- Que la plantilla del Deportivo Alavés tiene algunas carencias importantes es algo que no se le escapa a nadie ni dentro del club ni en su entorno más cercano, pero seguramente la pieza más relevante que se echó de menos en el estreno liguero contra el Betis fue ese centrocampista de corte ofensivo y con llegada desde la segunda línea que suponga el último escalón en la transición de la zona defensiva al ataque y la conexión con los dos delanteros.
En otras demarcaciones se ha recurrido a soluciones de emergencia o readaptaciones que pueden cumplir con el rol sin mayores impedimentos -el ejemplo más claro es el de los carrileros-, pero en el centro del campo el problema es grave al no haber en la actual plantilla ni un solo jugador que responda al perfil que se requiere para el mediocampista más adelantado de los tres con los que juega Pablo Machín habitualmente. Y la carencia de ese dinamizador tan necesario propició que en el primer partido liguero la pareja formada por Lucas Pérez y Joselu estuviese demasiado sola arriba, por momentos completamente aislada del resto del equipo y sin el acompañamiento necesario para encontrar apoyos cercanos cuando recibieron balones.
De ahí que el peligro fuera escaso y que muchas jugadas en las que los dos gallegos generaron situaciones de ventaja quedara abortadas, varias de ellas con pases al vacío. La idea preconcebida señalaba que en esa zona debería aparecer alguien, pero a la hora de la verdad esos apoyos casi nunca llegaron.
De momento, a Pons le ha tocado ejercer ese papel de centrocampista de corte ofensivo y llegador, pero es evidente que el gerundense no responde a las características ideales para el puesto. Ni él ni ninguno de sus compañeros en esa zona; simplemente, en la actual configuración de la plantilla no existe ese perfil -el que más se puede acercar por capacidad de llegar al área rival es el ahora lesionado Manu García, aunque tampoco destaca por ser un futbolista preciso en el pase decisivo; el resto, todos son de corte muy defensivo e incluso pivotes claros- que hay que encontrar como sea en el mercado y que se ha convertido en la prioridad absoluta de la dirección deportiva por encima del resto de incorporaciones necesarias.
Cuando Machín y el futbolista catalán coincidieron en el Girona, el de San Martí Vell era quien secundaba la labor del pivote posicional -Alex Granell era quien ocupaba esta posición- a un costado, pero siempre más retrasado que ese tercer futbolista de enganche, que durante la mejor etapa del club de Montilivi ejerció Borja García. En el Alavés, no hay duda alguna que el ancla de referencia va a ser Rodrigo Battaglia y, por el momento, la apuesta como lugarteniente es para un Tomás Pina que en Vitoria venía ejerciendo también de pivote pero que a lo largo de su carrera ha actuado también en muchas ocasiones como volante. La zona que debería ocupar teóricamente Pons, desplazado unos metros hacia adelante por la falta de recursos de calidad.
Al tiempo que espera la llegada de un jugador para ocupar esa posición que tiene que tener mucho talento con el balón, habrá que ver si Machín opta en los partidos venideros por mantener el sistema que más le gusta, el 3-5-2, o si opta por la conversión al 3-4-2-1, con la presencia de dos mediapuntas a las espaldas del delantero. Se trata de una forma de ganar presencia por detrás del nueve, con dos jugadores móviles y creativos -Lucas Pérez y Borja Sainz actuaron en esa zona durante la pretemporada- que hagan desaparecer ese abismo que apareció ante el Betis entre los centrocampistas y los puntas para contar con más presencia en el ataque y que los delanteros no estén tan aislados.