A la hora de valorar el rendimiento de los directores deportivos, los aficionados suelen centrarse, como es lógico, en el buen o mal hacer de los fichajes, pero ese análisis sería mucho más completo si se conocieran los entresijos de cada decisión. Todo tiene un porqué y, con la idea de dar a conocer cómo funcionan las secretarías técnicas, LaLiga lanzó hace unos meses el podcast ‘Arquitectos’, a donde Sergio Fernández ha acudido este mes.

El leonés, principal exponente de la dirección deportiva del Alavés, ha sido el primer invitado de la segunda temporada y, durante su entrevista, habla tanto del pasado como del presente y el futuro del club gasteiztarra. Ahora bien, gran parte de la conversación gira en torno a la construcción de la plantilla de esta campaña, en la que los babazorros han regresado a la máxima categoría tras solo un año de travesía por la Segunda División.

Entre los términos que emplea Fernández para definir la planificación albiazul, la “polivalencia” es uno de los más significativos. Se ha buscado un Glorioso “camaleónico”, que sea capaz de “sorprender” a los rivales y adaptarse a los distintos escenarios. “Esa multifuncionalidad nos da riqueza táctica, permitiendo a Luis García jugar de una u otra manera dependiendo el rival. Ya el año pasado intentamos sentar las bases de ello”, agrega. 

Dicha polivalencia, además, ha ido de la mano con intención de que el técnico madrileño tuviera dos hombres por puesto, siempre con un nivel parejo entre ambos. “Un equipo como el nuestro necesita generar competencia interna de manera constante, ya que solo así es posible sacar el mejor rendimiento de los jugadores. No podemos permitirnos, en la misma línea, que haya un salto evidente ante la necesidad de cambios”, explica el leonés. 

También se ha intentado nivelar, y así se aprecia al analizar incorporaciones como la de Kike García, la experiencia de sus integrantes, si bien la tendencia va hacia la juventud. “Hemos buscado un equilibrio, está claro, pero en la edad media del grupo se ve en qué nos hemos centrado. Para nosotros, aparte de competir, es fundamental crearle patrimonio al club, sobre todo con futbolistas de nuestras bases”, manifiesta. 

Samu Omorodion celebra, con Kike García, su gol frente al Celta. Efe

Y, en relación con las promesas, Fernández también valora a las tres que han llegado cedidas (Simeone, Omorodion y Karrikaburu) este verano: “La pena es que no sean de nuestra propiedad, porque tendríamos un filón económico para dar estabilidad al club los próximos 20 años. Son tres jugadores tremendos, con un gran potencial, y su trayectoria dependerá de lo bien o mal que tomen las decisiones que se encuentren por el camino”. 

Más concretamente, sobre Giuliano, quien volverá pronto, el leonés destaca su “energía y “confianza”; de Samu habla de su necesidad de “aceptar” todo lo que le ha pasado en verano para poder así mostrar su “talento descomunal”; y, a Karrika, lo define como el “prototipo” de futbolista moderno, capaz de hacer muchas cosas bien. “Solo requiere algo de suerte para, cuando tenga la oportunidad, aprovecharla y crecer desde ahí”, añade.

EL PAPEL DE LUIS GARCÍA Y LA EXIGENCIA DEL ESCENARIO

Asimismo, es digno de mención que Luis García ha participado en cada una de las decisiones de este verano, pues así es la relación entre ambas áreas. “Para nosotros es imprescindible que exista esa conexión con el míster y su equipo. Nosotros nunca vamos a firmar un jugador con el que el cuerpo técnico no esté convencido, y lo mismo sucede al contrario. Trabajamos unidos, tanto para lo bueno como para lo malo”, admite. 

Luis García, durante el Alavés-Betis de esta campaña. Jorge Muñoz

Pese a ese trato de confianza, que debería facilitar las cosas, Fernández comenta durante la charla que el verano no ha sido sencillo. Al día siguiente de conseguir el ascenso a Primera, su cabeza no pensaba en otra cosa que en la “responsabilidad” de no fallar. “Mi mayor obsesión es no defraudar. No puedo permitirme que, cada fin de semana, la afición no se sienta orgullosa de lo que ve, acompañen o no los resultados”, comenta.

Y a esa exigencia, cabe recordar, se sumó la escasez de tiempo. “Aunque teníamos dos planes de actuación, por si conseguíamos el objetivo o no, acabar tan tarde generó tensión e incertidumbre. Se nos escaparon algunas primeras opciones, pues no querían comprometerse sin conocer la categoría, y anduvimos con prisas a la hora de configurar la pretemporada. Por suerte, contamos con un grupo muy profesional”, apunta.

VALOR HUMANO Y CANTERA

Un aspecto al que se refiere Sergio Fernández en distintas ocasiones es el valor humano. Esto último pesa mucho, aunque también lo hagan los datos cuantitativos. “Intentamos generar un estado de exigencia máxima y, para ello, requerimos de una gran actitud, motivación e implicación. No buscamos gente plana, pero sí queremos un buen clima y esa parte actitudinal la analizamos en reuniones y conversaciones”, acentúa. 

Para finalizar, el director deportivo leonés también habla del valor de la cantera, cada año más desarrollada, para el Alavés: “Nosotros le damos valor al rendimiento, no a la categoría y la clasificación. A pesar de que nos gustaría ver al filial en Primera RFEF, lo más importante es que los jóvenes alcancen el nivel necesario, y en el menor tiempo posible, para ser útiles en el primer equipo. Ese es uno de nuestros principales objetivos”.

LA RESPONSABILIDAD DE NO DEFRAUDAR EN 2016

Durante su entrevista en el podcast Arquitectos, producto oficial de LaLiga, Sergio Fernández repasa también su propia trayectoria futbolística. Esa que empezó como aficionado, continuó sobre los terrenos de juego y, en la actualidad, está ligada a la secretaría técnica del Deportivo Alavés, con quien renovó hasta 2026 este último verano, tras certificar el ascenso a la máxima categoría. 


“No concibo mi vida sin el fútbol. Mi padre me incitó, desde pequeño, a ir cada domingo a las gradas y luego empecé a entrenar”, recuerda. El leonés jugó en la Cultural, Numancia, Hércules y Real Murcia, entre otros, y alcanzó la Segunda División. De ahí, una vez retirado, dio el salto a los despachos, aunque tuvo un breve paso por los banquillos gracias a Juan Carlos Garrido, quien le tuvo como asistente en el Real Betis. 


Pese a que le sorprendió “la manera en la que llegó”, Fernández admite que, después de colgar las botas, sí se veía integrando una dirección deportiva, si bien los primeros pasos no fueron fáciles. “Al principio, sentí preocupación por la falta de conocimiento; no se parece en nada lo que uno intuye a lo que realmente es la profesión. Opinar desde fuera es fácil, pero, cuando tus decisiones tienen consecuencias, empieza a apretar el cuello”, admite. 


El leonés firmó en 2016 por el Alavés y define ese nuevo comienzo como un “auténtico reto” –el club acababa de regresar a la élite–. “Mi predecesor tuvo una trayectoria realmente exitosa, y a mí se me pidió una evolución a ese proyecto. Lo que más pesó en mí fue la responsabilidad de no defraudar a quienes habían apostado por mí y, afortunadamente, aquí seguimos después de siete temporadas”, agrega. 


Uno de los objetivos que tuvo Fernández al fichar por el Glorioso, más allá de evolucionar el proyecto, fue recuperar el “sentimiento de pertenencia” de la ciudad hacia su equipo. “Este club siempre había tenido a su afición como soporte, pero hacía falta una conexión entre lo que se hacía en las categorías inferiores y el primer equipo. Hoy creo que hemos asentado esas bases, con cada vez más canteranos cerca de dar el salto”, explica. 


A la afición, precisamente, le dedica el leonés una de sus respuestas al recordar sus primeros meses en Vitoria-Gasteiz: “Si algo me sorprendió cuando llegué, fue la capacidad que tiene esta ciudad para acoger a los nuevos y hacernos sentir como uno de los suyos. Nuestra hinchada nunca nos deja solos y, a cambio, solo nos pide que les hagamos sentir orgullosos con nuestro esfuerzo y dedicación, sin importar los resultados”.


LA SALIDA DE BORDALÁS

Para finalizar, Fernández argumenta una de sus decisiones más polémicas, el cambio de José Bordalás por Mauricio Pellegrino: “Se realizó un movimiento radical porque creímos que eso demandaba el proyecto. La forma de ser de Mauricio –calmado, comprensivo y con la mente abierta para los cambios– nos dio mucha tranquilidad, permitiéndonos trabajar sin prisas ni urgencias. Era la persona indicada para dirigir esa primera campaña en la élite”.