El Alavés pierde brillo en ataque
La producción ofensiva de los babazorros, que en el arranque era su punto fuerte, ha ido a menos en las últimas jornadas
El gol es muy caprichoso. Aparece y desaparece cuando uno menos se lo espera y tener esa pizca de suerte a favor o en contra determina por completo el transcurso de los partidos. Por eso mismo, como ha explicado Luis García Plaza más de una vez, lo importante para un equipo como elDeportivo Alavés, con menos calidad que otros, es generar el mayor número de ocasiones posible, reduciendo así el impacto de la fortuna.
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El problema del Glorioso en las últimas jornadas, sin embargo, no ha sido la falta de efectividad, tan protagonista en otros momentos, sino la escasa producción ofensiva. Ya sea por méritos del rival o por deméritos propios, a los albiazules les está costando crear situaciones de gol mucho más ahora que al principio de la temporada y eso les está lastrando, sobre todo cuando juegan lejos de Mendizorroza.
Así pudo verse, sin ir más lejos, este sábado en La Cerámica. Pese a no ser el Villarreal uno de los mejores equipos de la competición en términos defensivos –es de los más flojos, en realidad–, el Alavés sufrió sobremanera generar peligro. Buena muestra de ello es que, en los más de 90 minutos que duró la contienda, la única acción reseñable fue un centro de Tenaglia que remató Kike García en la primera mitad.
Una única ocasión clara y tres remates a la portería de Diego Conde fue el bagaje ofensivo de los gasteiztarras en tierras castellonenses, lógicamente insuficiente como para intimidar a los groguets. Esa comodidad atrás, además, fue lo que permitió a los de Marcelino García Toral dar un paso adelante y encerrar al Glorioso en su área a partir del minuto 55, si bien, eso sí, fue un penalti inventado el que acabó dándoles la sentencia.
En concreto, lo que más echó en falta el Alavés en La Cerámica fue profundidad. Tanto Carlos Vicente como Abde Rebbach fueron vigilados muy de cerca por la defensa amarilla, impidiendo así que atacaran el área; y tampoco la sala de máquinas ofreció alternativas llegando desde segunda línea. Jon Guridi, que suele ser el faro en ese sentido, fue el titular que menos veces tocó la pelota a lo largo del encuentro.
En consecuencia, la mayoría de las ofensivas babazorras murieron en la zona de tres cuartos y Kike García, la punta de lanza, fue como una isla en medio del océano. Se peleó con todo el que pudo, pero apenas dispuso de situaciones para ver portería. Solo Tenaglia, avanzando su posición siempre que tuvo ocasión, fue capaz de colgar algún que otro centro al área. Algo que Manu Sánchez también intentó sin demasiado éxito.
Preocupante fue, además, que los revulsivos, todos ellos de corte ofensivo, no fueran capaces de aportar un mínimo al Alavés. Carlos Martín pasó desapercibido; Joan Jordán no arriesgó en exceso con sus pases; y Stoichkov tuvo los mismos problemas para participar que Guridi. Los dos restantes, Tomás Conechny y Toni Martínez, entraron justo antes de que el Villarreal sentenciara, lo que puso cuesta arriba su actuación.
Ahora bien, esa dificultad para generar peligro no es cosa solo de la visita a La Cerámica, tal y como se ha avanzado. También se vieron contra el Rayo Vallecano y el Mallorca, pese a que se venciera a este último. Una y dos, respectivamente, fueron las ocasiones claras que registró el Alavés en esos dos partidos, durante los que, como ante el cuadro groguet, se le notó muy plano y espeso ofensivamente, casi sin ideas.
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MEJORÍA EN DEFENSA
La incógnita, en relación con lo anterior, es si el paso atrás en ataque ha tenido o no que ver con la clara mejoría en la retaguardia. El Glorioso, en esos mismos tres encuentros, se ha mostrado mucho más sólido y ordenado en defensa y esto último le ha permitido frenar la sangría de goles que tanto daño le estaba haciendo. Poco, eso sí, se puede hacer ante goles como los de Gumbau o Akhomach o los penaltis inventados.
No obstante, tanta dedicación en mantener la seriedad atrás puede estar lastrando al Alavés cuando se proyecta en ataque. Un equipo demasiado estático tiene menos opciones de sorprender y mucho menos si nadie toma riesgos por miedo al error. De todas formas, habrá que esperar a la vuelta del parón para comprobar si esa apatía ofensiva es fruto de una mala racha o algo más serio.