Días después de realizar una de las actuaciones más solventes del curso en la visita del Burgos, el Alavés de Luis García se dio ayer de bruces ante un Real Oviedo que ejecutó a la perfección el plan establecido por Cervera. El cuadro carbayón, que en los últimos cinco encuentros disputados en su feudo tan solo había encajado un gol, supo minimizar el poderío ofensivo del Glorioso para hacer del Carlos Tartiere un fortín inexpugnable.

El conjunto babazorro llegaba a su cita en territorio asturiano con plena confianza tras los últimos triunfos ante el Valladolid y Burgos, donde las sensaciones a nivel colectivo volvieron a ser ilusionantes y permitieron disipar las dudas de un último mes de diciembre fatídico. Ahora bien, el escenario para prolongar la buena dinámica no era el más sencillo, pues el Oviedo ha impregnado el estilo de su técnico para convertirse en un rival incómodo para cualquiera que visita su estadio. Anoche, ante el Alavés, no fue una excepción.

Además de que el cuadro de Cervera exigiese al Glorioso una de sus noches más lúcidas para estar cerca de rubricar un nuevo triunfo, lo cierto es que durante el transcurso de la temporada el Alavés no se ha mostrado especialmente cómodo en los partidos en los que ha tenido que llevar la iniciativa desde campo propio. Ante el Burgos, los de Luis García supieron encerrar al rival en su área y subieron varias marchas en su ejecución de las jugadas; algo que no ocurrió en el Tartiere.

De hecho, el Alavés fue incapaz de derribar el muro de un rival que apenas sufrió en la zaga. La desconexión entre la sala de máquinas y la zona de tres cuartos fue decisiva, pues ningún atacante albiazul dispuso de alguna clara ocasión para sorprender a Braat, que tan solo recibió un disparo entre los tres palos.

El punto, que no habría sido un mal resultado en vista de que el Alavés recibe en una semana al Racing en su casa, se esfumó en cuestión de minutos tras una tardía lectura de lo que demandaba el partido. Abqar, que recibió una amarilla a los veinte minutos y estuvo siempre sobre el alambre, cometió un error infantil que precipitó la derrota.

El zaguero albiazul, una de las más gratas sensaciones del curso, ya había estado cerca de recibir la segunda amarilla tras algún lance donde jugó con fuego. Sin embargo, pasado el minuto 70 y cuando Luis García estaba preparado para agitar el árbol con las sustituciones, el marroquí recibió la roja directa tras un clamoroso error en la salida de balón y su posterior falta a Obeng. Y esta inferioridad numérica acabó pasando factura a un equipo que, además de ser incapaz de elaborar algo de juego, afrontó el tramo más decisivo de la contienda en inferioridad numérica.

SENTENCIA A BALÓN PARADO

Segundos antes de la expulsión de Abqar, el Alavés ya tenía preparada la entrada de Abde y Laguardia por Alkain y Maras. Un movimiento que no se ejecutó y que obligó al plantel babazorro a reajustar su engranaje. La dinámica de la contienda apuntaba a un empate sin goles en un partido sin brillo, pero apenas diez minutos después de que el Glorioso se quedase con uno menos, la tibieza a balón parado inclinó la balanza en favor del Oviedo. Una jugada mal defendida por los de Luis García fue suficiente para que los tres puntos se quedasen en casa de un equipo que aprovechó su poderío físico y frenó en seco la verticalidad albiazul.