Un ambiente distendido se respiraba en la trasera del suntuoso Teatro Arriaga de Bilbao. En la tarde de este martes donde el calor ferviente radiaba sobre un millar de jóvenes que aguardaban apaciguados. Poco ha durado la calma. Solo hasta que el Búfalo de Gernika, reconocido jugador del Athletic, ha entrado en la plaza junto al resto de la elektrotxaranga Sakatu.
En ese momento la casi quincena de músicos –con sus tambores, platillos, dos trompetas, trombón, guitarra, bajo, micrófonos y hasta la trikitixa– han sacado la artillería pesada a calle. Pero antes, un gesto distinguido, los integrantes han representado un heteróclito aurresku. Minutos después, comenzó la fiesta.
Cientos de jóvenes han comenzado a saltar y a seguir la jovial música donde la diversión controlada era palpable en el ambiente. Pronto salió la primera perla del repertorio, la bilbaina canción La Chica del Batzoki sorprendió al público que hacía comunión con la banda. “Somos un grupo de amigos de distintas zonas del Txorierri y cada día lo pasamos mejor” ha afirmado el integrante, Porras.
Ha sido un día especial para el bajista Mikel Iglesias quien estaba visiblemente emocionado al estrenarse con la banda. El entusiasmo ha sido una constante. El getxotarra Aritz Landeta lo sabe bien, aunque ya no toca con la banda no ha dudado en estar presente disfrutando y haciendo que todo funcione.
Una Piña
Público y equipo han sido uno. Pronto la sombra de Asier Villalibre ha quedado oculta por el gran jolgorio y la buena actuación de Sakatu. Los vecinos de Sodupe Asier Vallejo y June Ibarretxe lo han explicado bien: “Nos hace muchísima ilusión ver los valores de Asier y que este aquí, pero cuando no está también venimos porque el show es descomunal”, aseguran.
El espectáculo ha continuado hasta estar a punto de alcanzar las tres horas de duración. La armonía ha sido espectacular y cada uno de los miembros hacía lucir sus enseres. Los acordes de Antxon Intxaurtza, el trombón de Julen Pagazaurtundua...
Los deustotarras Jon Ander Sagasti y Elaia Etxeandia tenían el plan hecho para cuando acabase la actuación. “Nos quedan otras dos. Luego iremos a ver a Gatibu en Abandoibarra y, después, a Belako. Que venga quien quiera”, han propuesto entre las cuadrillas. Hubiera sido emocionante disfrutar del último bis, la emocionante balada de Xalbadorren Heriotzean, pero las calles nos perdieron.
De todas maneras, qué bonito poder apreciar y poner en valor la vida cotidiana. Lejos de la norma no escrita de que los futbolistas deben vivir en un escaparate continuo de ostentación, Asier Villalibre es diferente. El trompetista favorito de Bilbao ha actuado con total discreción y encanto demostrando que tiene los valores aprendidos.