Vitoria - Tras la crisis de tres derrotas consecutivas que le condujo al parón de la competición con la sensación de estar ya física y mentalmente agotado, el Deportivo Alavés ha sabido enderezar de nuevo el rumbo en unas dos últimas jornadas en las que buenas sensaciones y resultados positivos han ido de la mano para dejar el objetivo de la permanencia ya prácticamente conseguido. Aún queda algún pequeño paso por dar para traspasar la meta única de esta temporada, pero El Glorioso no quiere detenerse en ese punto y su idea ahora es la de seguir creciendo y mejorando en los siete partidos que le quedan por delante. Que el sabor de boca al final del curso sea bueno y queden enterrados en el olvido esos días de enorme angustia que al alavesismo le tocó sufrir hace no tanto tiempo. Una cuestión que parece ya desterrada de todas las memorias, pero que no cabe olvidar para poder explicar la magnitud de la reacción protagonizada por un equipo que ahora quiere dar continuidad a ese rendimiento, excelso desde que Abelardo asumiera los mandos.
Uno de los pocos asuntos que tiene pendientes el técnico asturiano son los derbis. Dos se han jugado con él en el banquillo y los dos -las visitas a Athletic y Real Sociedad- se han saldado con sendas derrotas -como los otros dos anteriores, dicho sea de paso, en una campaña horrible en este sentido- y, lo que es peor, con una imagen muy lejana a la que el Alavés habitualmente ofrece con el gijonés. En San Mamés y Anoeta, los duelos vecinales quedaron finiquitados en unos primeros momentos en los que el cuadro albiazul evidenció que ni siquiera se había enchufado a los partidos. Una tendencia que no se puede repetir en Ipurua, donde el Eibar se lleva por delante al rival que no es capaz de, como mínimo, igualar su nivel de intensidad.
Llega el Alavés a este derbi con la moral recuperada tras sus dos últimas buenas actuaciones y con la certeza de que ha recobrado los valores que le han llevado a ser un equipo tremendamente competitivo. Fernando Pacheco ha conseguido echar el candado a su portería durante dos partidos seguidos por primera vez en todo el curso y ante el Getafe apareció de nuevo la pegada arriba con la recuperación de las mejores versiones de John Guidetti o Munir El Haddadi. Precisamente, la eficiencia en las áreas será este mediodía una cuestión más determinante que nunca. En un estadio como Ipurua en el que el esférico circula a toda velocidad de un extremo del campo al otro, el acierto en los metros decisivos es aún más determinante que en otros recintos. Buscará El Glorioso quitarse de encima el mal fario de los derbis de esta campaña y también finiquitar sus problemas con los armeros para seguir creciendo.