La falta de contundencia en los últimos compases privó anoche al Alavés de un triunfo frente al Mallorca. El Glorioso, que saboreaba ya los tres puntos después de mostrar su destreza en el balón parado y salir airoso de una errática primera mitad, acabó pagando caro un despiste defensivo y sumó tan solo un punto en Mendizorroza.

El Alavés fue de menos a más y mostró dos versiones opuestas en la velada frente al Mallorca. En el primer tiempo, el conjunto vitoriano tuvo sendas dificultades para llegar con peligro al área rival y sufrió en exceso en todas las transiciones .

De hecho, Antonio Sivera se volvió a convertir en un seguro de vida para los intereses albiazules, pues realizó varias intervenciones que evitaron el gol bermellón. Lo cierto es que, en el primer asalto, el Mallorca estuvo mejor plantado con una férrea línea defensiva de cinco futbolistas y el Alavés mostró una clara sensación de incomodidad. 

Tan solo unos fogonazos de Javi López y Samu Omorodion aliviaron a un equipo que, eso sí, ajustó sus errores durante el tiempo de descanso. 

Tras la reanudación, el Alavés recuperó el protagonismo con el balón y no sufrió tanto en tareas defensivas como en el primer tiempo. El Glorioso sacó a relucir una versión más madura. Tanto en las disputas como en la paciencia en la elaboración de jugadas. Además, la retaguardia vitoriana tuvo que trabajar a destajo en el arduo examen frente a Radonjic, Muriqi y Larin, unos incordios de muchos quilates.

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En imágenes: El empate del Alavés ante el Mallorca en Mendizorroza Jorge Muñoz

El partido, con el paso de los minutos, entró en una fase de alta tensión en la que ninguno de los dos equipos quiso regalar nada a su oponente. También fue una constante batalla para Samu Omorodion, a quien le tocó sufrir con los defensas del Mallorca en un duelo con pocas opciones de cara a puerta. 

La pizarra, antídoto

Pasada la hora de juego llegó el momento para agitar el árbol y buscar nuevas alternativas. Luis García apostó por la savia fresca del banquillo y la entrada de futbolistas de refresco dio sus frutos.

Benavídez insufló sacrificio en la sala de máquinas e hicieron lo propio tanto Carlos Vicente como Kike García en el último tercio. El Alavés se creció, fue consciente de que tenía los mimbres para derribar el muro bermellón y, en este clima de escasos errores, el balón parado emergió como la fórmula del gol vitoriano.

Así, en un centro de esquina ejecutado por Rioja, Benavídez irrumpió desde el segundo palo para abrir la lata y provocar el estallido de júbilo en las gradas de Mendizorroza. Un zarpazo de pizarra y que, en consecuencia, obligó al Mallorca a asumir más riesgos en todas las líneas.

Tras el gol y la desafortunada baja de Luis Rioja, quien abandonó el césped renqueante, el Deportivo Alavés metió más madera defensiva con Rubén Duarte y Tenaglia. El objetivo era certificar el triunfo a toda costa.

Pero la crueldad y el acierto visitante volvió a cruzarse en el camino de un Alavés que saboreaba en la recta final una titánica victoria frente a un rival directo. En una consecución de errores, a dos minutos del final del tiempo reglamentario, Nastasic pescó un balón muerto para marcar el tanto del empate y propiciar un jarro de agua fría para el anfitrión. Un precedente que recuerda al de los partidos frente a la Real Sociedad y el Real Madrid, en los que al equipo se le escurrió el botín en los últimos minutos,

El Alavés no se conformó con el empate y trabajó con más corazón que cabeza en el tiempo de alargue. Sin embargo, las tablas de un Mallorca experto en el fútbol farragoso impidió la que pudo haber sido una victoria prácticamente definitiva para establecer tierra de por medio con la zona roja de la clasificación.