1

1-0 (m. 37) Gol de Jony prácticamente en boca de gol tras una gran asistencia de Calleri, que se aprovechó de un error mayúsculo de la zaga del Sevilla.

1-1 (m. 77) Ben Yedder remata al primer toque en el primer palo tras una fantástica asistencia de Pablo Sarabia.

Amonestó a Manu García, Tomás Pina y Guidetti por parte del Deportivo Alavés, y a Roque Mesa, Sarabia (estando en el banquillo) y al Mudo Vázquez por parte del Sevilla.

1

Vitoria - Tuvo en su mano el Glorioso la victoria ante el Sevilla, pero el cabezazo de Brasanac en el minuto 87, con empate a uno en el marcador, terminó esta vez estrellado en el palo. La suerte ayer fue esquiva con el conjunto albiazul, que durante 70 minutos dominó a una escuadra de guante blanco y fenomenal pegada que apenas pudo hacer gala de la fama con la que aterrizó en la capital alavesa. El Alavés se encargó de incomodarle desde el primer minuto y si no se llevó el triunfo fue porque a la gasolina, esta vez, le faltó algo más de octanaje. Así y todo, empate de altura el firmado ayer en ese fortín llamado Mendizorroza que mantiene al equipo en la zona VIP de la clasificación con 24 puntos y, sobre todo, le permite recuperar las sensaciones y señas de identidad que, quizá, se echaron en falta en la última derrota ante el Leganés en Butarque.

Con la duda de Tomás Pina despejada a media tarde para formar parte de la medular y la continuidad de Ximo Navarro en el eje de la defensa junto a Laguardia, el Alavés formó ante el Sevilla con su once titular más reconocible para tratar de complicar la existencia a un rival de guante blanco que, de salida, dejó en el banco a uno de sus jugadores más determinantes, el habilidoso Pablo Sarabia, quizá castigado por Machín por su absurda expulsión del pasado jueves en competición europea.

Sea como fuere, a la puesta en escena del cuadro hispalense le sobraban ayer nombres y recursos como para echar de menos al delantero madrileño. Consciente de ello, Ibai Gómez conminaba a sus compañeros en el túnel de vestuarios a “incomodar todo lo posible” a un Sevilla que, cabe recordar, visitaba Mendizorroza por novena vez en Primera División. El discurso del de Santutxu surtía efecto y el resto de albiazules se sumaba a la causa convencidos de que tumbar al líder, como ya sucedió el curso pasado, era una opción. El hecho de que el preparador sevillista se mostrase fiel a su clásico 5-3-2 con una puesta en escena demasiado defensiva provocaba un dominio territorial por parte del Alavés en los primeros compases, donde el partido alternó episodios trepidantes de ritmo con acciones ásperas y trabadas que hicieron cobrar un protagonismo excesivo al colegiado de turno. Las ocasiones brillaban por su ausencia en ambas porterías y el Sevilla, como había barruntado Ibai, se mostraba tremendamente incómodo en la circulación interior, uno de sus puntos fuertes.

El plantel de Abelardo, por su parte, tampoco tenía claro qué hacer con la posesión que su rival ayer le regaló, lo que provocó durante varios minutos una suerte de correcalles entre ambos equipos impropio de un partido de Primera División. Solo Jony por su banda izquierda era capaz de percutir de vez en cuando y liberar así el monumental atasco que había en el centro del campo. Una consecuencia lógica de la apuesta que Abelardo y Machín hicieron ayer por querer conquistar esa zona de medios. Sin caudal ofensivo en este primer tramo, hubo que esperar hasta el minuto 32 para presenciar el primer disparo a puerta del Alavés, obra de Duarte desde fuera del área. No tardó el Sevilla en contestar por mediación de Ben Yedder (minuto 34), que a punto estuvo de batir a Pacheco en la, hasta entonces, mejor ocasión del partido. Sin embargo, la banca saltó tres minutos después cuando Calleri se aprovechó de un error infantil de la zaga hispalense para asistir a Jony desde línea de fondo y batir el asturiano a puerta vacía,

Cambiaron las cosas tras la reanudación, como era previsible. Movió Machín su banquillo y el Sevilla dio un paso al frente, acechando el área albiazul con aproximaciones cada vez más peligrosas. La más clara fue la que protagonizó el Mudo Vázquez en el 64’ y que no terminó en gol porque Pacheco, sencillamente, no quiso. Nuvamente ayer, el meta pacense estuvo soberbio.

Trató de quemar sus naves el técnico sevillista dando entrada a una amenaza como Pablo Sarabia cuando restaban apenas quince minutos. Y funcionó. Porque poco después, cuando el duelo tocaba a su fin, una entrada por banda del punta madrileño terminó con una asistencia magistral a Ben Yedder para que anotara el empate con un nuevo gol a Pacheco, al que en las últimas tres temporadas ha percutido cinco veces con éxito. Agotado por el desgaste físico, el Alavés sofocó a partir de entonces los arrebatos del Sevilla como pudo, muchas veces con más corazón que cabeza. Y fue así como a punto estuvo de volver a protagonizar una remontada cuando un cabezazo perdido de Brasanac en el minuto 87 se estrelló contra el poste. Pudo haber sido el 2-1 y el delirio, sin embargo ayer la suerte se mostró esquiva, aunque el empate supo a gloria.

No marcó ayer el punta argentino pero asistió en el 1-0, se fajó con la defensa sevillista, fijó a sus incómodos centrales, forzó numerosas faltas y se mostró tremendamente solidario.

No ya tanto por su trabajo y compromiso con el equipo, innegables, pero sí en lo que a la pérdida de balones o la lentitud a la hora de darles salida, se refiere. Ayer pecó de esto en exceso.

Apuesta en la medular. Acertó de pleno ayer el técnico asturiano al poblar de centrocampistas la zona de medios con un trivote (Wakaso, Pina y Manu) que generó un caos incomodísimo al Sevilla a la hora de generar su tradicional juego interior, ese que tanto le gusta y que tan buenos resultados le está dando esta temporada. Nuevo acierto, por tanto, en la pizarra albiazul.