Bilbao - Los tres colores que protagonizan el derbi entre Athletic y Deportivo Alavés había quedado deslavazados las tres temporadas precedentes desde el retorno del Glorioso a Primera División por la negativa mayoritaria de la afición alavesista a acatar el precio de las entradas para los seguidores visitantes que se mantuvo durante la etapa de Josu Urrutia como presidente de la entidad rojiblanca. La llegada al sillón de mando de Aitor Elizegi ha propiciado la definitiva unión de todos los clubes vascos a la hora de fijar en veinticinco euros el coste de las entradas y el alavesismo, comandado por Iraultza 1921 estrenó ayer el nuevo San Mamés tiñendo con su azul y blanco y sus consignas de batalla tanto el estadio como los aledaños del mismo, en los que reinó la armonía entre dos aficiones que ayer recuperaron lo mejor del derbi en un ambiente excepcional.

Desde mediodía, los más madrugadores seguidores vitorianos se hicieron con los locales de Licenciado Poza, esa gran barra de bar que da de beber en cada partido del Athletic. El azul y el blanco regresaban a la capital vizcaína para hacerse notar dentro de una ciudad en la que ver a diario aficionados con la camiseta de su club es lo más normal del mundo. Eso sí, para notorio el desembarco de Iraultza 1921, cuyos cánticos reclamando justicia para el fallecido Iñigo Cabacas se oyeron claramente a lo largo de todo Pozas y sus calles aledañas.

Dicha zona cercana al San Mamés fue la de mayor concentración de aficionados -entre ellos, trabajadores del propio club vitoriano, también algún futbolista del filial que enfiló la autopista nada más que acabó su partido matinal en Ibaia ante el Izarra y algún que otro profesional ya retirado, como un Jito que no se pierde un partido del equipo- que optaron por el socorrido pintxo y la bebida a pie de calle amenizada por una animada conversación, aunque otros optaron por pasearse hasta el Casco Viejo y sentarse allí con mayor tranquilidad en torno a una mesa. Mezcladas las camisetas del Athletic con las del Alavés. Incluso dentro de las mismas familias o parejas. Una cuestión que habla bien a las claras de la tradición de mezcla de las dos ciudades. No en vano, hay muchos jóvenes que estudian en Bilbao o que lo hacen en Vitoria y que defienden sus colores con orgullo incluso dentro de la relación.

Cuando quedaban ya menos de dos horas para el arranque del partido, el bullicio inundaba ya por completo Pozas. Pero el epicentro de la fiesta -y de la reivindicación, ya que una vez más se reclamó la oficialización de las selecciones de Euskal Herria- se encontraba en Kirruli Kultur Elkartea, el lugar elegido por Iraultza 1921 para, en colaboración con la local Iñigo Cabacas Herri Harmaila, dar comienzo a esa kalejira que tanto se había echado en falta en los años precedentes. La banda sonora del alavesismo atronó en Bilbao, acompañada en esta ocasión de los Joaldunak de Berango con el inconfundible sonido de sus cencerros al bailar.

Ya en el interior del estadio, amén de las camisetas alavesistas desperdigadas por la tribuna principal, el sector alavesista protagonizó un mosaico en azul y blanco, desplegado en medio de la gran puesta en escena que supone la entrada del Athletic al césped. Eso sí, lo verdaderamente llamativo fue que en esta ocasión Iraultza 1921 pudiese acceder al recinto con sus elementos de animación -el sonido desde su esquina no se dejó de escuchar en ningún momento dentro de un campo en el que hay una idea de potenciar una grada de animación similar a la de Mendizorroza y que choca con el actual ambiente en el que San Mamés solo ruge en momentos puntuales-, entre ellos los bombos que en otros campos les han requisado. Otro elemento de la normalidad que ayer recuperó el derbi, que volvió a ser de nuevo de las dos aficiones después de tres años de renuncia por parte de los más ruidosos de los albiazules.