Quique De Lucas defendió la camiseta del Deportivo Alavés durante cuatro cursos, entre 2003 y 2007. Aterrizó en Mendizorroza procedente del Chelsea, como fichaje de campanillas, y vivió tanto buenos como malos momentos en su etapa como babazorro. La situación interna del club no era la ideal por entonces, más bien todo lo contrario, pero el exfutbolista barcelonés no guarda mal recuerdo de su paso por Vitoria-Gasteiz

“Cuando me preguntan por esos años, siempre diferencio Vitoria y el Alavés. La ciudad me encantó, y guardo muchos amigos. En lo futbolístico, sin embargo, no voy a negar que fueron años difíciles, aunque también hubo buenos momentos. La segunda temporada (2004-05), sobre todo, fuimos muy competitivos y pienso que, si me hubiera pillado más maduro, se podría haber visto una versión todavía mejor de mí”, reconoce.

De Lucas disputa un balón con Van Bronckhorst. Efe

Esa campaña fue la del ascenso a la máxima categoría, y el Glorioso “tenía un equipazo”. Demasiado, tal vez. “Tiempo más tarde vimos que no se podía pagar”, recuerda entre risas. Bonano, Téllez, Astudillo, Nené, Bodipo, Rubén Navarro y una leyenda como Mostovoi jugaban por entonces. “Había mucho talento e hicimos lo más difícil, que fue unirnos cuando las cosas fueron mal. Era un reto con tantos egos como había”, agrega.

EL DESCENSO "MÁS CRUEL"

Algo evidente, y lo confirma De Lucas, es que no se aburrieron durante esos cuatro años, pues el Alavés siempre estuvo metido en zona caliente, ya fuera buscando el ascenso o tratando de evitar la pérdida de categoría. Esto último no lo consiguieron en la 2005-06, y fue una de las mayores decepciones de su carrera. Solo hay que recordar cómo se produjo. Aún hay aficionados que tienen en la cabeza el tanto de Corominas.

“Es uno de los descenso más crueles que se pueden sufrir. Última jornada, último minuto y habiendo cumplido nosotros. Nunca se me podrá olvidar ese día. Al acabar nuestro partido, yo necesitaba estar aislado por la tensión y me fui a la sauna mientras un amigo me contaba por teléfono lo que pasaba en Montjuic. Cuando llegó el gol, se me vino el mundo encima. Y eso que yo tenía mucho cariño también al Espanyol”, revive

De Lucas, durante su etapa en el Alavés. Aritz García

La plantilla, según explica De Lucas, sabía que la supervivencia del club “dependía mucho” de esa permanencia. A partir de ese momento, se “generó la bola de nieve” y todo “cayó en picado”. Aun así, cree que el mero hecho de que el Alavés llegara con opciones a ese momento ya fue “un milagro”, pues el día a día era “surrealista”. Aquella época le exigió un trabajo mental importante, cuando todavía no se le daba visibilidad a ello. 

"La gestión del club en aquella época era amateur"

Con Dimitry Piterman al frente, la toma de decisiones fue "arbitraria", parte de “una gestión amateur” que “no tendría cabida” en el fútbol actual. “Hay muchas anécdotas, la verdad. Pasaron muchos jugadores que eran meros chivos expiatorios, pretemporadas en Miami, entrenamientos sin organización… Y eso que había buenos profesionales, pero no se les dejaba trabajar. Yo me preguntaba para qué los traía si iba a mandar él”, apunta.

No le sorprende, sin embargo, que el equipo haya sido capaz de resurgir de esa época tan oscura: “Que clubes como el Alavés pasen por momentos de sufrimiento es inevitable, pero siempre van a florecer. Vitoria es una ciudad de fútbol y el alavesismo es un sentimiento que nadie va a borrar. Luego, yo personalmente confiaba en la propiedad actual. Lo habían hecho bien en el baloncesto y supe que podrían trasladar eso”.