vitoria - Cuando el Deportivo Alavés encajó hace tres semanas en Valencia su tercera derrota consecutiva, Abelardo reconoció que el parón de la competición doméstica debido a los compromisos internacionales de las selecciones podía venirle muy bien al Glorioso para resetearse. Después de muchas jornadas de máxima exigencia saldadas con resultados muy positivos, la cercanía al gran objetivo de la permanencia pareció provocar una lógica pérdida de tensión y que el equipo se alejara un poco del rumbo marcado. Por eso, el preparador albiazul quería aprovechar esos quince días sin partido oficial en el horizonte para recuperar las señas de identidad que habían permitido a la escuadra del Paseo de Cervantes salir del pozo clasificatorio en el que se encontraba inmersa cuando el preparador asturiano asumió el reto de tratar de reflotarla. Pues bien, vistos los resultados, bien puede decirse que ese trabajo ha dado los frutos deseados. Porque el conjunto vitoriano confirmó el domingo ante el Getafe -como ya había apuntado una semana antes en Barcelona- que ha sido capaz de volver sobre sus pasos para regresar al punto de origen de su espectacular reacción.
De esta manera, el Alavés que ha comparecido en sus dos últimas citas ligueras ha vuelto a mostrar los principales valores que le permitieron enderezar un rumbo que parecía conducirlo directamente al abismo. Como piedra angular sobre la que construir de nuevo el edificio ha recurrido, una vez más, a la solidez defensiva. Una seguridad de la que careció durante gran parte de la temporada pero que, de la mano de Abelardo, pudo rescatar para iniciar su escalada clasificatoria. Con ella por bandera, apenas ha concedido ocasiones de gol a Espanyol y Getafe -la más reseñable ha sido el penalti fallado por el conjunto madrileño-, lo que le ha reportado el premio añadido de mantener su portería imbatida durante ambos encuentros. Algo que podría pasar inadvertido como uno más de los muchos datos estadísticos que surge tras cada partido pero que se valora en su justa medida cuando se comprueba que es la primera vez en todo el curso en que lo logra. Nada menos que 31 jornadas han tenido que transcurrir para que Pacheco pueda enlazar dos encuentros sin recibir gol.
Un candado en la portería que, como mínimo, garantiza la conquista de un punto en cada cita y que, además, ha permitido al equipo vitoriano crecer en el resto de aspectos del juego. Porque, claro está, la solidez defensiva no es únicamente mérito de la retaguardia. El trabajo de desgaste de los delanteros y la consistencia mostrada por el centro del campo son, sin duda, ingredientes imprescindibles para poder haber llegado hasta este punto.
Aire fresco Con la confianza que proporciona contar con un muro prácticamente impenetrable delante de la portería propia, el Deportivo Alavés se ha atrevido de nuevo a desplegarse en busca del arco contrario. Un movimiento en el que sin duda ha tenido bastante que ver el movimiento de piezas ejecutado por Abelardo desde el banquillo. Durante la minicrisis en la que enlazó sus tres derrotas consecutivas, El Glorioso ofreció por momentos la imagen de un equipo cerca del agotamiento, con algunos de sus integrantes en la reserva física -y probablemente anímica-. Consciente de ello, el preparador albiazul ha optado por introducir aire fresco en el equipo inicial y, tras el parón, ha renovado las bandas del ataque albiazul.
De esta manera, los hasta ahora fijos Pedraza e Ibai han cedido su sitio a Burgui y Sobrino, mucho más frescos que sus compañeros. Con ese impulso, la escuadra de Mendizorroza ha recuperado su perfil más incisivo, lo que le permite acercarse con peligro al área rival. En muchas ocasiones, además, no necesita de grandes elaboraciones para conseguirlo, ya que se apoya en la velocidad de sus extremos para plantarse cerca de la portería en vertiginosas combinaciones.
Y cuando llega hasta ahí, El Glorioso presenta a su armamento pesado de nuevo a pleno rendimiento. Tras unas semanas en las que el esfuerzo acumulado pareció pasarles factura, Guidetti y Munir han vuelto a recuperar la chispa que les convierte en una pareja muy difícil de controlar. El enorme trabajo que desarrolla el sueco y su generosidad permiten al hispano-marroquí lucir más su innegable calidad y el resultado son asociaciones como la que originó el segundo gol ante el Getafe. En definitiva, el Alavés vuelve a ser el Alavés y, gracias a ello, disfruta sobre el césped y se ha reencontrado con la victoria.
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Minutos sin recibir un gol acumula en estos momentos Fernando Pacheco. Tras empatar a cero en Cornellá y vencer al Getafe, el Alavés ha conseguido enlazar dos encuentros sin recibir un gol por vez primera este curso. El último que encajó fue en el minuto 54 del duelo ante el Valencia.