- Como si de una partida de ajedrez se tratase, el desenlace del Caso Santos parece haber entrado en una fase de enrocamiento a juzgar por los escasos movimientos y la ausencia de noticias que en los últimos días se vienen produciendo en torno a la salida del delantero venezolano del Deportivo Alavés. Cuando todo hacía indicar que su llegada a Coruña para enrolarse en el nuevo proyecto del Deportivo en Segunda División -al frente del mismo estará en el presente curso el técnico vitoriano Natxo González- era solamente una cuestión de flecos, precisamente la naturaleza de éstos es la que está retrasando una operación que, en principio, era ventajosa para todas las partes.
De un lado para el propio Deportivo Alavés, que se desprendería de un jugador con el que no cuenta para el futuro y que además le supone cada temporada un importante agujero en su cuenta de explotación, al ser el punta venezolano uno de los jugadores con ficha más alta. Su salida, por tanto, aliviaría la tesorería y permitiría destinar esos recursos a la contratación de otro 9 más del estilo del Pitu Abelardo.
Sin embargo, el problema en esta ecuación es que a Santos aún le resta un año de contrato y es precisamente ese aspecto uno de los puntos de conflicto en esta negociación, ya que al margen de desprenderse de su ficha quizá el club albiazul solicitaría una cantidad a cambio de entregar la libertad del jugador al Deportivo, algo que en la entidad gallega ya han advertido que no va a aceptar. Sea como fuere, el Alavés ya ha traslado al agente del jugador que dejará libre al punta el próximo 1 de julio si trae una oferta que se haga cargo de toda su ficha.
un proyecto de primera En esta línea, la idea en la entidad presidida por Tino Fernández pasa por hacerse con los servicios del delantero a coste cero, es decir, con la carta de libertad bajo el brazo, a cambio de hacerse cargo de su elevada ficha, o al menos gran parte de ella, y extenderle además un contrato en A Coruña de cierta duración ya que a sus 30 años, Santos estaría a las puertas de firmar el que probablemente será su último gran contrato profesional. Una apuesta en la que esta vez sí gozaría del protagonismo que Sergio Fernández, el director deportivo del Alavés, le prometió en su día cuando lo reclutó de la liga holandesa para el Glorioso pero que luego no cumplió, hasta el punto de llegar a apartar prácticamente al ariete del equipo y hacer trizas su relación personal, desde hace tiempo inexistente.
Alcanzado un acuerdo entre ambos clubes, estaría por ver la decisión del propio Santos en toda esta operación. Si asumir la salida a un equipo de Segunda División como un paso atrás para reivindicarse después con el regreso a la elite la próxima temporada -el Dépor será sin duda uno de los gallitos de la liga 1,2,3- o rechazar la oferta, esperar los cantos de sirena de algún proyecto de Primera o, incluso, aunque no es algo que haya contemplado, quedarse en la capital alavesa para cumplir su contrato aún cuando sabe de primera mano que el Alavés no cuenta con él. Un asunto enrocado, en cualquier caso, cuyo desenlace va a depender del nivel de flexibilidad que todas las partes estén dispuestas a asumir. De lo contrario, el escenario que se antoja tanto para Alavés como para el propio jugador será malo de necesidad. Hasta dónde estirará cada una de las partes la cuerda es una cuestión no ya solo de tiempos, sino de formas, y ahí el riesgo que se corre de perder una oportunidad es notable.