Hablar sobre Álvaro Cervera no es hablar de un cualquiera. El ecuatoguineano es uno de esos entrenadores que allá donde van dejan huella, tal y como lo hizo en el Cádiz o en el Tenerife, y que ahora ha llegado al Carlos Tartiere dispuesto a conseguir lo que la afición carbayona lleva tanto tiempo esperando: un Real Oviedo que, mediante su competitividad, renazca de sus cenizas para, en un futuro no muy lejano, volver a vivir una época dorada como la que tuvo el club a lo largo del siglo pasado.

Esto último no será fácil, y requerirá su tiempo, pero si algo ha demostrado Cervera en los banquillos es que su idea, aunque no sea la más atractiva, funciona. O así lo hizo, al menos, en el mencionado cuadro gaditano, al que cogió en Segunda B y terminó llevando a Primera División gracias a un juego muy intenso, sustentado por su fortaleza defensiva, y extremadamente vertical en ataque. Un estilo que, por cierto, también ha funcionado bastante bien en Mendizorroza durante varios años.

Ahora bien, pese a que la trayectoria de El Gafa, como popularmente se le conoce, hable por sí sola, empezar de nuevo nunca es sencillo, sobre todo después de haber estado casi seis años en un mismo lugar, lo cual no es demasiado habitual en el mundo del fútbol. Ese es, sin ningún tipo de duda, el mayor reto que tiene por delante técnico ecuatoguineano, quien, para tener éxito en la escuadra ovetense, va a tener que convencer y contagiar a una nueva plantilla de que su manera de ver el fútbol es la adecuada para lograr éxitos.

Un proceso complicado, pero que no lo es tanto cuando se acompaña con victorias, que son la cura ideal para cualquier mal en este mundo. Y, en ese sentido, lo cierto es que Cervera es un experto; se podría decir, incluso, que ningún otro entrenador de Segunda cuenta con su capacidad para jugar con el resultado. Ya se vio, por ejemplo, en su estreno del pasado lunes frente al Málaga, quien fue incapaz de emplear su juego una vez el Oviedo se puso por delante gracias a un penalti transformado por el exalbiazul Borja Bastón.

Además, la realidad es que El Gafa ha tenido suerte, pues, aunque se ha subido al barco con mucho menos tiempo de preparación que sus rivales, la igualdad que reina en Segunda División le va a permitir tirar hacia arriba en el momento que su equipo logre encadenar una buena racha. Si se echa un vistazo a la clasificación, se puede ver que los carbayones, con más derrotas (5) y empates (4) que triunfos (3), están a solo siete puntos de los puestos de promoción, delimitados ahora mismo por el Albacete.