Suele acostumbrar el rico refranero español a no equivocarse en cada uno de sus postulados, especialmente en uno de ellos que encajaría como un guante en el mundo del fútbol en partidos como el de ayer en el Camp Nou. Ese clásico “El que no llora, no mama” bien podría ir aplicándose a fondo el Glorioso, y especialmente su entrenador, Abelardo, si no quiere que el estamento arbitral continúe faltando al respeto a partir de ahora al equipo en cada uno de los encuentros que tiene por delante. Porque ayer en Barcelona se volvió a ningunear a la escuadra albiazul con varias acciones determinantes e influyentes en el resultado final que Iglesias Villanueva pasó por alto, una nefasta dinámica que, sin embargo, no es nueva, puesto que en las últimas semanas han sido varios los errores que han impedido al Alavés sumar algún punto de más a estas alturas de la temporada. Le ocurrió, sin ir más lejos, en el derbi ante el Athletic en San Mamés, donde recibió un penalti en contra a todas luces inexistente de Duarte a García que resultó suficiente para desnivelar la balanza en favor de los vizcaínos. Le volvió a ocurrir en casa ante el Leganés y la semana pasada ante el Valencia en Mendi con un penalti, esta vez a favor, no pitado por manos claras de Garay en su propia área y que podía haber decantado la eliminatoria copera en favor del Alavés. Y le volvió a ocurrir ayer con un gol de Piqué con la mano, un fuera de juego de Alcácer en el 1-2 y una clarísima mano de Umtiti en el tramo final que el árbitro no pitó. - A. Goñi
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