Vitoria - Tras una primera parte en la que el Deportivo Alavés llevó el peso del partido sin ser capaz de generar demasiado peligro sobre la portería del Getafe, tras el descanso el equipo de Abelardo firmó una actuación sobresaliente con una de esas ideas que un entrenador perfila en la preparación y luego se desarrollan a la perfección sobre el verde, una cuestión bastante complicada. Como si moviese los hilos desde la tramoya, todo lo preparado sobre la pizarra por el técnico asturiano se ejecutó sobre el césped en una segunda parte de libro que concluyó con dos goles a favor en el casillero y sin apenas sufrir ante un Getafe que fue maniatado.
En un partido ciertamente complicado de desentrañar por la fortaleza de los sistemas defensivos, el balón parado fue el elemento diferencial que permitió que el duelo se descosiese. Munir, en una falta frontal, puso el balón suave sobre el desmarque de Laguardia entre Molina y Djené. Como suele acostumbrar, pues es todo un especialista en el juego aéreo y en las acciones de estrategia, el central maño cabeceó a la perfección para superar a Guaita y poner en el marcador de Mendizorroza ese 1-0 que supondría el cambio definitivo en el guión que se había establecido hasta ese instante.
A partir de ahí, las cuatro piezas ofensivas del cuadro alavesista comenzaron a aparecer con asiduidad en el juego y se asociaron a la perfección. Guidetti se encargó de la distribución, Sobrino -este el más apagado del cuarteto- y Burgui encararon por las bandas y Munir se metió en el área buscando la resolución. Bien pertrechado atrás, con un trabajo de contención prácticamente perfecto para cerrar vías de pase y con precisión para ejecutar el juego de recuperación y salida. Erró el delantero madrileño en el primer contragolpe claro, pero en el segundo afinó la precisión de su cabezazo para marcar el 2-0 y hacer buena la conexión por la izquierda entre el sueco y el extremeño.
El único instante de sufrimiento dentro de un dominio absoluto llegó con el inocente penalti de Duarte sobre Remy que luego falló Antunes para que Mendizorroza respirase, pero aún dejó el Alavés un último destello en una segunda parte soberbia con la ejecución del contragolpe que pudo suponer el tercer tanto de no haber fallado Wakaso en su remate final.