- Durante semanas de incertidumbre en todos los ámbitos sociales, la industria del fútbol trabaja con vistas a su futura reanudación. Organismos federativos y clubes tienen la obligación de prepararse para próximos escenarios, a la espera de que la crisis sanitaria sea superada. Pero esta necesaria actitud contrasta con plazos y fechas que los dirigentes se aventuran a adelantar en público, demasiado a la ligera. "Si hablamos del regreso de los partidos, es mejor fijarse en el Ministro de Sanidad que en lo que diga Javier Tebas", lanzó el martes por la noche Irene Lozano, secretaria de Estado para el Deporte, en la cadena Cope. ¿En qué situación se encuentran las competiciones? Todo análisis debe partir de una misma base: ahora mismo existen más incógnitas que certezas.
La federación europea está marcando, con sus movimientos, el ritmo de las distintas ligas. Ha retrasado a 2021 la disputa de la Eurocopa, liberando así el mes de junio y el comienzo de julio. Y ha dado prioridad a la conclusión de los torneos estatales, mostrando incluso su disposición a decidir la Champions y la Europa League en formatos adaptados a las circunstancias. Es decir, más breves, contemplándose eliminatorias a partido único y desenlaces en final four. La política establecida por la UEFA para un final de curso atípico, sin embargo, tiene su contrapartida en cuanto al diseño de la próxima temporada. Si el organismo ha puesto mucho de su parte para intentar acabar la campaña 2019-20 es, en gran medida, porque desea que la 2020-21 arranque con normalidad en septiembre.
Una entrevista del presidente de la UEFA Aleksander Ceferin con el medio alemán ZDF generó la semana pasada un multitudinario malentendido. Habló el dirigente esloveno de un plazo concreto que establecía el 3 de agosto como fecha límite. Y las agencias rebotaron a medio mundo noticias en las que se precisaba que las competiciones deberán haberse decidido para entonces. La propia UEFA desmintió tal extremo un día después. Porque Ceferin no dijo que el fútbol 2019-20 tiene que terminar antes del 3 de agosto. Dicho plazo, sin embargo, sí permanece vigente. Y lo es en clave 2020-21. Se ha pedido a las distintas federaciones que comuniquen para la fecha mencionada qué clubes les representarán en las competiciones europeas de la próxima temporada. Luis Rubiales deberá así trasladar a la UEFA el 3 de agosto qué cuatro clubes españoles jugarán la Liga de Campeones y qué tres equipos disputarán la próxima Europa League.
No hace falta estrujarse mucho el cerebro para comprobar que la UEFA no quiere renunciar bajo ningún concepto a las liguillas que sus torneos celebran entre septiembre y diciembre. Durante la fase de grupos de la Champions se juegan 96 partidos. Y la de la Europa League implica la disputa de 144 encuentros. En total, 240 contiendas y su correspondiente comercialización televisiva, un pastel demasiado goloso que, trascendencia deportiva al margen, se ha priorizado incluso respecto a los duelos pendientes del presente curso. A la actual Champions ya solo le restan 17 partidos. A la Europa League, 23 Así, desde la sede de Nyon se trabaja principalmente para diseñar un curso 2020-21 de formato habitual, al menos en lo que se refiere a los torneos continentales. Respecto a los del actual 2019-20, bienvenida será cualquier fórmula para terminarlos.
Analizado el panorama, la pregunta del millón es la siguiente. ¿Habrán podido finalizar las ligas para ese 3 de agosto? Intentar adelantar una respuesta supondría entrar en el terreno de las conjeturas, ya que todo depende de la evolución de la pandemia y de las decisiones gubernamentales en los distintos estados. Sí queda claro que, a grandes rasgos, se presentan en clave de futuro dos posibles escenarios. Si las competiciones pueden reanudarse y concluir dentro del plazo, su clasificación final supondrá el criterio de clasificación para los torneos europeos del próximo curso. ¿Y si no sucede así? Ya se ha explicado que en el Estado, a la hora de determinar la clasificación de la Liga en caso de suspensión, una comisión mixta de Liga de Fútbol Profesional y Federación Española dictamina cuál es la tabla final, con Luis Rubiales dictando sentencia de no llegarse a un acuerdo. Ocurre, sin embargo, que la obligatoriedad de designar representantes europeos el 3 de agosto no va necesariamente unida a la suspensión de la Liga. ¿Qué pasará si el campeonato no ha podido concluir para entonces? ¿Quedará efectivamente suspendido y se activará el mencionado protocolo? ¿O continuará la Liga a posteriori y la designación de equipos europeos corresponderá únicamente a la Federación el 3 de agosto, mediado aún el campeonato? El galimatías resulta importante. Y, a la hora de buscar respuestas, no se aprecia aún la luz al final del túnel.
La final de Copa colma de ilusión a las aficiones de Real y Athletic. Vislumbran en ella, principalmente, la opción de conquistar un título. Pero no podemos olvidar que la Copa supone también un camino hacia Europa. Y es esta la perspectiva que prima en los organismos federativos a la hora de buscar una fecha para el decisivo derbi. ¿En qué sentido? Dilucidar quién es el campeón antes del 3 de agosto evitaría una posible patata caliente a la Federación. Porque, definitiva o no, habrá entonces una clasificación de la Liga. Y añadir a ella el desenlace copero vendría a completar el puzzle, con vistas a designar a los próximos representantes continentales. Sin final veraniega, mientras, existiría el riesgo de que el campeón de Copa, proclamado más allá del plazo marcado por la UEFA, se quedara a la postre sin una participación continental ganada sobre el césped. ¿Cómo se subsanaría esto? ¿Quizás reservando al ganador de la final un billete europeo para verano de 2021? Complicado, pues justo entonces entrará ya en liza la nueva Conference League, tercera competición de la UEFA. Federación y Liga quieren evitar engorros programando el derbi en pleno verano, algo poco apropiado si tenemos en cuenta que la sede asignada es Sevilla.