Vitoria - Cuando hace unos meses hizo las maletas hacia el norte de Francia para embarcarse en su segunda aventura internacional, el vitoriano Einar Galilea reconoció en su despedida que se marchaba de Vitoria cedido al Sochaux para volver pronto a su lugar de origen. Volver a la que es su casa y el lugar donde ha desarrollado toda su carrera deportiva con la excepción de aquella primera cesión en el Rudes de Croacia (una etapa de seis meses) y la actual en el histórico club francés, con el que el Deportivo Alavés espera poder dar un salto de calidad en lo que a desarrollo y captación de nuevas figuras de cara a su ambicioso proyecto internacional. En esa ecuación deportiva entre LaLiga y la Ligue 2 se moverá este curso el central gasteiztarra, recuperado ya de las molestias que le impidieron comenzar con normalidad la temporada francesa y ansioso por ganarse cuanto antes la confianza de su nuevo entrenador, José Manuel Aira, ex del Rudes que el pasado fin de semana concedió la titularidad al canterano en el duelo que su equipo mantuvo ante el Béziers, saldado con victoria a su favor por la mínima (1-0). En ese contexto de acumulación de ritmo y minutos de juego, Galilea volvió a formar parte ayer del once titular del Sochaux en su primer regreso a Mendizorroza tras desvincularse temporalmente del Alavés. Como suele ocurrir en estas circunstancias, fue una jornada muy especial para el jugador forjado en la cantera de Ibaia. A la amistad y cariño recibidos en las horas previas por parte de excompañeros y miembros del staff técnico, se unió la calurosa ovación que el jugador recibió sobre el terreno de juego por parte de la grada albiazul, ayer minoritaria en comparación con la media habitual aunque siempre detallista. No en vano, fue el fondo de Iraultza 1921 quien homenajeó a su gudari con una pancarta que rezaba Gutariko bat.

En lo deportivo, Aira colocó a Galilea como pivote por delante de la defensa. Una suerte de stopper en la que ya se movió la temporada pasada en su etapa en el Rudes y que ayer sorprendió a buena parte de los aficionados presentes, acostumbrados a presenciar al canterano en funciones de central o lateral izquierdo. En cualquier caso, su actuación apenas desentonó, convirtiéndose además en el filtro a través del cual el Sochaux dio salida a todos los balones desde la defensa. Estuvo mandón y físico, dialogante y con mando en plaza. Los galones que se le presuponen para este curso salieron relucir desde su salida al calentamiento, por eso aunque aún no porte el brazalete de capitán en la escuadra gala, es cuestión de tiempo que Galilea acabe tutelando el vestuario francés.