Punto trabajado. Muy, muy trabajado. De hecho, vistos los 45 primeros minutos muy pocos hubieran vaticinado que el Alavés mantendría su imbatibilidad. Los de Luis García estuvieron a merced de su rival en esa primera mitad. Aguantando como podían el acoso y derribo de un Cartagena mucho más intenso y que parecía que se iba a llevar el partido. Sin embargo, no fue así. Y es que pese a que todo pintaba mal, el Alavés supo salir airoso de la guerra vivida en el Cartagonova. Indemne de una batalla sin cuartel, en la que los de Luis García sufrieron en exceso ante el ímpetu del conjunto local. Los pupilos de Luis Carrión se emplearon en ocasiones con excesiva dureza y al cuadro babazorro no le quedó más re medio que aguantar los golpes.

Como si de un combate de boxeo se tratara, la escuadra albiazul resistía en las cuerdas del ring su oportunidad. Eso sí, no gozaría de muchas durante la primera parte fruto de la habilidad para frenar el juego del Cartagena. Cada vez que el Alavés trataba de salir rápido a la contra o elaborar una jugada con cierto peligro, el Efesé paró el juego con una falta táctica. El otro fútbol. Válido si se lo permiten como ocurrió ayer con un colegiado muy permisivo con los futbolistas locales.

Eso sí, tampoco el Deportivo Alavés es que estuviera muy fino a la hora de elaborar el juego. Incapaz de superar la tela de araña tejida por Luis Carrión en la medular. Atascados y sin ideas, el Glorioso no dispuso del balón. No disfrutó. Ya lo había advertido Luis García hace semanas cuando señaló que su equipo necesitaba tener más el balón para no sufrir y poder crear peligro. Pues bien, ayer durante los primeros 45 minutos, el Deportivo Alavés las pasó canutas ya que fue incapaz de retener el balón más de dos pases seguidos.

Los números dejaron bien claro la superioridad del Cartagena en este aspecto. En la primera mitad el conjunto murciano ganó por goleada la posesión al alcanzar un 75% por un escaso 25% del Alavés. Fue el cuadro albinegro el único que llegó con cierto peligro al área rival.

El Alavés trató de aguantar las embestidas del rival como fuera. Defendiéndose panza arriba. Ejercicio de resistencia agónica. No le quedó otra a los de Luis García ante el mayor dominio del partido de los locales. El centro del campo albiazul estuvo sobrepasado. De hecho, se pasó casi toda la primera mitad persiguiendo futbolistas rivales. Sufrimiento. Ya lo avisó el técnico albiazul. Cuando el Alavés no tiene la posesión, sufre y ayer durante 45 minutos lo pasó fatal.

Siempre se levanta

Al final, tanto fue el cántaro a la fuente que el Cartagena consiguió adelantarse en el marcador. Un justo premio a su insistencia. Sin embargo, este Alavés ya ha demostrado a lo largo de esta temporada que no es un rival que baje los brazos. Puede estar grogui, boqueando en la lona y a punto de que el árbitro decrete el KO que siempre se levanta. Irreductible. Un espíritu combativo a prueba de bombas.

Resistir, resistir y resistir para después revolverse y dar el golpe de gracia. Así lo hizo y cuando parecía que podría estar sentenciado, a la mínima que se despistó el rival aprovechó su ocasión para mandarle un directo a la mandíbula. Letal. Tiene veneno. No se le puede dar por muerto antes de tiempo. Para derribarle hay que matarle más de una vez. Ayer el Cartagena comprobó cómo la escuadra babazorra volvió a la vida tras haber estado en el más allá durante muchos minutos. Mérito tremendo de Luis García, que ha conseguido que sus guerreros nunca bajen los brazos. Resistir en la agonía y golpear.