Vitoria - Una de las grandes certezas de la pizarra de Abelardo en el presente curso es que su banda izquierda tiene nombre y apellido por derecho propio, Jony Rodríguez, uno de los futbolistas más en forma del plantel y un auténtico puñal por su banda buena cada vez que sus botas atraen el balón. Desde que comenzara la temporada, la presencia del interior asturiano es un fijo en los esquemas del preparador del equipo, consciente de que, hoy por hoy, no tiene recambio posible. La regularidad con la que viene protagonizando cada una de sus actuaciones volvió a vivir ayer un nuevo capítulo ante el Sevilla, donde el futbolista albiazul volvió a dar buena muestra de las cualidades que le preceden. Esto es, velocidad, verticalidad y desparpajo a la hora de encarar el uno contra uno.
En un duelo áspero e incómodo que apenas generó juego alguno durante la primera mitad, solo la presencia de Jony activó la variante ofensiva del Alavés, incapaz de volcar su juego de ataque si no era por su banda. Así que el fino interior asumió de nuevo ese rol con gusto y protagonizó diversas cabalgadas hasta casi la línea de fondo que terminaron por desquiciar a Roque Mesa o Mercado. Incidió por ahí sin descanso pero también asistió -continúa siendo el segundo mejor pasador de LaLiga con cinco asistencias, solo una menos que Messi-, llegó e incluso marcó, esta vez a pase de Calleri en el minuto 37. Fue su segundo de la temporada, que de nuevo volvió a dedicar con un gesto simbólico hacia el cielo, donde quizá se encuentre la razón o el motivo a tan espectacular temporada. Una puesta en escena incentivada por su paisano Abelardo, responsable al cien por cien de su fichaje y satisfecho por el rendimiento que está ofreciendo hasta la fecha. Una carta de presentación, sin embargo, que tiene su riesgo. Y es que semejante sube y baja al que viene acostumbrando el jugador al alavesismo en cada partido tiene el coste de un desgaste físico descomunal que en determinadas ocasiones, como ocurrió ayer, genera situaciones de desventaja defensiva que pueden llegar a hacer mucho daño al equipo.
En este sentido, al menos en un par de ocasiones ayer fue Rubén Duarte, el guardián de su espalda en la banda izquierda, quien le recriminó a Jony la tardanza a la hora de bajar recuperar un balón después de haberlo perdido en la zona de medios como consecuencia, entendible, del cansancio. Quizá por eso deba ser consciente de ello y conocer sus propias limitaciones de cara a una mejora de su rendimiento o, al menos, uno más regular que huya de los picos de sierra en los que de vez en cuando suele caer cuando el partido agoniza, entra en sus minutos decisivos y las piernas ya no responden.