vitoria - Siempre se ha dicho que los deportistas y especialmente los futbolistas no son trabajadores normales. Sin embargo, una reciente sentencia del Tribunal Supremo ha echado por tierra esta teoría y ha establecido una jurisprudencia que puede convertirse en un quebradero económico para los clubes a corto y medio plazo. Y el origen de todo esto se encuentra en el recurso presentado ante esta institución por el exjugador albiazul Sergio Mora.
El centrocampista, que colgó las botas el año pasado tras una dilatada carrera, militó seis temporadas en el Alcorcón antes de incorporarse al Glorioso. Por ello, al concluir ese vínculo laboral, reclamó el correspondiente finiquito por fin de contrato, que ascendía a 34.576 euros. Ante la negativa del conjunto madrileño a abonarlo, recurrió a los tribunales amparándose por la doctrina fijada por la sala de lo Social del Supremo en el año 2014 como consecuencia del conflicto que protagonizaron los ciclistas profesionales con los equipos por este mismo motivo.
Sin embargo, en primera instancia, un juzgado de lo Social de Madrid rechazó la demanda del jugador al entender que había disfrutado de una carrera exitosa. La sala defendió que la indemnización solo procede con los deportistas de “resultados humildes” y no en los de “élite”. Además, valoraba que aunque Mora no era un futbolista con un sueldo millonario sí estaba en mejor situación que algunos deportistas que juegan en Segunda División B o en categorías inferiores.
Pese a este varapalo inicial Mora no se se dio por vencido y continuó explorando una vía judicial que finalmente le ha otorgado la razón. Y es que el Supremo ve que hay “poderosas razones” para que las condiciones de los contratos comunes se extiendan “al ámbito de los deportistas con contrato temporal”. Así, defiende que el salario no aparece en ninguna norma que regule “los derechos frente a la empresa”. Por tanto, “cuando finaliza el contrato temporal de un futbolista, por elevado que sea su salario, se hace acreedor de la indemnización prevista en el Estatuto de los Trabajadores”. En otras palabras: el finiquito de doce días por año trabajado -que puede variar según convenio-.
En consecuencia, la puerta abierta por Sergio Mora deja importantes consecuencias para el futuro de la relación entre los futbolistas profesionales y los clubes. Y es que la obligación de tener que abonar el finiquito provocará que los equipos sean a buen seguro más cuidadosos a la hora de rubricar los contratos.