El Deportivo Alavés venía protagonizando una trayectoria reciente que invitaba al optimismo en la visita a un Mallorca que permitía dar un golpe sobre la mesa prácticamente definitivo en la carrera por la permanencia, pero de su visita a Son Moix regresó El Glorioso con una maleta de nuevo cargada de dudas. Esa versión solvente en defensa y con el colmillo afilado en la ofensiva de sus últimos compromisos desapareció ayer por completo para dar paso a una actuación paupérrima en la que la planilla estadística no recogió ni un solo disparo entre los tres palos ni tampoco ocasiones de peligro como para poner en aprietos de a un rival que llegaba muy apurado y que se encontró a sus anchas ante un conjunto vitoriano que estuvo pésimo en un día inapropiado.
Con el regreso a la titularidad de Lucas Pérez, Garitano recuperó el sistema 4-4-2 con futbolistas de un perfil muy ofensivo y la idea de meter los nervios en el cuerpo del Mallorca desde los primeros minutos. La puesta en escena albiazul no pudo ser más amenazadora, con mucha presencia de sus hombres de ataque y Burke protagonizando el primer disparo peligroso pocos segundos después del inicio. Un dominio absoluto ante un oponente tembloroso en esos primeros minutos, con errores graves en la salida de balón que permitieron la recuperación en zonas de riesgo.
Tras esos primeros agobios, el cuadro bermellón fue capaz de recomponer la figura a través de un trato al esférico más acertado. Metros ganados en el césped y suma de piezas al ataque, con el riesgo de dejar la espalda desguarnecida ante un Alavés que comenzó a buscar los contragolpes sin acierto. Precisamente, lo que le sobró a Pacheco para desbaratar un disparo de Budimir que se paraba tras un córner.
Pero dicho acierto del guardameta fue casi nada en comparación con el penalti -undécimo en contra de la temporada- que detuvo casi de seguido. Un cabezazo de Budimir que golpeó en el brazo muy ligeramente abierto de Magallán y, revisión desde el VAR mediante, la enésima mano -van siete ya-, mucho más que dudosa en esta ocasión, y una nueva pena máxima en contra. Aunque ahí apareció San Fernando para, estirándose a su izquierda, desviar el disparo de Salva Sevilla.
La parada reactivó a un Glorioso que había perdido brío y a lomos de la velocidad de Burke se encadenaron un par de buenas ocasiones, aunque el escocés estuvo demasiado solo durante la primera parte a la hora de hacer daño, por lo que al descanso se mantenían las tablas.
Precisaba el Alavés algún argumento más en su ataque y en el arranque del segundo acto hizo su aparición un Lucas que comenzó a encontrar espacios. Eso sí, el mejor compañero de los albiazules en ese momento fue el VAR, decisivo al descubrir un control con la mano que había pasado desapercibido en el inicio de una acción que concluyó con el gol, a la postre anulado, de Dani Rodríguez.
La entrada de Kubo le había dado un nuevo aire arriba al Mallorca y al final la insistencia tuvo su premio. Ni siquiera las intervenciones milagrosas de Pacheco fueron suficientes para contener la enésima ocasión local y tras sacar una mano providencial a cabezazo de Cucho Hernández, nada pudo hacer cuando el propio delantero colombiano recogió el rechace para hacer el 1-0.
La variante táctica de Garitano dejando de cierre a tres defensas generó un desbarajuste enorme que no se vio compensado con una mejoría en una ofensiva completamente ausente y sin alternativas desde el banquillo más allá de la entrada de Edgar -los otros dos cambios fueron Manu García y Martin y el único futbolista de perfil atacante en el banquillo era Borja Sainz- al haber quemado el técnico de Bergara sus naves de inicio.
El Glorioso no fue ni siquiera capaz de percutir sobre la portería de Reina más allá de un tanto anulado por claro fuera de juego, con lo que confirmó una derrota más que merecida en una matinal en la que el fútbol ajustició a un Alavés que ofreció una versión pésima justo en el momento más inapropiado.
Muy poca cosa El Alavés protagonizó un buen arranque de partido y la velocidad de Burke propició un par de aproximaciones de mucho peligro, una situación que se repitió en el arranque del segundo acto con Lucas Pérez como protagonista. Los únicos destellos del cuadro albiazul, inofensivo en el resto del encuentro.
Problemas atrás La vigilancia a Budimir de los dos centrales propició que otros jugadores disfrutaran de mayor libertad y de eso se aprovechó, por ejemplo, Cucho Hernández para hacer el 1-0. El entramado defensivo sufrió mucho y la sensacional actuación de Pacheco al final no sirvió para nada.
Una matinal magnífica con varias intervenciones de un mérito enorme y su tercer penalti detenido de la temporada, pero con escasa ayuda por parte de sus compañeros.
Por primera vez, Garitano conformó un centro del campo con Fejsa y Camarasa y el valenciano se mostró durante todo el partido incómodo y su presencia con balón fue nula.