Llueve un día más en Vitoria. Casi no para desde hace semanas. El líquido elemento desborda embalses y cauces de ríos y se convierte ya en un problema que tiene también su vertiente deportiva. No en vano, semejante cantidad de agua acumulada, más aún durante las últimas jornadas, no beneficia en nada el estado de los campos de entrenamiento del Deportivo Alavés. Ibaia es una instalación con mucho trote a sus espaldas y el césped, pese a los cuidados y mejoras recientes, no aguanta como antes el estrés de la combinación de entrenamientos y mal tiempo constante. Con la saturación de agua, los campos están mucho más pesados y eso redunda en perjuicio del equipo. Para evitar sobrecargas y problemas físicos, estos días se miden al máximo los esfuerzos y la hierba se pisa lo justo y necesario. No se trabaja en las condiciones más adecuadas y desde el club se asume que esta situación no deseada se extenderá durante una temporada más. La idea de trasladarse a Betoño para el siguiente curso ya es una quimera por una simple cuestión de plazos y en las oficinas del Paseo de Cervantes lo único que se espera es que todo este proceso tome velocidad tras unos tediosos trámites que se han extendido mucho más allá de los plazos inicialmente previstos. Mientras que se espera que los terrenos salgan definitivamente a concurso público para presentar su oferta, El Glorioso tiene claro que su sueño de una nueva ciudad deportiva -aún habría que llevar a cabo una obra muy importante- no podrá materializarse hasta la temporada 2019-20.

La iniciativa de construir un nuevo complejo que mejorase el actual de Ibaia fue una de las primeras que Josean Querejeta puso en marcha cuando se consumó el ascenso a Primera División en junio de 2016. Con la inyección de dinero que supuso el ascenso de categoría, el mandatario puso en marcha un proyecto para dotar al club de patrimonio propio con la puesta en marcha de una residencia para jóvenes talentos, las citadas nuevas instalaciones de entrenamientos y la ampliación de Mendizorroza. Casi dos años después, solo la residencia ha visto la luz. Y lo peor de todo para el club es que las dos otras patas estratégicas no tienen ni siquiera plazos realistas marcados y se siguen dilatando en el tiempo.

La necesidad más urgente, por una simple cuestión de saturación de sus actuales recursos, era, y sigue siendo, la nueva ciudad deportiva, pero el tiempo sigue corriendo y no acaba de llegar el día del ansiado desembarco en Betoño. Y es que la ubicación del futuro complejo está clara desde hace tiempo y en esa dirección de adquirir las antiguas instalaciones de Michelin se comenzó a mover el club desde que tuvo perfilado su proyecto.

El Alavés quería comprar Betoño y, tras los primeros contactos, el Ayuntamiento de Vitoria, que es el titular del complejo, vio con buenos ojos desprenderse de una instalación obsoleta y cuyo mantenimiento le exige un coste muy elevado para el rendimiento que ofrece.

Lo que en un principio parecía iba a ser un acuerdo sencillo entre las dos partes se ha convertido en un enrevesado laberinto burocrático. Para evitar cualquier problema legal a futuro por un supuesto de mala administración y despilfarro de los recursos públicos con una venta directa del Ayuntamiento al club, desde el Consistorio se puso en marcha un proceso para ofertar Betoño a través de un concurso público de libre concurrencia.

Modificación del PGOU Y ahí sigue la cuestión atascada, a la espera de la licitación que conduzca al pliego de condiciones de dicho concurso. Tras el proceso de tasación que determinó que los terrenos y sus actuales instalaciones tienen un coste de 16,2 millones de euros -precio mínimo que habrá de ofertarse por parte de los interesados-, en estos momentos se encuentra abierta una propuesta para la modificación estructural del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) para recalificar a sistema local de equipamiento genérico la parcela, calificada actualmente como sistema general de equipamiento deportivo, y que será sometida a consulta pública previa hasta el próximo 27 de abril por parte del Ayuntamiento.

Estos trámites burocráticos están resultando de una lentitud exasperante para el club, que esperaba que todo este proceso se concretase de forma mucho más ágil. Si desde el Consistorio se desveló hace un par de semanas que “no hay un plazo concreto” para que vea la luz el concurso público, tampoco en las oficinas del Paseo de Cervantes tiene claro cuánto va a tardar en resolverse todo este entramado.

De momento, la única evidencia que el club maneja es que durante una temporada más tendrá que seguir explotando Ibaia. Por mucha rapidez que llevan a partir de ahora los trámites aún pendientes, una vez ejecutada la compra todavía quedaría mucho trabajo por delante en forma de obras para la construcción de la ciudad deportiva, un proceso que también llevaría unos cuantos meses antes de adecuar todo el espacio al proyecto ya fijado.

Mientras tanto, el Alavés seguirá el próximo curso con el mismo plan de trabajo que ha desarrollado esta temporada, siendo Ibaia su base de operaciones exclusiva, al contrario que la anterior campaña en la que se desplazó habitualmente a entrenar a Betoño. El campo principal, tras las mejoras llevadas a cabo el pasado verano en otros espacios, es de uso prácticamente exclusivo del primer equipo y el filial apenas lo ha utilizado en unos pocos encuentros ligueros -un ascenso a Segunda División B provocaría un problema importante en el club, ya que Ibaia no reúne las condiciones mínimas para acoger encuentros de dicha categoría-, mientras que el terreno de juego con el renovado césped sintético es el que está soportando la mayor carga de trabajo al jugarse sobre esa superficie la mayoría de los partidos. Unas instalaciones que se encuentran saturadas, pero que tendrán que seguir siendo el hogar del Glorioso al menos durante una temporada más.