El Deportivo Alavés que se fue al parón en plena crisis de resultados e identidad necesitaba recuperar en su visita al Espanyol el que venía siendo su sello desde la llegada de Abelardo y lo hizo con creces en cuanto a juego y sensaciones, pero le faltó ese espaldarazo que hubiese supuesto una victoria más que merecida visto lo visto sobre el verde. Dio El Glorioso una versión notable que se quedó al borde del sobresaliente, una nota de la que solo le separó su habitual problema a la hora de convertir en gol sus llegadas al área rival, numerosas pero nulas en el acierto. En todo caso, mucho que alabar en la vuelta a la competición.

Con sus piezas más habituales tanto en la defensa como en la delantera, dibujó Abelardo un centro del campo completamente novedoso con el regreso de Torres para hacer pareja con Pina, el retorno a la titularidad de un Burgui que no disfrutaba de esa condición desde que cayó lesionado en Bilbao y el estreno de Sobrino como extremo derecho para dar continuidad a sus tres presencias anteriores en el once acompañadas de dos goles.

En los primeros compases, el Alavés se afanó en recuperar su trabajo de presión y cierre de espacios. De nuevo, una labor de piernas para taponar huecos y llenar el campo de minas a partir de la línea central. Tarea de zapa en pos de la recuperación y de un primer pase de salida limpio para dinamitar al rival mediante la velocidad de los costados y la doble referencia arriba.

El primer intento de buscar la portería rival fue albiazul, con una falta de Guidetti que atajó Pau López -silbado sin compasión por su afición cada vez que tocó el esférico por su anunciada marcha al final del curso- sin problemas; pero más claro fue el contragolpe tras recuperación en el que Víctor Sánchez apareció a tiempo para cortar el pase de la muerte de Burgui buscando al delantero sueco. Estaba desarmado el Espanyol y el Alavés comenzaba ya a merodear el área local con insistencia en varias acciones de estrategia consecutivas sin remate, al tiempo que buscaba el gol Sobrino con un disparo lejano.

Dominaba El Glorioso todos los apartados del juego, pero le fallaba el aspecto de la definición ante un rival que no hacía más que parar el partido a base de faltas. En la enésima, fue Pina el que disparó desviado en posición acrobática. Amo y señor de todo el tramo final de la primera parte, pero incapaz de transformar su dominio en una ventaja merecida en el marcador cuando el encuentro se fue al descanso. Es más, quien a punto estuvo de conseguir la ventaja fue el cuadro perico, con un remate durísimo de Aarón que salvó Pacheco para desviar el balón al larguero y evitar la injusticia que hubiese supuesto el gol.

Tan poco le gustó a Quique su equipo en la primera parte que decidió hacer dos cambios de cara a la reanudación. Eso sí, de nuevo el que se encargó de meter primero el miedo en el cuerpo del rival fue el Alavés, con un cabezazo de Ely en un saque de esquina que le salió demasiado centrado y fue cómodo para Pau.

Melendo y Piatti le dieron un mayor dinamismo a la ofensiva local, lo que propició un duelo mucho más abierto y con los espacios que no habían existido anteriormente. En todo caso, era el Espanyol el que proponía y el cuadro vitoriano el que se encontraba atascado. Por si fuera poco, apareció por ahí Iglesias Villanueva para dejar sin penalizar un libre indirecto en el área por juego peligroso sobre Guidetti ni tampoco dar la ventaja tras una falta con dos jugadores albiazules lanzados hacia la portería.

Esas dos acciones desbaratadas por el colegiado dieron paso al sufrimiento. Pacheco hubo de tirar de reflejos ante Piatti, Ely salvó un cabezazo de Moreno y el propio delantero disparó fuera con todo a favor. Y ahí surgió de nuevo Iglesias Villanueva, que se inhibió en la segunda amarilla a Víctor Sánchez, tampoco quiso -como ante el Barcelona con Umtiti- castigar una mano en el área del Espanyol previa a un remate de Guidetti que salvó Pau.

Pisaba de nuevo El Glorioso el acelerador y se iba descaradamente a por la victoria, con mucho peligro en los balones filtrados entre lateral y central y también incrementando la asunción de riesgos atrás. Si alguien quiso ganar, fue un Alavés que se mereció el sobresaliente, pero que no alcanzó esa nota por su falta de pegada en el área.

Racha rota. El Alavés se había ido al parón por los partidos internacionales de selecciones en plena racha negativa con tres derrotas consecutivas y necesitaba cortar cuanto antes esa serie. Lo hizo en la siempre complicada visita al Espanyol con un empate que le sirve para acercarse a la permanencia.

Solidez sin pegada. El cuadro albiazul recuperó sus valores defensivos, con un gran trabajo de contención y concediendo apenas un par de ocasiones al rival. En el lado negativo, la incapacidad mostrada para convertir su importante caudal ofensivo en algún gol dentro de un partido en el que llegó mucho a la portería rival.

Un equipo reconocible. El Alavés necesitaba recuperar el sello de identidad que le había convertido en un equipo muy peligroso desde la llegada de Abelardo y lo consiguió con creces. Durante la primera parte maniató por completo al Espanyol y el sufrimiento solo llegó, aunque tampoco en exceso, en la segunda. En la ofensiva, solo falló la efectividad en el área para conseguir una victoria.

El extremeño fue titular en la banda izquierda y fue un elemento muy peligroso que ganó la partida a Víctor Sánchez. En una versión notable y muy incisivo con el balón.

Hizo otro partido de un nivel muy bajo, con exceso de lentitud en sus movimientos y errores claros con el balón, aunque, al menos, en los minutos finales fue mucho más solvente.

Amonestó a Víctor Sánchez (minuto 23), Guidetti (minuto 69), Carlos Sánchez (minuto 77) y Hernán Pérez (minuto 88). Amarilla a Pau López con el partido concluido.