Uno de los babazorros más destacados del duelo directo que disputó el Deportivo Alavés frente al Cádiz este viernes en Mendizorroza fue Kike García. Aunque no vio portería, como sí hizo en la reciente visita al Sánchez Pizjuán, el ariete conquense peleó como nadie sobre el terreno de juego, habilitando a sus compañeros –además de provocar el penalti del triunfo–, y argumentó así por qué Luis García le ha brindado la titularidad últimamente.
Esto último, eso sí, no es nuevo para Kike. El de Motilla del Palancar, hasta entonces en Osasuna, fichó en verano por el club babazorro y, desde el primer día, acalló cualquier duda sobre su figura. Disfrutó en el Nuevo Mirandilla de sus primeros minutos como albiazul y, ya en la segunda jornada, integró el once inicial y se encargó de dos de los cuatro goles que el Glorioso le marcó al Sevilla para conseguir la primera victoria de la temporada.
Dada tal irrupción, y a sabiendas de que su competencia (Miguel de la Fuente) estaba un par de escalones por debajo, Luis García le mantuvo como titular, pero todo cambió el 26 de agosto. A pocos días de acabar el mercado de fichajes, el Alavés cerró la cesión de Samu Omorodion y, entonces sí, el conquense encontró a alguien capaz de disputarle el puesto. No en un principio, ya que todo siguió igual hasta la séptima fecha, pero sí a partir de entonces.
Mientras la llama de Kike, fruto del estudio de los rivales o, simplemente, las típicas malas rachas por las que pasan los delanteros, se fue apagando, la del melillense fue creciendo y, con su capacidad para generar peligro, terminó quitándole la titularidad. Ante esta situación, muchos futbolistas se hubieran venido abajo, pues no es fácil gestionar una pérdida tan importante de protagonismo, pero ese no ha sido el caso del obrero del gol.
Tras un letargo de diez jornadas, durante las que solo fue titular en una ocasión, la mejor versión del nueve conquense volvió a escena ante el Real Betis en Copa, se confirmó contra el Sevilla en el Sánchez Pizjuán y brilló el viernes ante el Cádiz. “KikeGol, KikeGol, KikeGol” fue el cántico con el que respondió Mendizorroza a su gran actuación cuando fue sustituido por propio Samu en el minuto 75 del encuentro, ya con el 1-0 en el electrónico.
Y lo cierto es que razones para encumbrar a Kike no le faltan a la afición del Glorioso. Pese a no ser, al menos hoy en día, un ariete capaz de marcar 15 goles por temporada, el de Motilla de Palancar es de esos futbolistas que se dejan todo sobre el césped, sacan petróleo de cualquier acción –por muy inofensiva que parezca– y hacen la vida más fácil a sus compañeros. Algo que, claro está, encaja a las mil maravillas con la idiosincrasia albiazul.
RECUPERAR A SAMU
El buen momento de forma de Kike, además, ha coincidido con el bajón de Samu. Si bien sigue generando peligro cada vez que toca el balón, da la sensación de que la falta de puntería ha hecho que el melillense entre en un bucle mental. Se le ve apagado, en ocasiones ausente, y es labor de la plantilla ayudarle a recuperar la confianza. Es una pena, en este sentido, que ya no esté la opción de la Copa, siempre un buen escenario para revitalizarse.
Pese a que sigue siendo el máximo artillero del equipo, la Mamba, como le conoce la afición, no marca desde el mes de diciembre –ante el Granada, en Mendizorroza– y esto no se debe a una falta de minutos u ocasiones. El viernes, sin ir más lejos, dispuso de un gran centro de Javi López para anotar el 2-0 y sentenciar al Cádiz, pero no conectó bien con el balón y este ni siquiera intimidó al guardameta visitante Conan Ledesma.