Vitoria - Asociar el nombre del Deportivo Alavés con el de los candidatos al descenso resulta inconcebible cuando se echa un vistazo rápido a la clasificación, pero si uno se detiene a mirar el detalle puede comprobar de primera mano que los 24 maravillosos puntos que en estos momentos aparecen en el casillero vitoriano no suponen sinónimo de tranquilidad. La igualdad que preside esta temporada en LaLiga hace prever que el registro puntuador necesario para conservar la plaza en la máxima categoría se va a elevar considerablemente con respecto a campañas precedentes y que esa cifra va a estar de nuevo más cercana a los cuarenta que a los treinta. Por esa razón, el duelo directo con el equipo que en estos momentos marca la línea roja entre los que están cómodos y los que ya sufren sudores fríos se presenta para El Glorioso como una oportunidad de oro de sacarse el pasaporte hacia la tranquilidad y estirar su actual renta de diez puntos hasta los trece. Si encima dicho enfrentamiento tiene en nombre de derbi contra el Athletic, el encuentro de esta noche en Mendizorroza son palabras mayores. Casi nada al aparato.

A pesar de que en el seno alavesista no se han encendido las alarmas por la racha de resultados negativos que ha llevado a sumar solo cuatro puntos de los últimos quince que se han puesto en juego o solo uno de los nueve últimos, lo cierto es que la igualdad que hay en Primera no resulta para nada tranquilizante para los intereses albiazules. El margen de seguridad que el equipo de Abelardo se ha ganado es enorme, pero se pretende finiquitar cuanto antes esa sensación de que el globo ha ido perdiendo parte del aire que le elevó a lo más alto. Precisamente, ese colchón es el que permite afrontar el derbi con una tranquilidad de la que el Athletic carece y que, de paso, se convierta en una ocasión pintiparada para dejar completamente encarrilado el objetivo de la salvación.

Y es que el de esta noche es uno de esos encuentros en los que ganar tiene premio doble, aunque en el caso de perder también cuenta con el riesgo de que aparezcan unos fantasmas indeseables. Conseguir los tres puntos en Mendizorroza supondría mandar la zona de descenso hasta los trece de distancia y dar un paso adelante gigantesco en el objetivo principal de alcanzar los cuarenta cuando aún quedarían tres partidos de la primera vuelta y la segunda al completo por delante. Y, además, se desterraría esa sensación de que el equipo ha entrado en un bache. Un tropiezo en el estadio del Paseo de Cervantes supondría un incremento importante en las dudas, aunque con la salvaguarda de que el margen de seguridad todavía seguiría siendo reseñable.

El factor Mendizorroza Se agarra el Alavés a su fortaleza como local, donde lleva ocho meses invicto en una racha que precisamente arrancó la pasada campaña con el 3-1 al vecino bilbaíno, para volver a levantar el vuelo y recuperar la sonrisa y las buenas sensaciones. Cuando ejerce como anfitrión, el equipo de Abelardo se transforma en un equipo temible que imprime un ritmo asfixiante para sus rivales. El fiel espejo del Athletic en el viejo San Mamés, una esencia que ahora pretende recuperar Gaizka Garitano, como se vio en su victoria de la semana pasada contra el Girona.

Y es que, tras los fallidos experimentos de un Eduardo Berizzo al que acabaron descabalgando de un caballo del que se empeñaba en no apearse incurriendo en los mismos fallos tácticos una y otra vez, el preparador de Derio, que vivió sus últimos días como futbolista profesional en Vitoria, ha recuperado el estilo de toda la vida. Mucha intensidad, un ritmo muy alto e insistencia en el juego por las bandas buscando centros al área para disfrute de los rematadores. Un fútbol más directo y agresivo y de enorme parecido al que practica el propio Glorioso. Por ello, quien consiga esta noche someter al rival en el estilo tendrá recorrido ya buena parte del camino hacia la victoria. Tres puntos que, de quedarse en Mendizorroza, supondrían conseguir el pasaporte hacia la tranquilidad.