La visita al Real Madrid exige la perfección para tener la simple posibilidad de puntuar y el Deportivo Alavés se mostró ayer muy lejano de esa versión excelente que se precisa para conseguir un resultado positivo en el estadio Santiago Bernabéu. Demasiados errores que, de tanto repetirse, acabaron siendo castigados con profusión y nulo rendimiento de los no menos evidentes fallos del equipo blanco, sobre todo en la primera parte. Casi nada puso el equipo vitoriano en el lado del haber de la balanza, por lo que puntuar se convirtió en una misión imposible por mucho que la derrota tardase en fraguarse hasta casi el tiempo de descanso, dejando una esperanza que se esfumó al regreso de los vestuarios para dejar un marcador en contra abultado.
Fiel a la política de rotaciones que ha decidido implantar en este tramo del curso -más aún en una semana en la que se encadenan tres esfuerzos-, Abelardo recuperó para la titularidad a Alexis, Torres, Hernán Pérez y Sobrino, que dieron relevo a los más habituales Martin, Pina, Ibai y Munir en una tendencia ya común en los desplazamientos.
Aplicó el cuadro albiazul unidad de líneas y fuerte presión una vez que el rival sobrepasaba el centro del campo para generar una primera aproximación que terminó con Pedraza estampado contra las vallas. Los minutos iniciales fueron de lo más accidentado, con Casemiro, Hernán Pérez y Navas también postrados en el césped, mientras que Carvajal tuvo que tomarse su tiempo para cambiarse las botas. Entre tanto parón, Torres desvió con su cuerpo un disparo de Ronaldo en la única acción reseñable en las áreas en los primeros minutos.
El peligro de verdad, por fortuna mal resuelto por Benzema, llegó en un error de esos que no se pueden cometer ante el Madrid. Un córner a favor mal sacado, Pedraza que se equivoca al no dar un pelotazo y un contragolpe de manual, una estampida brutal con cinco jugadores blancos encarando a Torres. La mala definición del delantero galo evitó un gol cantado en la especialidad de la casa. En un partido en el que no pasaba casi nada, los problemas para el Alavés llegaban más por sus indecisiones con el balón que por lo que proponía el rival. Así ocurrió tras otra pérdida de Pedraza que remató de chilena fuera Bale.
El correr de los minutos dio paso a un aplastante dominio blanco. Los vitorianos no eran capaces de sacar contragolpes francos -Pedraza, tan protagonista como desacertado, erró un control cuando podía plantarse ante Navas- y esa carencia propició que se fuesen cediendo metros y que los blancos se instalasen en el balcón del área, aunque incapaces de resolver por culpa de varios disparos carentes de puntería.
Hasta la media hora de juego hubo que aguardar al primer disparo albiazul, un golpeo con el exterior de Hernán que apenas llevó peligro y que condujo al despertar alavesista. Instantes después, fue Guidetti quien probó a Navas. Y es que si del lado visitante se cometían errores gruesos, no le iba a la zaga el cuadro local con varios balones regalados en zonas de enorme compromiso.
Goles en cascada Cuando todo hacía indicar que, insospechadamente visto el calibre de los fallos de unos y otros en la primera parte, el marcador inicial se iba a mantener al descanso, una genialidad técnica con un taconazo para el latigazo de Ronaldo fue el 1-0 en el minuto 44, ventaja que Navas conservó con un paradón a remate de Alexis.
El Glorioso se fue golpeado en sus ánimos al vestuario, pero no se olvidó allí de que no podía permitirse más errores groseros. Seguro que Abelardo insistió en ellos con contumacia, pero fue el propio Alexis el que falló en un control nada más arrancar el segundo acto que Benzema convirtió en un contragolpe que ejecutó un letal Bale en el 47.
Con el 2-0, el partido se descosió por completo y el Alavés fue ya a calzón quitado. Necesitaba la reacción del gol y para buscarlo asumía los riesgos de llevarse un revolcón. La inocencia de los amagos de golpeo albiazules contrastaba con los directos blancos, capaces de tumbar de nuevo al oponente en cualquier momento. Así, a la hora de juego llegaría el tercero por mediación de Ronaldo en un contragolpe.
No se rindió ante su ya segura derrota un Alavés que siguió buscando, sin éxito alguno, sus opciones. Si había que caer, con la cabeza alta. Y así fue incluso tras el 4-0 tras marcar Benzema de penalti. Un abultado resultado con la sensación de haber regalado demasiado y de no haber aprovechado los fallos del Real Madrid.