- Josean Querejeta tiene tantos frentes abiertos que la felicidad que debería haberse apoderado de su persona tras el sensacional título liguero del Baskonia queda empañada por el sufrimiento que le está deparando la caída libre del Deportivo Alavés. El máximo mandatario del conglomerado deportivo huyó de los paños calientes y no dudó a la hora de apuntar claramente con el dedo, señalando directamente a los jugadores y apelando a su responsabilidad y al propio peso de la camiseta y del escudo para reclamarles una mejoría inmediata en el apartado actitudinal que permita asegurar la permanenia en Primera División. El “estamos en sus manos” que expresó diáfano habla bien a las claras de su preocupación y no esconde nada bueno detrás. Más aún sabiendo que sus palabras de ayer no fueron fruto de un calentón momentáneo, sino que estaban perfectamente rumiadas. Cuando se apela a “la profesionalidad” de alguien, quien eso expresa tiene claro que algo está fallando más allá de lo que reflejen los resultados. Y por eso se encargó de recordarles a los jugadores -lo que dijo en los medios llegó casi de inmediato al vestuario de Ibaia- la importancia de seguir en la máxima categoría del fútbol estatal, pero más allá del equipo y del propio club. Una relevancia que, en sus propias palabras, atañe directamente a muchos trabajadores y también a la ciudad de Vitoria teniendo en cuenta las cantidades económicas que reporta cada temporada en Primera y que no hace sino recordar que el Alavés es el que genera la mayor parte de los ingresos que sostienen un entramado con cerca de un millar de empleados en sus diversas vertientes. Un mensaje que ya se escuchó durísimo cuando salió de su boca en primera instancia, pero que se recrudece aún más cuando se rebobina la grabadora y se oye detenidamente. Seguramente, la intervención con mayor carga de profundidad que ha pronunciado frente a los micrófonos el mandatario a lo largo de una legislatura de más de tres décadas. Lo que está por ver ahora es si el remedio es aún peor que la enfermedad -esas afirmaciones seguro que nos han sentado bien a nadie dentro de ese vestuario- y si se puede restañar, al menos lo suficiente para que El Glorioso no termine por desangrarse, la herida que se abrió entre la propiedad del club y la plantilla durante la pandemia a cuenta de las negociaciones para la rebaja de los salarios y la inclusión de la plantilla en un expediente de regulación temporal de empleo.
A pesar de contar aún con un margen de seguridad que todavía es bastante considerable con respecto a la zona roja con solo cinco jornadas por disputarse, Querejeta apeló directamente a la responsabilidad de su equipo y aseguró que es el momento de que los futbolistas pellen por defender de verdad el escudo que lucen en el pecho.
“El Alavés me preocupa y me preocupa muchísimo. Estamos en una clara situación de descenso. Si no somos capaces de revertir esta situación y si los jugadores no dan un paso al frente y sacan a relucir su competitividad, su profesionalidad y, sobre todo, el sentido que tiene llevar la camiseta del Alavés, el año que viene estaremos en Segunda División”, sentenció tajante.
La contuinuidad de Asier Garitano pende de un hilo -su figura ya quedó seriamente dañada tras la derrota contra Osasuna y despuñés de caer ante el Granada estuvo a un tris del despido, siendo su situación ya insostenible si no hay una reacción ya-, pero, pese a incluir al técnico dentro de la cuota de responsabilidad correspondiente, el mandatario alavesista apeló directamente a los jugadores.
“No es normal que un equipo que estaba con 32 puntos cuando se suspende la competición y aspirando a metas más importantes ahora esé dando la imagen que está dando. Los primeros que se tienen que dar cuenta son los jugadores. A todo el mundo, aficionados, instituciones, medios de comunicación o nosotros mismos que cogimos el club en Segunda B, nos ha costado un esfuerzo enorme llegar hasta donde estamos y creo que tienen que ser conocedores de eso y dar un paso al frente. Hasta ahora, en lo que llevamos después de la pandemia, no lo han dado”, continuó.
Por eso, a pesar de que dejó claro que “todo el mundo puede peligrar”, incidió en el mismo discurso: “Creo que no es una cuestión del entrenador, sino de los jugadores. Los futbolistas son los que realmente tienen que dar un paso al frente y saber de la importancia que tiene para esta ciudad, para ellos mismos y para este proyecto estar en Primera. Estamos en sus manos y en su profesionalidad. Es hora de que den un paso al frente porque lo que hemos visto hasta ahora es deprimente”.
En esta situación complicada, Querejeta no dudó en recurrir al argumento actitudinal como la clave que explica la caída en el rendimiento del equipo. Las desconexiones y también la bajada de brazos al primer golpe que se recibe. Una versión que le cuesta definir, pero que considera que falla claramente en lo que tiene que ver con las ganas de hacer bien las cosas y no dar nunca un partido por perdido.
“Yo no sé cómo definirlo. Lo que veo es que este equipo en su actitud, en su puesta en escena y en su esfuerzo no es el equipo que teníamos antes de la pandemia”, concluyó.