavés. Y no son tan lejanas en el tiempo. Las más sonadas y recientes se circunscriben a tan sólo siete años atrás. Así, en la 2017-18 el cuadro vitoriano acabó en decimocuarta posición con cuarenta y siete puntos, después de un comienzo nefasto que dio con Luis Zubeldia de vuelta a Argentina tras perder las primeras cuatro jornadas del campeonato.
Pucela fue albiazul
Llegó el italiano De Biasi, pero casi nada cambió en el rumbo del equipo. Así que mucho antes del parón navideño volvió a producirse el relevo en la banqueta de Mendizorroza. Aterrizó entonces Abelardo y la balsámica victoria de Montilivi, con tres goles de Ibai Gómez, reverdeció al cuadro alavés, que a partir de entonces demostró una notable mejoría en su juego y resultados que le hicieron salir de los puestos de descenso y asentarse de paso en una zona más cómoda de la clasificación.
Al año siguiente con el preparador gijonés se llegó a pensar por momentos en la opción incluso de pelear por los puestos europeos, aunque el tramo final se le hizo largo a más de un jugador y bastante dio la trayectoria para certificar con total solvencia la continuidad entre los mejores un año más.
Garitano y López Muñiz
Pese a ello, el Pitu decidió no seguir al frente del banquillo del Alavés y llegó Asier Garitano. En plena temporada marcada por la pandemia y con la competición parada durante varias semanas, el mediatizado retorno sin público en las gradas cortocircuitó a una escuadra que únicamente ganó un partido de siete disputados, lo que dio con el cese del entrenador de Bergara, casualmente tras caer ante el Real Valladolid por 1-0.
Llegó en su lugar Juan Ramón López Muñiz, con cuatro partidos por jugarse y con seis puntos de margen sobre los puestos de descenso. Un triunfo en el Benito Villamarín sellaba la permanencia una temporada más entre los mejores por parte del Deportivo Alavés. Fue un curso sin duda mediatizado por el covid y que evidenció los apuros que dicho grupo tuvo ante la ausencia de su gente. La falta de aliento desde la grada se hizo real en muchos partidos y cerca estuvo de pagarlo con la pérdida de la categoría. Acabaría en decimosexta posición en la tabla clasificatoria. Mismo lugar precisamente que el siguiente ejercicio.
Aunque esta vez con una dinámica parecida a la de 2017-18. Cambio de inquilino en el banquillo desde el comienzo y tres caras diferentes para un mismo objetivo. Pablo Machín, el propio Abelardo y finalmente Javier Calleja para sellar otra salvación. Con jugadores de primer nivel en la delantera como Joselu y Lucas Pérez, el Deportivo Alavés no pudo escaparse de la gillotina de su banquillo.
La balanza siempre caía en la misma dirección, sin apuntar hacia otro sitio y sin asumir que el sino de un bloque modesto como el del Paseo de Cervantes era pelear por la permanencia, sin estar supeditado tantas veces al relevo de sus técnicos.
El 5-3-2 de Machín
El técnico soriano trató de implementar desde el comienzo su esquema de tres centrales con dos laterales de largo recorrido, pero pronto se dio cuenta de que aquello no funcionaba en aquel grupo. Para cuando creyó enderezarlo estaba Abelardo viajando a Vitoria. Pero la segunda etapa del gijonés fue muy distinta a la primera y Josean Querejeta optó por un tercer entrenador.
Javi Calleja le cambió algo la cara a un plantel que se rehizo en el tramo final con cierta angustia y cuatro victorias y tres empates para voltear una campaña que tampoco pintaba bien. En la actual, de nuevo con dos entrenadores, el Deportivo Alavés ha vuelto a caminar en el alambre, su sino como bravo equipo que es.