- El fútbol -como el resto de la sociedad- vive desde hace meses en un escenario atípico a más no poder. El que ha generado la abrupta irrupción del coronavirus y todas sus inevitables consecuencias. Una circunstancia que ha provocado situaciones increíbles para cualquiera hasta hace no demasiado. Casi tan inesperadas como la identidad de la principal amenaza a la que se va a enfrentar el Deportivo Alavés el próximo sábado. Porque que en una constelación de estrellas como la que habita en el vestuario local del Santiago Bernabéu su mayor referencia ofensiva en estos momentos sea un jugador de perfil bajo condenado a un ostracismo casi perpetuo durante las últimas temporadas roza el surrealismo.
Sin embargo, eso precisamente es lo que sucede con Mariano Díaz Mejía, que ha pasado repentinamente de vivir desterrado por Zinedine Zidane al cuarto de pensar a convertirse en la gran esperanza merengue. Probablemente además cuando ya había perdido cualquier esperanza de revertir su situación.
Porque si el año 2020 ha sido incuestionablemente malo para todo el mundo, en su caso se había teñido de un profundísimo negro. La pasada temporada apenas disputó cinco encuentros oficiales y ni siquiera las complicaciones derivadas del confinamiento le abrieron la puerta de acceso al terreno de juego. Con la llegada de las cortas vacaciones previas a la reanudación de la Champions soñaba con un viraje radical de su situación pero lo que se encontró fue un positivo en coronavirus que le dejó fuera del partido de vuelta de los octavos de final contra el Manchester City.
Como era previsible, durante el verano apareció en todos los rumores como firme candidato a abandonar el Real Madrid. Pese a saber perfectamente que no contaba con la confianza de Zidane y que, además de al intocable Benzema, tenía por delante en la lista de preferencias del técnico galo a Jovic y Mayoral, el delantero badalonés (con pasaporte dominicano) se hizo fuerte y se negó en redondo a salir de la entidad de Concha Espina. El destino, no obstante, le reservaba otro directo a la mandíbula. A mediados de septiembre tuvo que pasar por el quirófano para ser operado de amigdalitis y estuvo casi un mes sin poder entrenar. Lo pasó tan mal que llegó a perder ocho kilos por los problemas para alimentarse.
Se antojaba el golpe de gracia definitivo para un Mariano que llevaba demasiado tiempo sin poder disfrutar de su principal sustento, el gol. Pero el canterano -ingresó en la casa blanca en juveniles procedente del Badalona y Florentino Pérez le repescó, tras una excelente temporada en el Olympique de Lyon, en el inicio del curso 2018-19 cuando su incorporación estaba cerrada con el Sevilla- ha demostrado con creces a lo largo de su carrera que no se rinde fácilmente.
Y, de repente, el azar se decidió a hacerle un guiño. Tras la marcha en los últimos días del mercado de Borja Mayoral, la lesión de Benzema y el positivo por coronavirus de Luka Jovic le han convertido en el único delantero puro de la plantilla. Forzado por las circunstancias, a Zidane no le quedó más remedio que alinearlo como titular el pasado fin de semana ante el Villarreal. La respuesta de Mariano no se hizo esperar. Gol a los dos minutos de juego y actuación más que notable a lo largo de todo el choque. Ayer, repitió en el once inicial en el decisivo duelo de la Champions frente al Inter de Milán. De olvidado a imprescindible.
Dispuesto a cerrar de la mejor manera un año lleno de desgracias que no ha podido derribarle. Con sus virtudes de siempre. Las de un delantero que juega poquísimo pero que tiene mucha confianza en sí mismo y en su instinto goleador. Tanta, que no tuvo reparos en reclamar para sí el siete que dejó libre Cristiano Ronaldo cuando se marchó a la Juventus. Era suyo. Hasta que la llegada del galáctico Hazard se lo arrebató. Otra muesca más en la larga lista de agravios del Real Madrid a uno de sus canteranos más mediáticos y con mayor proyección.
Porque sus números le avalan. En el Olympique de Lyon marcó 21 goles y dio 7 asistencias en 45 encuentros. Unos registros que convencieron al Sevilla de la idoneidad de su fichaje. La entidad hispalense puso sobre la mesa del Olympique 35 millones de euros pero se encontró con la respuesta de Florentino Pérez. El presidente del Real Madrid, buen amigo de su homólogo del Lyon, vio la oportunidad de ejercer el derecho de tanteo. Le costó 22 millones tras haberlo vendido un año antes por ocho.
Desde ese regreso a casa, la presencia de Mariano en el césped ha sido testimonial, pero su expediente deja claro que no ha perdido el olfato que le caracterizaba. Se ha quedado fuera de muchas convocatorias desde la contratación de Jovic, pero el ostracismo al que le ha condenado Zidane no le ha derribado. Apenas ha tenido algo más de 200 minutos de juego en el último año y medio y poco más de 1.000 en el primer equipo pero los ha aprovechado para marcar 11 goles y su media está en un tanto prácticamente cada 100 minutos. Jovic, por contra, marca uno cada 500.
Caprichos del destino, Mariano ahora vuelve a ser necesario para Zidane y para la economía del club (un buen rendimiento subiría su cotización y permitiría al Real Madrid hacer negocio con una hipotética venta que mitigara el esfuerzo de hacer frente a los casi cinco millones de euros de su ficha). Pero, además, se ha convertido en la amenaza menos esperada para un Deportivo Alavés que este sábado tendrá que vigilarlo muy de cerca si no desea convertirse en una víctima más de su reivindicación.
Ostracismo. Desde que regresó del Olympique de Lyon, donde anotó 21 goles en 45 partidos, Mariano ha vivido condenado al olvido por Zinedine Zidane, que apenas le ha concedido oportunidades.
Puerta abierta. El delantero de origen dominicano ha necesitado un guiño del azar para que se le abra la puerta. La lesión de Benzema, el positivo por coronavirus de Jovic y la venta de Mayoral en los últimos días del mercado le sitúan como el único delantero centro de la plantilla.
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Goles ha marcado hasta el momento Mariano en su trayectoria en el primer equipo del Real Madrid. Una cifra más que respetable teniendo en cuenta que apenas suma algo más de mil minutos de juego.
Fue titular ante el Villarreal el pasado fin de semana, algo que no sucedía desde mayo de 2019, y marcó a los dos minutos de juego