La Copa no es una competición como otra cualquiera para el Deportivo Alavés; se podría decir, incluso, que varias de las mejores noches futboleras que ha vivido la afición albiazul han sido, precisamente, en el torneo del KO, donde su equipo, sin importar muchas veces la categoría en la que estuviera, ha ofrecido grandes actuaciones. Solo hay que ver, por ejemplo, lo que ocurrió en el curso 2016-17, cuando el cuadro vitoriano, recién ascendido a Primera División, se plantó, junto a 20.000 seguidores, en la final del Vicente Calderón.

No obstante, si se echa un vistazo a las últimas participaciones del Glorioso en la Copa, lo cierto es que estas han dejado un regusto muy amargo. Tras la mencionada final frente al Barcelona y la posterior eliminación en cuartos de final ante el Valencia, que venció por medio de una taquicárdica tanda de penaltis, el conjunto babazorro no ha vuelto a pasar de dieciseisavos, aunque esto último, en realidad, no ha sido lo más preocupante, pues por delante de los resultados, siempre están las formas.

El torneo del KO, y de los sinsabores

En la campaña 2018-19, el Alavés fue eliminado por el Girona, siendo esto algo poco preocupante al tratarse también de un equipo de la élite; pero, en las tres ediciones siguientes, cayó frente a rivales de inferior categoría. Quien empezó esta racha traumática fue, encima, un contrincante directo del pasado; a las órdenes de Asier Garitano, durante el curso 2019-20, los vitorianos fueron eliminados por el Real Jaén, perdido en el desierto de Tercera después de aquella histórica derrota, con gol de Guzmán Casaseca, en la Nueva Victoria.

El torneo del KO, y de los sinsabores

Aquel día, además, los albiazules no se plantaron en suelo andaluz con un once cualquiera. El técnico vasco alineó a Sivera, Martín Aguirregabiria, Laguardia, Magallán, Javi López, Adrián Marín, Pere Pons, Wakaso, Borja Sainz, Luis Rioja, Guidetti y Joselu con el claro propósito de cerrar lo antes posible el encuentro y, aun así, los locales fueron muy superiores. Tanto que el resultado final fue de 3-1 y el Glorioso, muy lejos en todo momento de la intensidad requerida, tardó 86 minutos en marcar su único tanto.

Aunque esta última, pese a ser dolorosa por la identidad del rival, seguramente no fue la más sonrojante. Al año siguiente, tras superar al Rincón, de la Preferente malagueña, y al Deportivo de la Coruña, en aquel momento como parte de la extinta Segunda B, el Pitu Abelardo volvió a tomar las riendas de la escuadra babazorra –en detrimento de Pablo Machín– y debutó en un duelo copero ante el Almería de la categoría de plata, quien le endosó una goleada histórica (5-0) gracias a los tantos de Sadiq (x2), Aketxe, Villar y Battaglia (en propia puerta).

Y, como no hay dos sin tres, la temporada pasada el Alavés, a quien ya la estaba golpeando lo suficiente cada fin de semana la liga, siguió esa misma línea de caer eliminado frente a rivales de división inferior. En esta ocasión, fue el Linares, de la Primera RFEF, el encargado de apear de la Copa al conjunto gasteiztarra; el resultado final fue de 2-1 –marcó Mamadou Sylla en el Municipal de Linarejos– y, de esta manera, los pupilos de Javi Calleja tuvieron que despedirse de dicha competición después de haber ganado únicamente al Unami segoviano.

Tres eliminaciones muy dolorosas y que, casualmente, vivió muy de cerca Antonio Sivera, el único albiazul presente en la actual plantilla que ha participado en todas ellas, además de titular. Al ser suplente de Fernando Pacheco, el de Jávea fue siempre el guardameta de la Copa y es esa mala experiencia la que debe servirle para transmitir a sus compañeros, en especial a los recién llegados, lo complicada que puede ponerse una eliminatoria si se confían o no ofrecen su cien por cien desde el pitido inicial del colegiado.

Visita al Camp d’Esports

El Lleida Esportiu, este domingo a las 18.00 horas, va a ser el equipo que va a poner a prueba esto último. Pese a que el torneo del KO, tal y como explicó Luis García Plaza en una de sus últimas comparecencias, es algo secundario, la obligación del Alavés es competir y, por consiguiente, ofrecer una buena imagen. Así, aunque caiga eliminado, que puede suceder, no lo hará con el amargo regusto de las anteriores campañas, cuando ni siquiera los menos habituales aprovecharon su oportunidad de convencer al entrenador.

Y lo cierto, si se mira el historial babazorro en la Copa, es que al Glorioso no se le ha dado nada mal participar en ella como parte del bombo de Segunda División. El claro ejemplo de ello es que en la temporada 1997-98, cuando a la postre se logró el ascenso a Primera, la escuadra vitoriana, con Mané en el banquillo, llegó a semifinales después de someter al Aurrera, Real Oviedo, Compostela, Real Madrid y Deportivo, lo que le hizo ganarse el apodo de matagigantes.

El Camp d’Esports, por otro lado, no es el típico campo modesto del fútbol semiprofesional; se trata de un estadio con pasado en la élite, donde en 2016 también se realizó una importante inversión para actualizar todo lo relacionado con su césped (drenaje, sistema de riego, etcétera), y que no tiene nada que envidiar a muchos de los feudos que visita el Alavés cada jornada liguera. Se podría decir, incluso, que los gasteiztarras, por más que hubieran preferido un destino más cercano, han salido beneficiados en este sentido.