Vitoria - El sobresaliente transitar del Deportivo Alavés desde que Abelardo Fernández se hiciese con los mandos de la nave se resume en una serie de registros brillantes a los que se les puede aplicar, con total tranquilidad además, el calificativo de asombrosos si se tiene en cuenta que se refieren a un equipo que a principios de diciembre se encontraba prácticamente desahuciado y cuyo final inevitable parecía el descenso a Segunda División. Los números de El Glorioso desde que el técnico gijonés está en el banquillo, en la proyección sobre toda la temporada con esa media actual de dos puntos sumados por partido jugado, son propios de un equipo que estuviese luchando por el título liguero y que tendría asegurada la plaza en la Liga de Campeones para el siguiente curso. Inimaginables para cualquier conjunto cuya aspiración prioritaria es evitar perder la categoría y que son la razón que han llevado al equipo vitoriano desde el fondo del pozo de la clasificación a remontar varias posiciones y poner tierra de por medio con la zona roja en tan solo once jornadas.

Siete victorias, un empate y tres derrotas han dado de sí para sumar 22 puntos. Cifras absolutas y definitivas que marcan una resurrección que, incluso, se queda corta si se tiene en cuenta lo que se ha visto sobre los terrenos de juego que el equipo vitoriano ha ido pisando en las últimas semanas. Desde el milagroso despertar de Girona, el único encuentro en el que el cuadro albiazul ha sido netamente inferior a su rival fue el derbi contra el Athletic. Ese día perdió con justicia según lo visto en el verde, cuestión que no se puede afirmar en las derrotas contra el Atlético y, sobre todo, el Barcelona y tampoco en el triunfo que se echó a perder ante el Leganés.

Para entender esta mejoría en los resultados, la clave principal hay que encontrarla en una mayor eficiencia en las dos áreas. El fútbol es un deporte muy complejo, pero lo que es evidente es que siempre gana quien domina esos metros decisivos del campo que se encuentran delante de cada una de las dos porterías. Y ahí el Alavés se ha convertido en un maestro de la eficacia.

La carencia de gol había sido el principal lastre del equipo albiazul antes de la llegada de Abelardo. Sus siete goles en las trece primeras jornadas resultaban una cifra ínfima que explicaba por sí sola la situación en la que por entonces se encontraba El Glorioso. En este sentido, la mejoría ha sido extraordinaria. Con el asturiano al frente, son quince tantos en once partidos. De una media de 0,54 dianas por choque se ha pasado a otra de 1,36.

Es el Alavés en la actualidad un equipo afilado. No le da para grandes alegrías -la remontada en Girona con aquellos tres goles memorables rompe la tendencia de austeridad-, pero sí que tiene cierta regularidad en su acierto. No en vano, solo en las visitas a Atlético y Athletic se ha quedado sin marcar cuando en el periplo anterior se había quedado en blanco hasta en siete ocasiones tras la racha inicial de cinco encuentros a cero. Llama la atención que la puntería de cara a la portería contraria se duplica en las segundas partes, con diez dianas por las cinco que se han conseguido en las primeras mitades.

Defensa sensacional Esa capacidad para infligir un mayor daño a los rivales ha venido acompañada a su vez por una mejoría significativa en el rendimiento defensivo. Numéricamente no es que fuese un desastre absoluto la versión anterior a la llegada de Abelardo (1,67 goles encajados) si se tiene en cuenta la situación de otros equipos de la zona baja, pero solo en las dos victorias (Levante y Espanyol) se había dejado la portería a cero. Con las claras limitaciones ofensivas ya referidas, cuando se encajaba era imposible sumar.

En la actual etapa, la cifra de goles encajados se ha reducido a solo un tanto por partido. Puede parecer una cifra elevada, pero no lo es. Ni mucho menos. Y es que la Primera División dista una enormidad de otras categorías que recientemente ha conocido el alavesismo y donde ver muchas dianas era algo fuera de lo común. En el global de todo el curso, solo Barcelona y Atlético de Madrid presentan una media de goles encajados inferior. Y es que, lo de dejar la portería a cero en la máxima categoría es una cuestión casi imposible y con El Pitu se ha conseguido hasta en tres ocasiones sin que ningún rival haya pasado de los dos que le marcaron Girona, Athletic, Leganés y Barcelona.

En este apartado, llama poderosamente la atención la seguridad que los albiazules están mostrando en las primeras partes. Solo el primer gol del Athletic ha llegado en los 45 minutos iniciales, mientras que los otros diez tantos han sido encajados tras los descansos.

Acostumbrado a la ventaja Uno de los datos más llamativos que arrojan las estadísticas es la costumbre que ha adquirido el Alavés de manejarse en el marcador con situaciones ventajosas. En ocho de sus once partidos, el cuadro albiazul ha sido el que ha golpeado primero para ponerse por encima en el electrónico. La tendencia la rompen los ya citados dos encuentros en los que se quedó sin marcar y aquel de Montilivi que se desarrolló, un par de días después de la llegada del nuevo entrenador, por unos parámetros muy diferentes a los que llegaron después. El único que fue capaz de voltear el resultado fue el Barcelona y el Leganés acabó empatando, aunque esos dos partidos resueltos de aquella infausta manera.

De los 990 minutos, El Glorioso de Abelardo ha estado en situación de empate durante 465 (el 47 % del tiempo global, sin tener en cuenta los añadidos); 393 en ventaja -en el descuento ante el Girona; 67 minutos ante el Las Palmas; 30 Málaga; 38 Sevilla; 43 Leganés; 49 Barcelona; 86 Celta; 51 Villarreal; y 29 Deportivo-, que supone un 39,7 % del total; y solo 132 -28 Girona; 16 Atlético; 81 Athletic; y 7 Barcelona-, un 13,3 %, por debajo en el electrónico.