De Montilivi a Ipurua, Abelardo completó ayer su primera vuelta entera al frente del banquillo del Deportivo Alavés firmando unos registros espectaculares y del todo impropios de un equipo que desprendía un insoportable hedor a Segunda División cuando el preparador asturiano asumió los mandos allá por inicios del pasado mes de diciembre. Diecinueve compromisos ligueros que el técnico gijonés ha salda con un balance de diez victorias (Girona, Las Palmas, Málaga, Sevilla, Celta, Villarreal, Deportivo, Levante, Getafe y Eibar), dos empates (Leganés y Espanyol) y siete derrotas (Atlético de Madrid, Athletic, Barcelona, Real Madrid, Real Sociedad, Betis y Valencia) para un total de 32 puntos (22 goles a favor y 23 en contra) que, añadidos a los seis que se habían conseguido en las trece primeras jornadas, han servido para dejar la permanencia vista para sentencia cuando parecía un milagro conseguirla.

Y es que como hito histórico hay que calificar el periplo del Pitu al frente de la nave de Mendizorroza. La esperanza de que el Alavés podía salvarse no se había perdido por completo a su llegada a pesar de que por entonces el equipo vitoriano era el colista de Primera División con esos referidos seis puntos, pero conseguirlo con la solvencia y tranquilidad que se va a lograr era una cuestión del todo imprevisible. No en vano, los números con el asturiano no son los de un conjunto que está peleando por evitar el descenso, sino los de otro que, en la proyección del global de curso, tendría asegurada su presencia en la Liga Europa. Palabras mayores que hablan bien a las claras del particular milagro, así se debe calificar, que Abelardo ha protagonizado en Vitoria.

Más allá de esos excepcionales números que han servido para asegurar la continuidad por tercera temporada consecutiva en Primera, el preparador asturiano ha conseguido dotar al Alavés de una identidad muy reconocible que entronca a la perfección con la imagen que el club se había labrado en sus últimos y exitosos años. Un equipo que, sin ser el mejor dotado técnicamente, crece a través del trabajo y sacrificio del colectivo y se apoya en un sólido entramado defensivo para aprovechar sus salidas en velocidad y el juego de centros y remates. Un compendio de virtudes en la que Abelardo ha sido pieza fundamental y que le han servido para ganarse la renovación.