El Deportivo Alavés se ha metido de lleno en un atasco que suele afectar habitualmente a los equipos humildes a los que no les sobran los euros para contar con los mejores recursos ofensivos. El gol, que se había convertido en festejo habitual para los albiazules en la primera fase de la temporada, se ha convertido en un elemento prácticamente desconocido en unas últimas jornadas en las que casi se ha olvidado qué es eso de celebrar. Una sola diana, y conseguida de aquella polémica manera contra el Sevilla, es la única alegría que el cuadro vitoriano se ha llevado a la boca en sus últimos cuatro compromisos. Las vías hacia la portería rival, que antes encontraba despejadas de manera regular, se han atascado por completo. Los recursos que venían siendo efectivos se han vuelto vacuos y no han aparecido otro tipo de alternativas de una mínima eficacia. Así, El Glorioso se ha metido en un túnel de oscuridad que le ha llevado a la mala racha de resultados en la que en estos momentos se encuentra.

Leganés, Sevilla, Atlético de Madrid y Athletic representan la última serie de encuentros disputados por un cuadro albiazul que solo ha sido capaz de rascar un par de empates en esta sucesión. Dos derrotas a domicilio y un par de igualadas al calor de Mendizorroza. Y, en todo este periplo, un solo gol celebrado. Y llegó precedido de la polémica, al encontrarse Jonathan Calleri en posición de fuera de juego que fue habilitada, al juicio del colegiado, tras tocar Sergi Gómez el envío de Martin Aguirregabiria. La carrera del delantero argentino se completó con un servicio desde el costado para que Jony Rodríguez remachase a la red.

Esa alegría es la única de unas últimas semanas en las que el cuadro albiazul se ha metido de lleno en pleno atasco ofensivo. Una afección desconocida desde la racha negativa que se vivió en unas dos primeras jornadas en las que los vitorianos también se quedaron en blanco. Desde entonces y hasta el partido en Leganés, se encadenaron diez partidos consecutivos consiguiendo al menos una diana. Fueron diecisiete tantos en esa decena de encuentros, una media de 1,7 por comparecencia que fue determinante para sumar veintidós puntos en el mencionado serial.

Ese sensacional rendimiento estuvo basado, principalmente, en los que han sido los dos grandes argumentos ofensivos de este equipo durante el curso: su peligro en el juego de profundidad por las bandas y los servicios al área y su efectividad en las acciones de estrategia. Con Jony y, en menor medida, Ibai Gómez ejerciendo de maestros de ceremonias con su profundidad y calidad en los centros y el remate y la aparición puntual de muchos futbolistas acertados en el remate, el Alavés fue capaz de elevarse a unos registros muy poco comunes entre los humildes y esas cifras, refrendadas por un rendimiento defensivo sobresaliente, le catapultaron a la zona noble de la clasificación.

Escasas alternativas Esos argumentos que durante semanas fueron tan convincentes han perdido peso en las últimas comparecencias. Se nota, sobre todo, que Jony no está siendo tan desequilibrante como en el arranque del curso y que Ibai ha recuperado su tendencia a ser demasiado irregular dentro de cada partido. El asturiano arrancó el curso a un nivel físico excepcional y con su velocidad por la banda marcaba diferencias. Esa chispa se ha ido debilitando, al tiempo que las defensas rivales le han ido prestando una atención más pormenorizada. En el caso del bilbaíno, lo suyo es más la conexión que el desborde y su importancia en los metros decisivos, así como su trascendencia en el juego, ha decaído.

A esta pérdida de la amenaza por las bandas, casi la única que el equipo tiene cuando rueda el balón, se le ha unido la desaparición del acierto en el juego a balón parado. En la suerte más delicada del fútbol el más mínimo detalle es decisivo y lo que antes funcionaba al milímetro ahora no está saliendo bien.

De esta manera, los dos argumentos fundamentales del ataque albiazul se han desmoronado. Ni Abelardo ha confiado en alternativa alguna para las bandas -a Burgui no le acaba de dar una oportunidad seria y Patrick Twumasi ni entra en las convocatorias- ni se ha buscado un estilo diferente, difícil de encontrar por las características de la plantilla. No hay un constructor por el centro y los delanteros, con la única excepción de Rubén Sobrino, son mucho más rematadores que futbolistas capaces de generarse sus propias oportunidades.

De momento, el colchón de puntos adquirido en la mejor fase del equipo permite contemplar la clasificación con tranquilidad, pero el bache goleador puede comenzar a pesar si se sigue estirando y no llegan soluciones para una sequía que suele afectar a los más humildes. No en vano, el Alavés es el peor en el apartado ofensivo de los seis primeros clasificados con sus dieciocho dianas (octavo a nivel global de la competición, aunque igualado con Espanyol y Real Sociedad), pero ese número absoluto queda un tanto desvirtuado por los cinco tantos marcados en Vallecas. Sin esa manita completamente anormal, el registro del Glorioso se queda en trece, lo que supondría una media inferior al gol por partido.