Eduardo Coudet es un entrenador de ideas firmes. Así lo demostró en su etapa previa en LaLiga (Celta) y del mismo modo se ha podido comprobar en estos cuatro meses, con más sombras que luces, al mando del Deportivo Alavés. Cuando confía en alguien y le responde, al argentino le cuesta testar otras cosas. Tanto es así que, salvo por una posición, cualquier aficionado albiazul podría cantar su once tipo de carrerilla.
Ese puesto sin un dueño claro es el de mediapunta. Desde que tomó las riendas del banquillo babazorro, el Chacho ha probado ahí distintas alternativas, pero ninguna le ha convencido lo suficiente. Ha habido días, incluso, en los que ha preferido suprimir esa demarcación, optando por un dibujo con dos puntas. Algo que, eso sí, tampoco le ha dado muchos frutos, pues Kike García y Toni Martínez se estorban más que complementan.
En la mayoría de encuentros, Coudet ha salido con ese 4-2-3-1 heredado, aunque con matices por el perfil de juego de Carles Aleñá en banda, y la titularidad se la han ido repartiendo Jon Guridi y Carlos Martín. Frente al Rayo Vallecano, el elegido fue el de Azpeitia. Un futbolista indiscutible para Luis García Plaza, decisivo en el ascenso y en la posterior permanencia, pero que con el argentino ha perdido bastante protagonismo.
Muestra de esto último es que Guridi ha sido suplente en la mitad de los partidos dirigidos por el Chacho en Liga, siete sobre el total de 14. Algo que coge mayor magnitud si se compara con sus datos de la temporada pasada, cuando solo salió del once en cuatro jornadas de las 38. Hasta la llegada del técnico porteño, era difícil imaginarse a un Alavés sin el canterano de la Real, pues él era quien daba sentido al juego superada la medular.
Lo que está lastrando al azpeitiarra es que Coudet prefiere a mediapuntas de otro perfil, capaces de meterse entre líneas y de ser una amenaza constante llegando desde segunda línea. Dos funciones que el dorsal 18 puede cumplir, pero en las que no destaca especialmente. Y eso que, si se revisa su evolución desde su primer año como babazorro, la mejora es evidente, sobre todo de cara a gol. En Segunda no atinaba o estaba gafado.
CARLOS MARTÍN, REGULAR
Carlos Martín, en cambio, sí que brilla más en ese sentido, lo cual es lógico siendo la de segundo delantero su posición natural. A nivel de dibujo no hay una gran diferencia, en realidad. El problema es que, cuando Guridi no está sobre el césped, al Alavés le cuesta bastante más hilvanar jugadas. Tiene mayor pegada, pero no la aprovecha. Mucho tiene que ver en ello el mal momento por el que pasan las bandas, sobre todo la derecha.
Además, tampoco el atacante madrileño, cedido por el Atlético, está rindiendo al nivel que se esperaba cuando se le incorporó en verano. No hay que olvidar que llegó a Vitoria-Gasteiz después de ser una de las grandes estrellas de Segunda. Marcó 15 goles con el Mirandés y participó de manera activa en el juego rojillo, lo que le está costando en el Glorioso. Ha jugado tanto de extremo zurdo como detrás de delantero como albiazul.
A esa pugna por jugar en la mediapunta, por cierto, puede haberse sumado un nuevo contendiente: Tomás Conechny. Igual fue una decisión circunstancial, por cómo iba el encuentro, pero el argentino jugó ahí cuando reapareció el sábado contra el Rayo. Y no es una posición extraña para él. Luis García ya le probó de 10 en algún momento y, en su presentación, Sergio Fernández dejó claro que era un atacante muy polivalente.
POSIBLE CASTIGO EN EL DOBLE PIVOTE
Otra posición en la que pueden haber dudas como consecuencia de lo acontecido durante el choque contra el Rayo es la de centrocampista. Hasta ahora, Joan Jordán había sido indiscutible, pero su decisión de tirar el penalti a lo Panenka enfadó sobremanera al Chacho, y eso puede tener consecuencias. No sería raro que el de Regencós partiera como suplente en el trascendental duelo de este sábado contra el Girona en Montilivi.