El Deportivo Alavés se había metido en una crisis de resultados que comprendía tres derrotas consecutivas y cuatro en los últimos cinco partidos a causa, principalmente, de la pérdida de los valores futbolísticos que le habían convertido en un equipo extremadamente competitivo y peligroso desde la llegada de Abelardo. El derroche físico y mental necesario para completar una remontada espectacular en muy poco tiempo y dejar el objetivo de la salvación al alcance de los dedos pasó su factura en forma de un bajón físico que empeoró el rendimiento de un equipo que se desmoronó en cuanto comenzó a hacer aguas en el apartado defensivo. No pudo llegar en mejor momento el parón de la competición, que en el seno albiazul se ha utilizado para refrescar piernas y cabezas. Una cuestión que, como se comprobó ayer, era del todo necesaria para poder desplegar de nuevo ese estilo de equipo aguerrido y combativo que dificulta mucho el juego de los rivales, aunque la pena fue que fallase la definición en el área rival para sumar una victoria que, por rendimiento general, fue merecida.

El Glorioso recuperó ayer su versión de los mejores días en lo referido a la destrucción. Con las líneas muy juntas, impidió el juego del Espanyol desde el centro del campo hacia adelante y montó buenos contragolpes tras las recuperaciones. El único instante de sufrimiento en toda la primera parte llegó en el último minuto, cuando Pacheco apareció salvador para desviar al larguero un disparo de Aarón, que se había colado a la espalda de Martin. Todo lo demás fue un dominio de la posesión estéril por parte de un Espanyol incapaz de encontrar resquicio alguno al buen trabajo alavesista en la presión y con el peligro siempre mucho más cerca de Pau López que de la portería vitoriana.

El cambio en la segunda parte llegó con las incorporaciones de Melendo y Piatti, con las que Quique buscó agitar su ataque. Los dos habilidosos jugadores pericos activaron la ofensiva local con su conexión y propiciaron un duelo mucho más abierto y dinámico. Ahí llegó el momento de mayor sufrimiento del Alavés, que padeció con los mayores espacios que se abrían y hubo de agarrarse a Pacheco. Todo ello antes de un nuevo toque de corneta, con Iglesias Villanueva en plan protagonista con decisiones erradas y perjudiciales a los intereses albiazules y más errores en la definición de un Alavés que buscó la victoria con mucho mayor ímpetu que un rival que solo aparecería de nuevo con peligro en los compases finales.

Ante un equipo como el Espanyol muy poderoso como local, El Glorioso recuperó los valores que le hicieron ser siempre muy competitivo, durante muchos minutos logró maniatar a su rival concediendo solo un par de ocasiones y solo su falta de pegada le dejó sin triunfo.