vitoria - Hasta el pasado mes de enero, comparecer en Mendizorroza era sinónimo de felicidad para el Deportivo Alavés. El conjunto albiazul había convertido su feudo del Paseo de Cervantes en una fortaleza prácticamente impenetrable y a todos aquellos que les tocó visitarla no tuvieron más remedio que terminar hincando la rodilla. En la mayoría de los casos como consecuencia de una incontestable derrota y solamente unos pocos con el consuelo de, al menos, haber rascado un empate. Apenas importaba que el adversario de turno ocupase la zona baja de la clasificación o fuese uno de los aspirantes al título. A todos ellos El Glorioso les aplicó la misma medicina y, formando una espectacular comunión con la grada, les asignó el papel de víctimas.

Así lo comprobaron, por ejemplo, rivales de la talla de Real Madrid, Valencia, Villarreal o Espanyol. Pese a sus esfuerzos por quebrar una estadística que ya comenzaba a adquirir tintes históricos, no tuvieron más remedio que emprender el viaje de regreso desde Vitoria con las manos vacías. Esta infalibilidad se prolongó durante toda la primera vuelta del campeonato liguero. Un periodo en el que el combinado de Abelardo sumó nada menos diecinueve puntos en los nueve encuentros que disputó al calor de su público.

El paso del ecuador, sin embargo, no le sentó bien al conjunto gasteiztarra. En la 21ª jornada de Liga, el Rayo Vallecano fue el primer equipo que pasaba por Mendizorroza en la segunda vuelta y se convirtió en el primero también en profanar el templo albiazul. La derrota tuvo lugar el 28 de enero y, en ese momento, se tomó como un accidente comprensible dentro de una trayectoria casi inmaculada. Pero, desgraciadamente, el paso del tiempo ha demostrado que no se trató únicamente de un hecho aislado sino que fue el inicio de un evidente cambio de tendencia de la escuadra vitoriana.

Porque lo cierto es que Mendizorroza dista bastante ahora mismo de poder considerarse una fortaleza. Desde ese duelo con el Rayo, el Deportivo Alavés únicamente ha sido capaz de conquistar una victoria ejerciendo de local (el 2-0 ante el Levante) mientras que ha sumado tres empates (Celta, Eibar y Leganés) y una dolorosa derrota (0-4 ante el Atlético de Madrid). En definitiva, un pobre balance de seis puntos de dieciocho posibles en los seis encuentros de la segunda vuelta disputados en el Paseo de Cervantes.

Por todo ello, el plantel de Abelardo necesita protagonizar una reacción de inmediato si desea evitar que el cierre de la temporada sea mucho más amargo de lo que merecerían son grandes méritos anteriores. Y, en esta tesitura, el siempre caprichoso calendario le propone la ocasión para hacerlo con dos comparecencias consecutivas al calor de su público. El viernes recibirá al apurado Valladolid y el próximo martes repetirá ante el virtual campeón Barcelona. Dos duelos muy diferentes pero un objetivo idéntico: recuperar el fortín de Mendizorroza.

Doble cita. En apenas cinco días el Alavés disputará dos partidos seguidos en Mendizorroza, contra el Valladolid y el Barcelona.

Cambio radical. Mientras que en la primera vuelta el cuadro albiazul no sufrió ninguna derrota en el Paseo de Cervantes, en la segunda solo ha ganado un partido.

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Puntos como local ha obtenido el Alavés en la segunda vuelta.