Vitoria - Siempre fue parco en palabras, pelín arisco en momentos de cierta tensión y, desde luego, poco dado al apego con los periodistas, con los que trató de mantener una relación cordial durante su época como entrenador. Sin embargo, en las distancias cortas Mané ganaba enteros a raudales. Era un personaje distinto, cercano, un tipo sencillo, de costumbres fijas y fina ironía que además era tremendamente generoso con todos. Si muchos de quienes compartieron vivencias con él en esa etapa hablaran hoy, la cosa daría para glosar un libro entero. Una bilbaína, quizá, a la que jamás concedería este entrenador la mínima importancia, entre otras cosas porque Mané siempre fue así desde que comenzó a jugar primero y entrenar más tarde en el Balmaseda de su localidad natal. Después de una extensa trayectoria profesional donde podría decirse que los claros ganaron por goleada a los oscuros, el preparador vasco disfruta desde hace años de un retiro dorado donde el fútbol, esta vez, ha pasado a un segundo plano en detrimento de su familia, la cuadrilla y el tiempo libre. Aunque es habitual verle cada quince días en Mendizorroza analizando la evolución de su Glorioso, lo cierto es que a sus 67 años el regreso a los banquillos es algo que hace años no le quita el sueño. Quizá porque su holgada economía no necesita de ninguna urgencia o quizá porque el viejo zorro, consciente de que el fútbol no tiene memoria, sabía perfectamente cuando se cortó la coleta que en ese envite que supondría bajar de nuevo al ruedo tendría mucho que perder y poco que ganar. Y a estas alturas de la vida y con un curriculum como el suyo, la balanza nunca ofreció la menor de las dudas.

Precisamente desde ese apacible retiro del que disfruta el de Balmaseda habló ayer el técnico en la capital alavesa. Invitado esta vez por la institución Celedones de Oro, que organizó una singular entrevista entre el entrenador más laureado de la historia del club y el periodista Javier Cameno, miembro activo de esta asociación. En el auditorio de la sala Luis de Ajuria volvió a quedar patente el tirón y cariño que sigue despertando el preparador entre el alavesismo, que agotó en unos pocos minutos el aforo de la sala. Con puntualidad británica arrancó el particular tercer grado de Cameno, uno de los decanos en la radio deportiva alavesa que agradeció en nombre de la institución la predisposición del técnico a la hora de prestarse a la charla antes de comenzar a disparar preguntas sobre el estado del fútbol actual como si no hubiera un mañana. Y una tras otra, durante casi una hora, las fue respondiendo Mané con la misma liturgia de antaño, sin perder un ápice de compostura aún cuando llegaran dardos como el del famoso cambio de Javi Moreno en la final de la Copa de la UEFA ante el Liverpool. “Es una pregunta que me perseguirá siempre, por eso me la esperaba, y debo decir lo mismo que entonces, que era un cambio bien hecho y pensado. Y que no me arrepiento en absoluto. Necesitábamos aire en el centro del campo y eso exigía sacar un punta. Iván Alonso había salido después y tenía más gasolina, de modo que el cambio era lógico”, explicó por enésima vez el preparador ante los presentes antes de dar respuesta a cuentas preguntas le siguieron formulando.

¿Qué aprendió de la 84/85? “Fue mi primera etapa en el Alavés. Una historia de superación porque había pedido en el trabajo una excedencia de cinco años y al de dos meses me mandaron para casa, algo que te hace dudar, pero el sobreponerse a eso te hace fuerte y es un aprendizaje continuo. Has de persistir en tu idea y apostar si crees que vales para esto”.

Aquella temporada 97/98... “Era la conformación de todo el recorrido que yo había tenido como profesional. Había entrenado cuatro o cinco años en Segunda, tenía un cierto conocimiento en la formación de equipos... Con muy pocos recursos se consiguió hacer una plantilla fantástica que dio un rendimiento brutal”.

¿Le gustaría un reconocimiento? “¿Un busto, una calle? No, no, para nada... Esas cosas son para personas muy relevantes y además no soy amigo de las distinciones sobre todo en deportes de equipo, así que podemos pasar página”.

Su mural en mendizorroza... “Me resulta un poco incómodo pero bueno, después de que haya sido propuesto por un ambiente popular en lugar de por una institución, pues bueno, ya te deja más conforme. Pero es que la mayoría de los que están al lado están fallecidos...”.

¿Quién fue su pupilo mas especial? “Hacer preferencias es muy difícil, pero bueno, ahí está mi amigo Pablo (Gómez), que era un muy buen futbolista, muy buena persona y es el que más años ha estado bajo mi sometimiento. Tener un futbolista local como él era una maravilla y lo que le ha dado al Alavés. Fue una de mis debilidades”.

¿Su mejor presidente? “Presidentes he tenido dos, muy parejos en el momento de dirigir. El del Alavés, entonces Gonzalo Antón, y el del Lleida. Con los dos estuve siete temporadas y con los dos actué igual, siempre de forma muy directa y cómoda. Se hablaba de lo que tocaba y el resto se dejaba para otra ocasiones. Cuando se mezclan más asuntos que los estrictamente necesarios se suelen estropear las relaciones”.

Afición de mendi... “Ha cambiado mucho y para bien. La grada de animación le ha dado al campo otro color, otra forma de vivir el partido e incluso en momentos dificilísimos esa parte de la afición ha tapado ese sentimiento de crítica que suele surgir y hace que el equipo se vuelva a enganchar. La afición de Vitoria siempre ha sido muy exigente porque se ha visto defraudada muchas veces pero el relevo que ha llegado de unos años a esta parte es la envidia del fútbol español”.

¿lO MEJOR Y LO PEOR DEL FÚTBOL? “El cumplir las expectativas, los sueños que uno tiene... Y lo peor, los desengaños que te llevas, como la vida misma. Confías en gente y luego...”.

Ondarru “Le conocí en unos momentos de cambio en el Colegio de Entrenadores de Bizkaia y empezamos a ver fútbol, mucho fútbol, de forma permanentemente y compartiendo además la interpretación. Angel tiene además mucho talante, con lo cual era perfecto para el vestuario.

José luis compañón, ‘compa’ “Fue una pedazo de persona, con una capacidad de servicio brutal y con el gesto siempre oportuno en momentos difíciles. Era todo bondad”.

José luis rodríguez, ‘el bala’ “Lo trajo el club, no yo. Es cierto que le conocía de mi época en el Levante, pero fue el club quien lo fichó. Le había visto trabajar y tenía una gran documentación, por lo que era perfecto para lo que el Alavés necesitaba entonces, que era fichar jugadores buenos con muy poco dinero. Y salió bien”.

¿Por qué El ‘efecto abelardo’? “Zubeldía llegó sin margen de maniobra para implantar su idea, De Biasi quiso arreglar eso y no pudo, ya que se pasó seis partidos defendiendo en su área. Pero los dos aspectos valen para el tercero, Abelardo. La materia prueba-error ya estaba hecha y entonces un tipo listo como él coge el equipo y le da equilibrio. Y la tecla funciona porque el plantel está mucho más engrasado. El mérito de Abelardo es el fruto de saber enfocar bien los problemas. Si no das la cara, luego el problema es mucho mayor”.

¿entrenaría a chavales? “Uff, eso me da más miedo todavía. Hay que tomárselo muy en serio porque son el futuro y ahí tienen que estar los mejores. Hay que ponerle muchas ganas y pasión, y mucha lucha con los padres. Y mi llama ahora no está para eso. Se me pasó la edad”.