- La reconstrucción que el Deportivo Alavés ya puede iniciar desde que el jueves asegurase su permanencia en Primera División apunta a ser profunda y el primer paso para estructurar el nuevo proyecto se tiene que dar, ineludiblemente, por el banquillo. Salvo gran sorpresa que prácticamente se puede descartar, el de mañana contra el Barcelona será el último partido de Juan Ramón López Muñiz al frente del banquillo vitoriano. El asturiano firmó para cerrar el objetivo de la salvación en cuatro partidos y, aunque satisfechos con su labor y las pautas que ha marcado dentro y fuera del campo, no parece que la idea de los mandatarios alavesistas vaya a cambiar en este sentido. Solo una situación de mercado en el que no se avisten opciones viables le abriría las puertas de la continuidad. Casi imposible, pero cabe recordar que el club ya tiene una experiencia similar en este sentido cuando Alberto López fue renovado contra todo pronóstico tras la agónica salvación de Jaén al no encontrar el Alavés técnicos que se ajustasen a sus pretensiones en el mercado. Una cuestión que parece materialmente imposible ahora en Primera División por mucho que el vitoriano sea el banquillo más caliente de toda la categoría, sometido a la inestabilidad incluso muchas veces independientemente de los resultados.

Si antes del parón había cierta seguridad con el trabajo de Garitano y se entendía que conseguida la salvación iba a ser el encargado de estabilizar el banquillo, esa sensación se disipó por completo con el regreso a la competición y la opción de renovar quedó abortada con su destitución. Ya de antemano se tenía decidido comenzar un nuevo proyecto la próxima campaña, pero ningún técnico de cierto peso estaba dispuesto a aceptar una oferta que incluyese los últimos cuatro partidos de este curso por el riesgo a quemarse en apenas dos semanas. La opción de López Muñiz, que no dudó ni un solo segundo cuando le llamaron, como puente entre las dos etapas fue la solución perfecta.

En este sentido, todo es agradecimiento para el asturiano. Mano firme en la dirección del vestuario, unas ideas muy claras que han calado a toda velocidad y también un discurso de puertas hacia afuera repleto de elegancia y saber estar. Llegó para darle un aire nuevo al equipo y lo ha conseguido, por lo que en el plano personal también va a salir reforzado cuando el riesgo era enorme en su caso. No parece que le vayan a faltar ofertas para coger las riendas de un equipo, al menos en Segunda División.

Mientras, el Alavés se encuentra ya sumergido en la búsqueda de un nuevo director. Son varios los nombres que se han sondeado a lo largo de los últimos años y uno, el de Javi Gracia, se ha repetido de forma casi constante cada vez que el banquillo vitoriano quedaba libre. Una opción que en todo momento ha sido imposible y que se mantiene como inviable por el caché del entrenador y las exigencias para armar un proyecto.

Desde los despachos de mando de Mendizorroza se ha seguido con especial atención últimamente la labor que ha desarrollado Vicente Moreno al frente del Mallorca. Gusta su mentalidad, su capacidad para que el rendimiento de sus equipos estén por encima de la suma de sus individualidades y su mano firme. Aunque tiene contrato con el club balear, ya ha comunicado su deseo de abandonar el Mallorca y para el Alavés es una opción muy a tener en cuenta en estos momentos.

Si se optase por un perfil de mayor riesgo, que no parece el caso, se ha seguido muy de cerca a Andoni Iraola en el Mirandés. Y, como siempre, las opciones de técnicos en Argentina se estudian y el club tiene un par de nombres en cartera.