Cada maestrillo tiene su librillo, eso es lógico e innegable. Sin embargo, el estilo de juego no es lo que hace que un entrenador sea mejor o peor. En realidad, lo más distintivo es la capacidad que tiene cada técnico de moldear su mapa mental para adaptarse a las necesidades del equipo que dirige. En este sentido, hay quienes prefieren morir con sus ideas porque piensan que son el único camino hacia el éxito; y los que, por el contrario, no ven la adecuación como una traición y optan por abrir su mente en busca de nuevos horizontes.
Javi Calleja, por ejemplo, entra dentro de este último grupo de profesionales. Tras lograr la permanencia el curso pasado, el preparador babazorro dejó claro que su intención esta temporada era ofrecer a la afición alavesista un juego más técnico y vistoso. No obstante, el paso de las jornadas y, sobre todo, la acumulación de derrotas provocó que el madrileño empezara a probar todo tipo de alternativas para evitar la sangría. Una búsqueda, sin duda, racional y que, después de varios contratiempos, ya ha empezado a dar alegrías al conjunto gasteiztarra.
Tal y como se vio ayer contra el Elche y en la visita al Nuevo Mirandilla -también frente al Atlético de Madrid-, el Glorioso ha vuelto a sus viejas costumbres y está fundamentando su juego, antes que en cualquier otra cosa, en la fortaleza defensiva. Algo que brilló por su ausencia en las primeras jornadas, pero que ahora, según se suceden los partidos, cada vez está deslumbrando más a los atacantes rivales, que, incluso cuando hay rotaciones, no encuentran la forma de atravesar la muralla albiazul.
Falta de ocasiones
Esta, además, no es otra que la respuesta más adecuada a la fragilidad en ataque. Al Alavés le sigue costando generar ocasiones, aunque ayer mejoró sobremanera en este aspecto, y, ante esta situación, mantener la portería a cero es un beneficio incomparable. Sin olvidar, asimismo, la confianza para incidir sobre el área contraria que aporta a los futbolistas saber que tienen sus espaldas cubiertas por una zaga segura. Buena muestra de ello son, entre otras acciones, las constantes carreras de Ximo Navarro por la banda, que castigó una y otra vez a la defensa franjiverde.
Es cierto que esto último aún se encuentra en ciernes, porque la proyección ofensiva de los hombres de atrás es muy mejorable, pero todo se ve mejor -y se trabaja de la misma manera- después de dos victorias consecutivas. La principal preocupación hasta hace unos días era que la catastrófica dinámica impidiera al vestuario confiar no solo en Calleja, sino en sus propias capacidades. Ahora, con la cabeza provisionalmente fuera del descenso y aprovechando la corriente favorable, todos ellos tienen la oportunidad de dar ese paso al frente que catapulte a los babazorros y haga vibrar a Mendizorroza.
Balón parado
Pese a que en el choque ante el Cádiz se rompió con la maldición del gol a través de jugada combinativa, eso no quiere decir que el balón parado no siga siendo una de las principales fortalezas del Glorioso. Al igual que en el partido contra el Atleti, el Alavés volvió a cosechar un triunfo gracias a un tanto en jugada ensayada.
Primero fue Laguardia, cuando se dio la sorpresa al vigente campeón de liga, y ayer le tocó a Mamadou Loum, quien estrenó su casillero como albiazul llegando desde segunda línea. Una diana, eso sí, que no es más que la guinda para el espectacular rendimiento que está dando el centrocampista senegalés desde que se ha hecho con un puesto fijo en el once titular del conjunto gasteiztarra.
El conjunto babazorro vuelve a aprovechar -como ante el Atleti- su fortaleza a balón parado para ponerse por delante en el marcador