Vitoria - “Que bonito es ser del Alavés”, rezaba ayer un tuit de la cuenta oficial del club, instalado estos días en una comedida euforia debido a la sorprendente marcha del equipo y arrastrado también en el caso de sus redes sociales por el mismo entusiasmo que, de forma inevitable, desprende el alavesismo, que desde hacía varios lustros no disfrutaba a estas alturas de la liga de un estado de felicidad semejante. Pero así están las cosas por la capital alavesa, empeñada en retrasar lo máximo posible un sueño que hace ahora solo un año se antojaba, sencillamente, impensable. Entonces, con un Abelardo recién llegado como quien dice al banquillo albiazul tras dos fracasos anteriores, el Alavés ocupaba la desesperante 18ª posición con apenas 15 puntos después de haber firmado hasta entonces cinco triunfos, 13 derrotas y ningún empate. Así era el conjunto albiazul entonces, un plantel sin margen ni medias tintas que la pasada temporada solo firmó un empate (2-2 ante el Leganés en Mendizorroza en la jornada 20ª), lo que dio una idea de los muchos problemas que tuvo hasta confirmar la permanencia de forma matemática a un mes de la conclusión.

En este sentido, el Glorioso es el equipo que más ha mejorado de toda LaLiga de un año a otro, puesto que a estas alturas tiene 16 puntos más que en la misma jornada de la pasada Liga. El resultado es la consecuencia de un plantel granítico y sin fisuras cincelado a gusto de Abelardo y el resto de su cuerpo técnico; un grupo granítico como el hormigón que a estas alturas del campeonato se ha llevado por delante no ya solo a varios equipos superiores en cuanto a presupuesto e historia (Espanyol, Real Madrid, Villarreal, Real Sociedad o Valencia) sino todos los récords que en su día, en concreto en la temporada 2001/02, fue cosechando aquel otro conjunto de leyenda que comandaba Mané.

Declaración de intenciones Entre otros, el actual Alavés ha sido capaz de superar cuando aún falta una jornada para que concluya la primera vuelta el récord de puntos que Mané consiguió entonces. Aquellos 30 históricos puntos pasaron a la historia el sábado cuando el gol de Tomás Pina concedió la victoria al equipo y permitió al plantel encaramarse a la cuarta posición de la tabla con 31 puntazos que, cuando menos, representan toda una declaración de intenciones de hasta dónde puede ser capaz de llegar este año el equipo por mucho que Abelardo insista en la permanencia como objetivo primordial.

Salvo catástrofe mayúscula -el precedente del Eibar en la 2014/15 ya ha sido citado varias veces de manera implícita por el técnico asturiano-, existen motivos cargados de objetividad para soñar y sensaciones que invitan a una relativa tranquilidad de cara a las próximas jornadas (Girona, Getafe y Rayo Vallecano) si el equipo continúa manteniendo la línea de trabajo que lleva.

Si en lo que va de curso el Alavés ha llegado hasta donde está no es debido a los goles de su pichichi ni a la calidad de sus jugadores más ofensivos. Como buen granito, su fundamento se basa en un adn interior prácticamente imperturbable que incluso en las peores situaciones se mantiene ergido evitando cualquier tipo de fisuras.

Así dibuja cada jornada Abelardo su once inicial. Un grupo ordenado y recio que se aleja de la floritura y nunca rehuye la batalla. Solo así se explica su enorme capacidad para la reacción -hasta la fecha ha remontado nada menos que cuatro veces un resultado adverso en Mendizorroza- y la eficacia de su pegada, elevada casi a la categoría de arte entre los veinte equipos que conforman Laliga. Y es que el El Glorioso es en este sentido el plantel que más victorias lleva logradas en el actual campeonato por un gol de diferencia. De los ocho triunfos firmados hasta el pasado sábado, cuatro los consiguió por 1-0 y el resto por 2-1. Por si fuera poco, y siendo consciente de sus limitaciones, también es el conjunto que mejor explota sus virtudes, especialmente las jugadas a balón parado, donde la pizarra de Javi Cabello le ha conferido al equipo nada menos que ocho goles, los dos últimos, sin ir más lejos, en la última jornada ante el cuadro valenciano.

un grupo sin postureo Un equipo, en definitiva, sumamente incómodo para los rivales pero tremendamente competitivo y listo a la hora de convertir sus carencias en virtudes y ponderar en su justa medida al grupo por encima de cualquier individualidad, llámese Ibai Gómez o John Guidetti. Al igual que aquel Alavés de Mané, Contra, Jordi, Pablo y compañía, también éste es un plantel con sello propio que crece cada día a partir de una humildad, un trabajo y una confianza tan auténticas como alejadas del postureo que predomina en muchos vestuarios de Primera.