- Muchas veces en el cambio de entrenador buscan los clubes tocar una tecla diferente a la que se venía pulsando para agitar el árbol y que los futbolistas se vean obligados a cambiar unos hábitos que no venían dando resultados. Cuando además del jefe del banquillo se opta también por prescindir de gran parte del cuerpo técnico, es evidente que la apuesta en ese sentido es todavía más clara. En su presentación, Juan Ramón López Muñiz habló precisamente de esa necesidad de tocar los resortes mentales de cada jugador para tratar de sacar al equipo de la sensación de fatalidad que le envuelve en estos momentos. Hay mucho de eso, como evidencia que este Glorioso se derrumbe para no volver a levantarse en cuanto recibe una bofetada. Psicológicamente es en estos momentos un equipo seriamente hundido, incapaz de sobreponerse a los problemas. Pero no se acaban hay los males de un colectivo que futbolísticamente ha estado lejos de un nivel óptimo en sus últimas comparecencias si se salva el derbi contra la Real Sociedad. Reactivar la menta se antoja como fundamental, pero este Alavés necesita también pasos adelante en su juego para volver a ser competitivo y recorrer el escaso trecho que le falta aún para materializar la permanencia.

Que el aspecto mental es un factor clave es una evidencia cuando se repasan los partidos de este equipo desde el retorno a la competición. Se hundió tras la expulsión de Fernando Pacheco en la visita al Espanyol, se desmoronó por completo en una primera parte horrible en el campo del Celta, su capacidad de reacción fue nula tras los goles de Osasuna y Granada y las caras eran el espejo del alma el pasado sábado cuando ya se acariciaba el empate y llegó el tanto del Valladolid. Por extraño que pudiera parecer, en los dos únicos partidos en los que ha sido verdaderamente competitivo ha sido en los que le enfrentaban a rivales de un calibre superior, los que le enfrentaron a Real Sociedad y Atlético.

Quizá el peso de verse superado por rivales directos en esos duelos que se pintaban como trascendentales ha sido un factor decisivo. Mañana, al menos, desaparece esta variante. En la situación actual, puntuar ante un Real Madrid que cuenta sus partidos por victorias desde la reanudación y cabalga raudo hacia el título parece una misión imposible. Más aún cuando el Alavés se encuentra en el polo opuesto, con los números señalándole como el peor en este período. Pero cosas más difíciles se han visto en esto del fútbol. Es una cuestión de acertar con la tecla adecuada en el momento oportuno.

Dejando a un lado el factor psicológico, lo que es evidente, y no de hoy ni de ayer, es que El Glorioso no se puede permitir transitar por Primera División encajando goles como si saliesen a presión de una manguera. Ya no es que haya dejado solo en una ocasión su portería a cero en este periplo de siete partidos -la única vez que ha puntuado, dicho sea de paso-, sino que está sufriendo una catarata de oportunidades en contra ciertamente alarmante. Porque se podía haber llevado alguna goleada más de las que ha sufrido. En esa línea se movió Asier Garitano en la visita al Valladolid, donde se daba por bueno el punto y se trabajó en ese sentido en todo momento. Tanto que ya se enfilaba el tiempo de descuento y dos cambios claramente defensivos se preparaban en la banda -Tachi y Manu García- cuando llegó el mazazo de Joaquín que dejó la victoria en el José Zorrilla.

Aunque la noche de mañana se presenta como la menos propicia en este sentido, en los cuatro partidos que quedan por delante López Muñiz tiene que conseguir una vuelta de tuerca en este apartado tan importante en los éxitos alavesistas de los últimos años.

Y es que solidificar la defensa se hace todavía más importante cuando llegan períodos de sequía goleadores como el que en estos momentos atraviesa el cuadro albiazul. Cierto es que en ningún momento ha ido sobrado de pegada, pero la sociedad formada por Lucas Pérez y Joselu le daba para sobrevivir con cierta holgura gracias a la veintena de goles que sumaron de forma combinada antes del parón.

Dicho caudal ha quedado ahora reducido a la mínima expresión, pues el nueve de Silleda es el único de la pareja que ha sido capaz de mojar con su penalti ante el Atlético de Madrid. Aparte de esa diana, solo otras dos, encima ambas en el derbi contra la Real, se han añadido al casillero alavesista. Y de aquella manera, además, pues la de Borja Sainz estuvo rodeada de polémica y el videoarbitraje la acabó validando por los pelos, mientras que la de Martin Aguirregabiria que cerró el triunfo llegó ya con los donostiarras desorganizados.

Recuperar la magia de Lucas se antoja como el factor clave -el trabajo de Joselu siempre está ahí-, pues en este sentido la plantilla ha demostrado estar bastante carente de recursos individuales y quitando a los dos gallegos en único con cierta consistencia en la generación ha sido Aleix Vidal. La otra pata, fundamental antes, pasa por el acierto en las acciones de estrategia que tantas alegrías han dado y que han de aparecer de nuevo.