Vitoria - La ilusión por el arranque de una nueva temporada se ha tornado en nerviosismo y temor en el seno del Deportivo Alavés a las primeras de cambio. Tras un inicio en el que el equipo vitoriano mostró solvencia y capacidad para agarrarse a los partidos a base de ser tremendamente competitivo, el primer parón de la campaña se le ha atragantado por completo, pasando a ser un conjunto vulgar, endeble y del todo incapaz de generar peligro a los rivales. Los cinco puntos cosechados en los tres primeros partidos no han tenido acompañamiento alguno en los tres últimos, por lo que El Glorioso ha ido perdiendo posiciones en la clasificación hasta situarse a las puertas del descenso. Y más que los resultados, lo peor de todo es la imagen que el equipo ha transmitido. Cuando desaparece la seguridad defensiva, aparece la nada más absoluta de un equipo al que se le ha olvidado que en el campo hay dos porterías. Un juego deslavazado, sin conexiones y que al aficionado albiazul no le puede conducir a otro lugar que no sea la preocupación más severa. Precisamente, ese mismo estado es el que se ha apoderado de la planta noble de Mendizorroza, donde la última semana se han sucedido las reuniones para valorar la continuidad o el despido de Asier Garitano. El preparador de Bergara se ha ganado una última oportunidad, hasta el partido de esta tarde. Una victoria le serviría para resistir -aunque, eso sí, con el crédito prácticamente ya agotado-, mientras que un resultado negativo conduciría automáticamente a la apertura de una nueva etapa en el banquillo vitoriano.
Se juega el técnico guipuzcoano su última bala en un partido de mucha mayor trascendencia de la que debería. No en vano, solo han transcurrido seis jornadas ligueras. Podrían considerarse pocas como para esa drástica decisión que supone descabezar el proyecto deportivo recién iniciado, pero conociendo los precedentes -y visto lo visto a lo largo de la última semana- del club, la cuchilla de la guillotina ya se encuentra afilada.
Cierto es que hay tiempo por delante para la reacción, pero no menos verdad es que la imagen del equipo a lo largo de los últimos partidos es un indicio muy negativo. La salvación para Garitano pasa por un golpe de timón inmediato. Recuperar la seguridad en defensa es una obligación ineludible, al mismo tiempo que el equipo tiene que empezar a ofrecer ya algún brote en una ofensiva que ha sido prácticamente invisible hasta ahora. Tras dos descalabros consecutivos en Bilbao y Donostia con muchos cambios de un derbi a otro, seguramente esta tarde tocará una nueva remodelación en busca de esa tecla que afine un poco esta sinfonía que tan mal suena.
Calma o hundimiento Y es que, aunque reflejado queda que aún hay mucho tiempo por delante para enderezar el rumbo -y el propio Alavés tiene un ejemplo cercano cuando hace dos temporadas a estas alturas aún ni siquiera había puntuado-, el duelo de esta tarde contra el Mallorca se antoja como fundamental. Una victoria serviría para asomar la cabeza y alcanzar ocho puntos en el casillero, lo que situaría al cuadro albiazul en la zona media y con cierto margen de confianza. En cambio, el empate y, sobre todo, la derrota le hundirían de manera irremisible en el fondo de la tabla y propiciarían de manera inmediata la destitución del técnico.
El Glorioso tiene que encontrar el equilibrio entre ataque y defensa del que ha carecido casi por completo en el arranque del curso -casi siempre bien atrás, pero prácticamente nulo arriba- para tratar de superar a un Mallorca que ya ha dejado claro que va a ser uno de los implicados en la pelea por la permanencia después de su ascenso la pasada campaña. Los baleares solo acumulan cuatro puntos, pero tratarán de pescar en las revueltas aguas vitorianas.