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Árbitro Melero López (andaluz).

1-0, minuto 24: Molina. Pérdida de Wakaso que aprovecha Cucurella para montar la contra y el extremo le mete el balón al espacio a la carrera de Molina, que define arriba ante Sivera.

1-1, minuto 31: Joselu. Jugada embarullada en el área del Getafe con un cabezazo de Manu al larguero, seguido de un remate de Vidal despejado, un primer intento de Joselu que salva Soria y el disparo definitivo del gallego que acaba en la red.

Amonestó a Molina (minuto 12), Arambarri (minuto 33), Bergara (minuto 90), Wakaso (minuto 90).

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El Deportivo Alavés evidenció ayer en su visita al Getafe que cada punto tiene un peso trascendental en su objetivo de la permanencia y que no va a meterse en líos ni riesgos innecesarios. En un campo tremendamente complicado y en el que había salido seriamente dañado en sus dos visitas precedentes, el cuadro albiazul hizo un nuevo ejercicio de seriedad para arrancar un empate de mucho sudor y también algo de sangre. El que fue su único error en todo el encuentro, un grave fallo de Wakaso en zona de salida de balón, le costó encajar el primer gol de la temporada, pero la reacción llegó de manera rápida con un gol de Joselu a trompicones que evitó que el daño fuese a mayores. Los esperados golpes de los dos contendientes -concretamente los figurados en forma de disparos buscando la portería, ya que de los de verdad hubo a espuertas- fueron escasos y la igualada en el electrónico se mantuvo ya inamovible. Un nuevo punto al casillero vitoriano, que se va ya hasta cinco en las tres primeras jornadas, alcanzando de esta manera el primer parón invicto.

En esta ocasión, Garitano varió el dibujo táctico hacia una defensa de cinco piezas, con Marín adelantando su posición en el carril izquierdo a la hora de atacar y Vidal ejerciendo de acompañante de Joselu en punta dentro de un 5-3-2 en la contención que se convertía en 4-4-2 con el balón. La gran novedad en nombres era el estreno de Laguardia, pero la verdadera sorpresa llegó cuando el club, a apenas cinco minutos del arranque del partido, anunció que Pacheco se quedaba en el banquillo tras sufrir no superar unas molestias en los testículos tras un golpe que sufrió el viernes, lo que dejaba la portería en manos de Sivera.

En los partidos contra el Getafe hay que ir dispuesto como si se fuese a la guerra y el Alavés tuvo claro desde el primer momento que no podía renunciar al choque. Muchos contactos con dureza, contundencia en el cuerpo a cuerpo y pelea sin cuartel por cada esférico dividido. Los albiazules, aguardando al fallo del rival y buscando los contragolpes con espacios; nada muy distinto al Getafe, que además de disfrutar de la posesión amenazaba también a balón parado.

Precisamente en una falta lateral llegó la primera gran ocasión de los madrileños, con un disparo envenenado de Fajr que se estrelló en el larguero. Acto seguido, Sivera le quitaba el balón de la cabeza a Arambarri en un saque de esquina que concluyó con un testarazo alto de Nyom. A la tercera, Molina no fallaría a la hora de ejecutar a la perfección un contragolpe hilado por Cucurella tras una pérdida mortal de Wakaso en zona de enorme peligro.

El primer tanto en contra de la temporada, a los 24 minutos, parecía poner el encuentro del todo cuesta arriba, pero el fútbol es un deporte del todo impredecible. Un balón largo desde zona de centrales que Manu García peleó con Nyom acabó con un globo del capitán al larguero, en medio del desconcierto, aparecieron Vidal y Joselu para adelantarse a la zaga local y, tras una serie de remates y rechaces, el gallego conseguía el empate. Feo y a trompicones, pero gol a fin de cuentas. De fe, de ir a buscar el balón y de no dejar de pelear.

De esta manera, el partido regresaba al principio y se metía de nuevo en la batalla de camino a un descanso que dio de sí para un cambio táctico de Garitano, que decidió adelantar definitivamente la posición en el carril izquierdo de Marín. Y, con la misma acción que le condujo al empate, el Alavés comenzó a generar sensación de peligro con desplazamientos en largo a la espalda de la zaga, por donde aparecía, principalmente, un Manu García convertido en segundo delantero por momentos.

El Getafe sintió que en esa zona podía sufrir daño y comenzó a arriesgar menos. Con Cucurella, un jugador brillante desde la inteligencia en el juego y que hizo mucho daño cada vez que controló el esférico, un tanto desconectado, los balones en largo buscando a Ángel, que había entrado desde el banquillo como refresco, se convirtieron en la única alternativa. Mientras, El Glorioso perdió definitivamente fuelle, sin que los cambios activasen la ofensiva y le diesen al equipo el colmillo que requería en ataque. El cuadro local fue el que con más ahínco, aunque con poco acierto, buscó la victoria, mientras que por parte vitoriana Lucas Pérez y Rioja no fueron capaces de ejercer de revulsivos. Como resultado, un punto y la condición de invicto vigente.

El capitán realizó ayer una auténtica exhibición y dejó claro cómo se tienen que afrontar partidos de este tipo. Poderoso por arriba, contundente en el choque y con mucho peligro.

El catalán está llamado a ser una pieza desequilibrante en el ataque, pero ayer de nuevo firmó un partido muy gris. Apenas apareció y no estuvo nada acertado con el balón.