- Resulta incuestionable a estas alturas que todos los encuentros de Liga ponen tres puntos en liza pero igualmente cierto es que hay algunos que, por diferentes motivos, valen más que otros. En unos casos por disputarse ante adversarios directos, con el plus que supone para el vencedor endosar un doloroso castigo a su oponente. Y en otros, porque la entidad del rival confiere por si misma una trascendencia adicional a la cita. Una situación en la que se ha encontrado recientemente el Deportivo Alavés y de la que ha salido rotundamente triunfante.
Porque el combinado albiazul ha obtenido un más que merecido notable en los exigentes exámenes de nivel a los que se ha enfrentado en las últimas jornadas. El más reciente, evidentemente, el del pasado sábado frente al Real Madrid, pero ni mucho menos el único. A lo largo del mes de noviembre, ha tenido varias pruebas del algodón que le han permitido dar un puñetazo sobre la mesa y evidenciar una clara progresión en su puesta a punto. Muy poco tiene que ver el Alavés actual con el dubitativo y timorato conjunto que arrancó la temporada enlazando una derrota tras otra.
Una mejoría en la que por supuesto tiene mucho que ver el trabajo realizado por todos sus integrantes pero también la cada vez mayor confianza que ha ido adquiriendo después de cada una de sus buenas actuaciones contra adversarios de primer nivel. El paso adelante de los de Pablo Machín comenzó, además, cuando más negros eran los nubarrones que se cernían sobre su futuro. Concretamente después de encajar en Mendizorroza su cuarta derrota del curso (0-2) ante el Elche.
La primera respuesta fue el inmediato triunfo a domicilio en Valladolid. Después llegó la visita del Barcelona al Paseo de Cervantes, un duelo marcado a priori con un dos en todas las quinielas previas pero que terminó en empate y cerca de la victoria local si no hubiese mediado la expulsión de Peleteiro.
A continuación se repitió la historia en el feudo del Levante, donde la absurda tarjeta roja de Edgar frustró una victoria que se antojaba encarrilada. Pese a todo, el equipo rescató un valioso punto. Lo mismo que una jornada más tarde en casa ante el Valencia. En esta ocasión debido más a un exceso de confianza propio, el cuadro albiazul dejó escapar los dos goles de renta con los que alcanzó el descanso y debió conformarse con firmar tablas.
La confirmación definitiva de la nueva cara del Glorioso llegó, claro está, el pasado sábado cuando el equipo aunó calidad, seguridad, eficacia y determinación para sumar su histórico segundo triunfo en caso cien años en casa del Real Madrid. Esta solvencia ante los adversarios de entidad le vendrá sin duda muy bien al plantel de Machín para encarar el derbi del próximo domingo ante el líder Real Sociedad.
Antes con Girona y Sevilla. Medirse al Real Madrid acostumbra a ser un quebradero de cabeza para cualquier equipo ya que suele salir victorioso en un porcentaje muy elevado de sus comparecencias. Sin embargo, para Pablo Machín los duelos con el cuadro'merengue'deben ser uno de los momentos más esperados de toda la temporada. El motivo no es otro que el excelente porcentaje de éxito que tiene con los blancos como rivales. De este modo la lograda el pasado sábado (1-2) a los mandos del Alavés es nada menos que la tercera victoria del técnico soriano contra el Madrid. Antes ya lo había logrado con el Girona (2-1 en la décima jornada del curso 2017-18) y con el Sevilla (3-0 en el sexto capítulo liguero del ejercicio 2018-19), lo que da lugar a un espectacular 50% de triunfos en las seis confrontaciones que ha tenido a lo largo de su trayectoria en los banquillos. En las otras tres salió derrotado y no ha firmado ningún empate.
El cuadro vitoriano acumula cinco jornadas consecutivas invicto y adelantándose en el marcador y deja atrás noviembre sin tropiezos