Si el Alavés considera que el triunfo logrado el sábado en Valdebebas supone un paso importante en la consecución de su principal objetivo, o sea la permanencia, va listo. Lo cierto es que ese, por otra parte, gran resultado apenas otorga una semana de alivio.
Y poco más, porque la situación clasificatoria del equipo vitoriano sigue rayando con el peligro extremo de derrumbe. Son ya cinco partidos consecutivos sin perder, pero la distancia con el descenso es de solo tres puntos. El Celta es el equipo que ahora mismo marca la frontera y suma 10 puntos por los todavía escasos 13 del Alavés. Un tropiezo de margen, uno solo. Si el Alavés hubiera perdido en Madrid, como apuntaban la mayoría de los pronósticos, estaría ahora empatado con el Eibar, el Valladolid y el propio Celta y con únicamente dos puntos por encima del Levante y tres del colista Huesca.
Hay que tener en cuenta, además, que tanto armeros como granotas han disputado un partido menos que los albiazules. Lo mismo que Betis (12 puntos) y Osasuna (11).
El panorama es por tanto muy sombrío todavía como para alegrarse en exceso por derrotar al Real Madrid. En realidad, es la tercera victoria que los albiazules han conseguido sumar en esos once partidos, un bagaje muy escaso como para respirar con tranquilidad.
Decía Pablo Machín en la previa al partido de Valdebebas que habría preferido ganar alguno de los partidos empatados (4) aunque fuera a costa de perder otros. En efecto, la Liga de los tres puntos ensalza la victoria a costa de acercar el rédito del empate al de la derrota.
Porque el Alavés se ve angustiado por su situación en la tabla pese a que solo ha perdido cuatro partidos de once. No son demasiados, pero en absoluto suficientes para dar por bueno el tramo inicial de la temporada tal y como está la clasificación.
Hacen falta más triunfos y el calendario no lo pone fácil. Para empezar, el sábado llega la Real Sociedad a Mendizorroza, el líder de la Liga y el equipo más capaz de sumar de tres en tres junto al Atlético de Madrid. Son ya siete partidos los que han ganado los de Imanol Alguacil. Y solo han perdido uno.
Más allá de los puntos, que también, lo que sí puede acarrear el triunfo cosechado en Madrid es una inyección de autoestima y confianza en las propias posibilidades con vistas a los siguientes compromisos. Quizá esa victoria se convierta en un estímulo para disipar las posibles dudas que pudieran presentarse en los jugadores albiazules a medida que se torcían los resultados.
El método de Machín es ahora mucho más creíble, no cabe duda. Los planteamientos del entrenador albiazul en los dos últimos partidos -Valencia y Real Madrid- funcionaron a la perfección aunque quizá todavía hay jugadores que no acaban de creerse del todo las directrices de su entrenador.
Los dos partidos comenzaron con dos goles de ventaja, pero en ambos el Alavés estuvo cerca de tirar por la borda todos los méritos contraídos. El Valencia empató y pudo incluso ganar rehaciéndose en la segunda parte a medida que el Alavés se descomponía sin remedio.
Y el Real Madrid no atosigó tanto, de hecho acabó cediendo, aunque también pudo amargar el buen arranque albiazul con ese disparo al larguero de Isco en la última jugada del partido. Da la impresión de que al Alavés adolece de la confianza suficiente para cerrar los partidos aunque se vea en franca ventaja.
Esa pizca de tranquilidad, de oficio, se adquiere con la sucesión de buenos resultados, con la sensación de que el trabajo realizado camina en la buena dirección. El equipo vitoriano parece bien encauzado aunque aún se aprecia cierta fragilidad en sus convicciones. Y el domingo, frente a la Real Sociedad, habrá poco espacio para el perdón en caso de que persistan las dudas.
El Alavés acumula cinco partidos sin perder pero únicamente cuenta con un margen de tres puntos con respecto al descenso
Los dos sobresalientes arranques ante el Valencia y el Real Madrid se vieron luego lastrados por la aún evidente falta de convicción