El mayor error que pueden cometer los equipos de tabla media-baja es dejar marchar a sus baluartes. Esos que, con su mera presencia sobre el césped, son protagonistas directos en la consecución de los objetivos.

Sin embargo, dado que en el fútbol reina, aunque con matices, el mercado libre, cada nueva ventana de traspasos hace más difícil mantener en plantilla a esos futbolistas destacados. Sobre todo, a partir del momento en el que estos -en su completo derecho, claro está- ven con muy buenos ojos subir un escalón tanto deportivo como económico.

En ocasiones así, cuando un tiburón llama a tu puerta y ves a través de la mirilla cómo asoma sus dientes, mostrar una posición de fuerza es fundamental. De esta manera, aunque el club grande cumpla con su propósito, que no es otro que aprovechar su estatus para reforzarse, lo hará dejando a cambio un beneficio económico sustancial que te permita maniobrar en busca de sustitutos que, a su vez, hagan olvidar la importante pérdida que acabas de sufrir.

En este sentido, el Deportivo Alavés en los últimos años ha sido implacable. Desde que se ascendió a la máxima categoría, el Glorioso ha recibido infinidad de propuestas por pilares como Pacheco o Laguardia, que ya defendieron la zamarra albiazul en la división de plata, y, pese a ello, la entidad del Paseo de Cervantes, resguardada en la cláusula de estos jugadores, ha conseguido mantenerlos en el vestuario.

También se intentó hacer lo mismo con Maripán, pero, en aquella ocasión, el potencial económico del Mónaco pudo más y se llevó al mejor central de la plantilla por 18 millones de euros que, a buen seguro, fueron celebrados en Mendizorroza, pues, aunque su marcha fuese un duro varapalo, un negocio de ese calibre siempre ahoga las penas.

En los dos últimos años, quienes más han acaparado las miradas y los deseos de esos tiburones sedientos de sangre han sido Lucas Pérez y Joselu. La pareja gallega llegó al conjunto babazorro con el objetivo de reencontrar su mejor versión y, aparte de conseguirlo, comenzaron a aparecer en las agendas de los directores deportivos.

La primera vez que el Alavés tuvo que mostrar su posición de fuerza por uno de los dos fue en el mercado invernal de la temporada 2019-20, cuando, tras una más que notable primera vuelta, el Barcelona llamó a la puerta de Lucas y, pese a la insistencia de ambas partes, el delantero coruñés continuó a las órdenes de Asier Garitano.

Con el bajón de rendimiento del primero, el curso pasado el protagonismo fue solo para Joselu, que rindió al nivel de los mejores delanteros de LaLiga. Su incidencia en el juego albiazul y sus goles -11 nada menos- llamaron la atención de Julen Lopetegui y su Sevilla, que desde que terminó la competición está haciendo esfuerzos por ficharlo para ser parte de su proyecto de Champions.

Sin embargo, ha pasado ya un mes y medio desde que comenzaron esos rumores y, a día de hoy, el ariete nacido en Stuttgart está realizando la pretemporada bajo la tutela de Javi Calleja, lo que demuestra, una vez más, el valor que le da la entidad de Mendizorroza a su nueve y la clara disposición de no dejarlo marchar salvo que llegue una oferta muy cercana -o idéntica- a su cláusula de rescisión.

Ximo, a la espera

Como adelantó este periódico, otro de los deseados de la plantilla alavesista es Ximo Navarro. El defensor andaluz, que renovó un año más por jugar 25 partidos -la misma línea que tiene Joselu en su contrato de cara al curso 2021-22-, cuenta con una oferta del Elche y el club no ve con malos ojos dejarle marchar. Ahora bien, para que su marcha sea posible, los ilicitanos deben mejorar su propuesta, la cual, inicialmente, ha sido de 500.000 euros.

Pilares de la plantilla como Fernando Pacheco o Víctor Laguardia también pasaron por la situación del delantero gallego