El Alavés ha dejado su sello en todas las categorías del fútbol profesional en las últimas décadas, pero nadie olvida el ascenso a Primera del 1998. Tras 42 años de ostracismo en divisiones alejadas de los focos, la escuadra liderada en el ataque por Manolo Serrano rubricó su pase a la élite tras un curso memorable.
El histórico goleador catalán se convirtió en un ídolo para todos los jóvenes que acudían a la grada General. Serrano batió todos los registros goleadores del club del Paseo de Cervantes y se convirtió en el máximo artillero del Glorioso.
DOS ETAPAS COMO ALBIAZUL
Jugó cinco temporadas en el club gasteiztarra divididas en dos etapas y desde los primeros días estableció una estrecha relación con la afición albiazul. Su primer periplo fue en la campaña 1992-93, en la división de bronce. La segunda, de cuatro cursos, de la 1994-95 a la 1997-98.
Logró el ascenso a Segunda en Jaén en la 1994-95 y subió con el Alavés a Primera en la 1997-98. Su doblete ante el Rayo Vallecano, en el duelo donde el Alavés se jugaba el ascenso a Primera, dejó una histórica imagen para el recuerdo.
No hay duda, por tanto, de que Manolo Serrano fue uno de los artífices de una de las épocas más gloriosas que ha vivido el Alavés. Su compromiso con el escudo, la afición y el indudable olfato goleador fueron argumentos más que suficientes para que Serrano sea recordado, a día de hoy, como uno de los grandes ídolos del alavesismo.
Desde la distancia, el histórico delantero barcelonés desea que el Alavés firme un nuevo ascenso a la máxima categoría. Pese a que, con el Glorioso, no pudo lucir la elástica albiazul en la máxima categoría, sí que lo hizo defendiendo los intereses del Espanyol. – I. G.